Cuando los sueños se hacen realidad
Se autodenomina 'guerrillero de lo social' porque le duelen los demás y sabemos que es así
Pensar en Adolfo Rivas es sinónimo de pensar en esas trayectorias de largo recorrido y alto impacto. Cuarenta años de acción socioeducativa bien merecen esta similitud. Han sido tantos los reconocimientos que resulta difícil concretar en pocas palabras toda una vida dedicada a la atención las personas. A una dilatada dedicación a la formación se une la capacidad de haber aportado una visión transformadora a proyectos de horizonte y estratégicos, tal y como él mismo denomina. Son precisamente estos dos elementos los que han caracterizado la visión y el ímpetu de Adolfo allá donde ha desarrollado su actividad.
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La visión de un mundo en constante cambio y donde las necesidades sociales evolucionan rápidamente ha guiado la labor de una persona comprometida socialmente que lucha contra la injusticia desde el marco y referente de la intervención socioeducativa. El País Vasco y Asturias han sido su casa y desde aquí ha sabido reconocer el valor de las cosas bien hechas, pero sobre todo, ha tenido las agallas suficientes para traspasar fronteras y compartir el conocimiento adquirido.
La firme defensa de la dignidad de las personas desde el prisma del apoyo socioeducativo es el hilo conductor de una trayectoria de vida en la que ha identificado necesidades a las que siempre ha querido dar respuesta desde el absoluto rigor y la colaboración de todas las partes implicadas.
Se autodenomina 'guerrillero de lo social' porque le duelen los demás y quienes le conocemos sabemos muy bien que es así.
Transmite ilusión por todo aquello en lo que cree, la plena autonomía y capacidad de las personas y lo hace con una fuerza que contagia, que motiva, que busca, que convence, que une.
Y es que, es precisamente esa búsqueda de implicación colectiva la que hace de Adolfo Rivas un tejedor de redes que aportan, que resuelven y sobre todo, que le permiten seguir soñando.
En el caso de Adolfo esos sueños se convierten en realidad a golpe de estudio, de trabajo y de generar complicidades. Sueños colectivos que siempre han venido a mejorar la vida de las personas.
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Hablamos de personas, por un lado de personas autónomas y capaces a las que acompañar y por otro, de personas como Adolfo Rivas que se convierten en espejos en los que mirarnos, sobre todo en momentos como los que nos toca vivir, en los que vemos como la inacción que puede llegar a provocar la incertidumbre, ralentiza muchas veces la respuesta adecuada a los nuevos retos que tenemos por delante.
Tomemos buena nota de la receta de Adolfo, no abandonemos sin intentarlo, atrevámonos a innovar y a romper moldes, plantemos cara a la injusticia y apostemos sin límite por la igualdad.
Hasta aquí el balance de una amplia y fructífera trayectoria de implicación y compromiso social. Una trayectoria que aún tiene muy lejos la meta porque son muchos los sueños compartidos por los que Adolfo, no me cabe la menor duda, seguirá luchando de manera incansable. Gracias, Adolfo, por hacerlos realidad.
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