Cualquier empresa seria que gestionase catástrofes naturales habría echado a la calle a todos los políticos, autonómicos y estatales, que hayan tenido alguna responsabilidad en ... los incendios de este verano. Dicho con ironía poética: El país arde porque no existe país que gestione el país que arde. España es un conglomerado de administraciones inexpugnables cuya única dedicación es recaudar impuestos y colocar a personas sin cualificación profesional alguna en sitios de máxima responsabilidad. Lo diré de una manera más sencilla. Mire, querido lector o lectora, a usted mismo, sea cual sea su preparación, siempre que sea militante del PSOE o del PP o de cualquier otro partido, le podría caer un cargo público de unos cien mil o ciento cincuenta mil euros anuales. No tiene que tener ninguna preparación, pues para eso ya están los funcionarios y los técnicos. Si le pillan en falta, no se preocupe, porque como la administración es doble, dobles son las caras de los posibles responsables. Solo tiene que señalar a un político estatal si es usted político autonómico como responsable y viceversa.
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Así la gente puede elegir si le echa la culpa a Mañueco o a Marlasca, y mientras la gente elige uno de los dos, ninguno de los dos carga con la responsabilidad, pues esta se ha hecho líquida. La responsable es la comunidad, dicen unos. No, el Estado, dicen otros. Y lo que en realidad están diciendo unos y otros es que no existe nadie al mando. Es decir, España es un país imaginario. Se sabe que es imaginario porque no funciona nada salvo los sueldos de los directivos de las empresas públicas y los sueldos de los puestos vinculados a los partidos políticos. No funciona la sanidad. No funcionan los trenes. No funciona Iberia, esa compañía imaginaria que dirige Marco Sansavini. Recuerden su nombre cuando Iberia les pierda las maletas y no les indemnice o les cancele un vuelo o les haga alguna pifia en la web o simplemente pasen de usted como de la mierda. No funcionan ni los parquímetros, que son lentos como un verano del siglo XIX. A veces me da miedo salir a la calle porque pienso que hasta las calles van a dejar de funcionar o se van a evaporar o desaparecer o cancelar o apagar en cualquier momento o me van a poner una multa por respirar.
Este es un país que pone multas como el que lava y con tu multa paga los sueldos de los inútiles de toda inutilidad, que se mueren de risa de todos nosotros desde sus despachos de ciento cincuenta metros cuadrados.
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