Arbitrar no es fácil. Hacerlo bien es muy complicado. Hacerlo mal es más frecuente. Lo mejor para un arbitro es pasar inadvertido. No fue el ... caso del madrileño Manuel Ángel Pérez Hernández en Almería, incompetente y casero. Los cambios en el CTA, el relevo de altos cargos y las nuevas normas no mejoraron el arbitraje. Lo más relevante es que ahora se llama a los colegiados por el nombre de pila y el primer apellido. Antes se hacía con los dos. Y las designaciones se comunican el día antes de cada partido. Así hay menos tiempo para caldear el ambiente al colegiado. Una estupidez. También se analizan tres jugadas públicamente. En España están el Real Madrid, el Barcelona y los demás. La Segunda no está en el mapa.
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Pérez Hernández no tuvo su noche en Almería, marcado por las expulsiones de Guille Rosas y Corredera, el penalti corregido desde el VAR y la patada que recibió Kevin. El trencilla madrileño no fue riguroso en la redacción del acta. Hay argumentos para reclamar la segunda tarjeta de Guille Rosas, si las imágenes demuestran que no fue atendido. También en el de Corredera podría demostrarse una mala interpretación del colegiado.
En otros tiempos, con Ramón de Santiago como jurista del Sporting, eran frecuentes los éxitos en los recursos, además de haber ganado todos los pleitos en los que el club estuvo involucrado en sus diez años rojiblancos. Ahora, en la nómina de Mareo no hay abogados tras la marcha del letrado Andrés Simón al Granada, al menos no figura en el organigrama. En cualquier caso, se supone que este Real Club tendrá un servicio jurídico profesional competente.
Luchar contra la dictadura del silbato nunca fue recomendable. Se recuerdan casos en los que les tomaron la matrícula a entrenadores del Sporting. Lo sufrió Marcelino García Toral por quejarse en 2004 cuando iba líder. Fue una de las causas de no subir en aquella temporada del 'casi ascenso'. También a Manuel Preciado, en 2009. La tensión se desinfló en una asamblea de árbitros en Santander, con el recordado Sánchez Arminio de anfitrión. La condición de cántabro del entonces presidente del colectivo y del entrenador fue el factor influyente. Ahora, los reiterativos errores arbitrales no pueden ser por declaraciones, porque Garitano no habla de los árbitros y, además, derrama bondades con todos los contrarios.
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La existencia del VAR también genera dudas. No se sabe cuándo debe intervenir y cuáles son sus competencias. Es incomprensible que no haya actuado en la entrada de Yeremay a Nacho Martín en Riazor, ni en la de Thalys a Kevin. Los cambios de esta temporada provocan desconcierto en los propios profesionales. Y no digamos en los aficionados. Es un mundo de locura en el que no pasa nada.
En cualquier caso, el recurso es recomendable si se reúnen pruebas, porque los comités disciplinarios sólo se fían de lo que diga el árbitro, aunque no sea cierto.
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