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La empresa familiar como alma de la economía

Jueves, 2 de octubre 2025, 02:00

Sin duda, habrán oído hablar ustedes en más de una ocasión de Larry Page, un joven ingeniero de computación norteamericano, situado entre las diez personas ... más ricas del mundo y CEO de Alphabet, el nuevo nombre de Google. A Larry Page se le atribuye una frase con la que me gustaría comenzar mi breve intervención en este Reconocimiento tan especial que cada año otorga la Asociación Asturiana de Empresa Familiar.

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La frase es la siguiente: «Es importante que la empresa sea una familia, que las personas sientan que son parte de la empresa, y que la empresa sea una familia para ellos». Resulta significativo escuchar esta reflexión de un joven líder empresarial que dirige una empresa de 195.000 empleados en todo el mundo, una facturación de 140.000 millones de dólares y más de 70.000 millones de beneficios. Sin embargo, habla de la familia y de lo importante que es el concepto 'familiar' incluso en una de las mayores corporaciones del mundo.

Haciendo estos días una breve reflexión sobre todo ello, y conociendo como tengo la suerte de conocer a la 'Familia Empresaria' que hoy reconocemos, la familia de Lacera, se me ocurren algunas ideas sobre la importancia que tiene para la economía, para Asturias y para nuestro país, el mundo de la empresa familiar. Trato de resumirles muy brevemente algunas de estas reflexiones:

En primer lugar, pienso que una Empresa Familiar no solo crea riqueza, sino que crea raíces. En un mundo que cambia a velocidad de vértigo, las empresas familiares son verdaderas anclas de estabilidad. Transmiten valores, cultura y visión de futuro; convirtiéndose, de alguna forma, en memoria viva del esfuerzo y de trabajo.

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Pienso (y esta es mi segunda reflexión) que su gran valor es que donde otros ven un negocio, la Empresa Familiar ve un legado. La verdadera diferencia entre una empresa cualquiera y una familiar no está en sus cifras, sino en su propósito. Creo que conozco bien a muchas familias empresarias y créanme que no trabajan solo por el beneficio inmediato, sino por dejar una huella que perdura más allá de sus fundadores y se extiende a sus hijos o sus nietos.

Una tercera reflexión que me viene a la cabeza es que la Empresa Familiar convierte el 'apellido' en un compromiso. Está claro que cuando la empresa lleva tu nombre (o aunque no lo lleve) todos identifican a la familia con ella, el esfuerzo, la excelencia y el compromiso dejan de ser una opción para convertirse en una obligación, en una responsabilidad que trasciende más allá de los números de una cuenta de resultados.

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Hoy en día, los empresarios, sea de la condición que sean, no son ajenos a las incertidumbres que en ocasiones parecen atenazarnos: El nuevo mundo de los aranceles que parece que ha llegado para quedarse. La cada vez 'más retorcida' y compleja normativa. Los costes salariales incrementados por la 'puerta de atrás' con horarios laborales inasumibles para las medianas y pequeñas empresas. La sostenibilidad acelerada que no se exige a nuestros competidores… O una fiscalidad que, a diferencia del refrán, parece que 'aprieta' y 'también ahoga'…

Estos son solo algunos ejemplos de a lo que os enfrentáis cada día y todos los días las empresas familiares y, precisamente por ello, porque seguís impulsando vuestras familias empresarias por el tortuoso camino de seguir generando riqueza y puestos de trabajo, os merecéis lo mejor. Os merecéis que se os escuche, se os apoye, se os aliente y se os reconozca, tal y como hoy estamos haciendo con la querida familia de Lacera.

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En esta tarea tan necesaria y tan justa siempre tendréis a vuestro lado hoy –y no tengáis ninguna duda que también en el futuro– a Sabadell Herrero, sencillamente porque no está nuestra querida Asturias ni nuestro gran país como para perder «por un plato de lentejas», como dice mi presidente, a la entidad que mejor comprende a las familias empresarias.

Finalizo reiterando un mensaje que creo que es ahora más necesario que nunca ya que las empresas familiares no sólo sostienen la economía, sino que le dan alma, la conectan con sus raíces y la proyectan hacia el futuro: sin familias empresarias no hay tejido productivo, no hay legado y no habrá futuro, porque ellas y solo ellas son la columna vertebral silenciosa en invisible que mantiene viva nuestra economía.

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