Valentía, fortaleza y generosidad
Quienes la conocemos sabemos bien que el compromiso político corre por sus venas y también que este partido siempre contará con ella
Hace apenas unas horas que Adriana Lastra comunicaba su decisión de abandonar la Vicesecretaría General del PSOE. Compartía con todos y todas la prescripción médica ... ante su embarazo y ella, también en esto, antepone siempre la responsabilidad y su inequívoca generosidad. Así ha sido siempre.
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Desde ayer, miles de personas, y especialmente militantes y simpatizantes del Partido Socialista, han ensalzando sus virtudes políticas y personales, deseándole lo mejor en su futura maternidad. Muchas le piden que regrese en el futuro, pero quienes la conocemos sabemos bien que el compromiso político corre por sus venas y también que este partido siempre contará con ella.
Su compromiso con las ideas del socialismo, con la igualdad de oportunidades, el progreso y la lucha contra cualquier tipo de opresión o injusticia, forman su ADN. Lo ha demostrado siempre. La coherencia con sus ideas, la firmeza en defenderlas, la honestidad y generosidad en la forma de llevarlas a cabo son valores que le reconocemos las personas que más la queremos y respetamos, así como la militancia de nuestro partido e incluso sus adversarios políticos.
Su militancia es una vocación de servicio que ejerce de manera valiente. Adriana nunca se esconde, siempre da la cara, aún en las circunstancias más adversas. Lo sabemos bien en Asturias, donde forjó su trayectoria, orgullosa siempre de la cultura de un partido centenario, la FSA-PSOE, que siempre concibió como la mejor herramienta para mejorar la vida de gente.
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Desde esta federación impulsó y abrió una nueva etapa en el PSOE con el proyecto de Pedro Sánchez, capaz de recuperar la confianza de nuestra militancia, primero, y después de la mayoría del país. No escatimó ni horas ni esfuerzos para recorrer el país, fortalecer nuestro partido y defender las políticas que necesita la clase media y trabajadora. Y lo ha hecho en circunstancias especialmente complejas: pandemia, catástrofes naturales y una guerra. Adriana recuperó ese orgullo militante socialista que siempre transmite en sus intervenciones, esa dignidad de la gente honesta y trabajadora, de las personas que viven de su trabajo, que saben lo que es sacrificarse día a día, que demuestran su ejemplaridad en las cosas cotidianas, que siempre están en los momentos más difíciles para arrimar el hombro y demostrar que la solidaridad no se predica, se practica.
Supo poner su inagotable capacidad negociadora, asida en sus firmes convicciones democráticas, al servicio de la formación del actual Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, y de la mayoría parlamentaria que lo sustenta. Un Ejecutivo que ha demostrado que la crisis se podía afrontar sin recortes, despido libre y copagos; subiendo las pensiones o el salario mínimo, evitando despidos con ERTEs, recuperando derechos y libertades o avanzando en igualdad.
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Sus discursos como portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, especialmente en los debates parlamentarios más difíciles durante la pandemia, han demostrado su capacidad de interpretar los anhelos y esperanzas de la ciudadanía, precisamente en el momento en el que más responsabilidad se nos exigía. Azote de todas las derechas juntas, jamás pudieron entender de dónde sacaba esta asturiana tanta fuerza, a pesar de las dificultades.
Pero para eso basta con conocer de verdad a Adriana Lastra. Para muchos compañeros y compañeras ha sido un referente militante mucho antes de alcanzar la Vicesecretaría General o la portavocía del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. A lo largo de los años, sean cuales sean los retos y desafíos en cada momento, actúa siempre con un gran sentido de la responsabilidad y al mismo tiempo con valentía, fortaleza y generosidad. Tuve la oportunidad de comprobarlo en primera persona porque crecí políticamente a su lado, tuve la fortuna de compartir horas de militancia con ella y conozco bien su capacidad de trabajo, su entrega y su generosidad. Por eso también Adriana es, ante todo, una referente feminista generacional.
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Somos muchas las compañeras que hemos aprendido a su lado el verdadero significado de la palabra sororidad. Ella siempre se ha reivindicado heredera de las que abrieron camino antes que nosotras, y hoy también es tiempo de reconocer que su trabajo y su compromiso han sido siempre garantía del avance de todas.
Muchas mujeres hemos aprendido y crecido, personal y políticamente, con Adriana. Porque sabe tejer redes de apoyo mutuo, entre generaciones, entre mujeres con trayectorias diferentes, pero unidas por objetivos comunes.
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Siempre juntas, compañera. Como tú misma nos has enseñado tantas veces, seguiremos construyendo un mundo mejor para las futuras generaciones.
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