Parece que esta vez va en serio y el Sporting cambiará de manos, porque Fernández vende y el Grupo Orlegi, conglomerado empresarial mexicano, compra. Lo ... que no cambia, sin embargo, es la opacidad que rodea las negociaciones sobre la compraventa. El Real Sporting de Gijón, SAD es, desde luego, una empresa privada, pero posee tales características, por su estrecha vinculación con el sector público, en la vertiente municipal, que sería inadmisible la inhibición del Ayuntamiento ante el desarrollo de la operación mercantil puesta en marcha. Según sus estatutos, el Sporting, SAD tiene un capital social de 7.068.060,54 euros, totalmente desembolsado y representado por 117.605 acciones de 60,1 euros de valor nominal cada una. En 1991, el Gobierno de España promovió una nueva operación de salvamento económico de los clubes de fútbol profesional -el Sporting entre ellos- que estaban en la ruina, y los obligó a convertirse en SAD (se salvaron de la metamorfosis Real Madrid, Barcelona, Athletic Club Bilbao y Osasuna, cuyas cuentas se aceptaron como saneadas). No había otra posibilidad: o transformarse en SAD o desaparecer.
Publicidad
Fue un fracaso la suscripción del capital fijado en el caso del Sporting, 588 millones de pesetas, que se había constituido como SAD en setiembre de 1992. La figura del sportinguista de boquilla adquirió así su máxima relevancia y tuvo que ser el Ayuntamiento el que impulsara, a través del sector de la construcción, sobre todo, la compra de acciones. El propio concejo tuvo que completar in extremis la suscripción de títulos, de los que aún conserva unos 6.000. Con aquellos recursos extraordinarios, con el capital suscrito, se ponía la deuda a cero, pero la gestión posterior fue deplorable, catastrófica, y en 2001, el Sporting, ahora como SAD, volvía a estar arruinado. La compra de las instalaciones de Mareo (1.525 millones de pesetas) y las marcas del club (su propio nombre, su dni deportivo, otros 500 millones de pesetas) arregló la situación. De momento. En 2016 la SAD sportinguista volvía a estar en riesgo de disolución. Lo impidió el ejercicio de ingeniería contable consistente en aportar como activo intangible la concesión de El Molinón, gratuita, por 30 años. Es obvio, pues, que durante varios años el Sporting, SAD ha sido de hecho de propiedad municipal (Mareo, El Molinón, las marcas) a cambio de nada.
La situación ahora mismo, grosso modo, está así: el Sporting tiene alquilado Mareo hasta 2026, porque no ha podido o no ha querido ejercer las opciones de recompra planteadas. En 2019 terminó de pagar, en cómodos plazos, la recuperación de las marcas. Y tiene por delante un cuarto de siglo, más o menos, de disfrute gratis et amore de El Molinón. Desde 2008, el grupo Fernández controla el 73,56% del accionariado del Sporting, alrededor de 5.200.000 euros en acciones de 60,1 euros cada una. Sería inexacto afirmar que no haría una magnífica operación si, como se ha publicado, vendiera esos títulos en 30 o 35 millones de euros, incluso si se dedujeran del hipotético beneficio hasta 10 millones por pérdidas acumuladas en los dos últimos ejercicios. Podría ser legal, pero no tendría un pase que el Ayuntamiento contemplara la operación -posible, en el fondo, gracias a la ayuda municipal- sin reclamar para el 26,44% del resto del accionariado las mismas condiciones de compraventa. La pasividad, en este caso, equivaldría a aceptar el ninguneo del pequeño accionista, el poseedor de uno a cuatro títulos, el sportinguista genuino, mientras se asiste en postura cómplice, por pasiva, a lo que no deja de ser un pelotazo económico. Y no de menor cuantía.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión