Si la mentira viste de seda, la víscera nubla la razón y el pensamiento cabe en un tuit, todo es posible; incluso que la barbarie ... haga patria. Si sueñas hundir barcos salvavidas, lapidas a Cáritas por ayudar al pobre y reniegas de la política sin conocer otro oficio, algo va mal. Me duele España y la receta que la hará irreconocible para la madre que la parió… si es la Constitución. La tierra prometida era un valle alicaído, el futuro fue ayer, el amor a la patria es de bandera, banderita y banderilla y la Constitución cabe en dos artículos. Inquieta no tanto el cazador de votos en el mercado electoral como el éxito entre quien, sin visitarlo, desea viajar al viejo mundo.
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Ofrece política-apolítica (con decir España, basta), leyes fundamentales sin fundamento y orgánicas en descomposición; su credo suena más a herencia de cristiandad vieja que a Testamento Nuevo, a 'ojo por ojo' que a samaritano, a cruz de alta gama, cruzados y cruzadas que a la cruz del crucificado, a rosario callejero que a prójimo; su verbo contiene más bronca que debate, fantasía que realidad, adjetivos que sustantivos. Quizá añore la Armada Invencible para hundir el 'Open Arms', la Legión Cóndor para liquidar, desde el cielo, problemas terrenales y la guardia mora si hay que entrar a bayoneta calada en la Moncloa, aunque por cultura y ADN, no encaje en su modelo de España.
Raro que nuevos problemas pidan viejas ¿soluciones? El olvido, con sus limitaciones, de los logros y la búsqueda de cobijo en la caverna de la que costó salir y tanto dolor causó. Siempre hay un roto para un descosido, pero algunos prefieren tensar las costuras. Realmente, ¿nuestro problema es el inmigrante?, ¿el 'Open Arms' trabaja para negreros? La solución ¿es «más España»?... Parece evidente la pérdida de nivel de los mesías patrios y los requisitos exigidos.
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