La acogida invisible de migrantes que «llegan apenas con una maleta»
La Asociación San Vicente de Paúl, una puerta siempre abierta en Santullano para ofrecer un café caliente a quienes parten de cero
Cada jueves por la tarde, en un local de Santullano, la Asociación San Vicente de Paúl de Oviedo abre las puertas con un café y algo para merendar. Allí, personas migrantes en situación de vulnerabilidad acuden para calentar el estómago y el espíritu, en busca de alguien que pueda ayudarles a empezar. «Llegan como quien desembarca en un puerto y parte de cero», explica Elvira García, presidenta de la asociación, «muchos llegan con apenas una maleta» buscando una vida mejor a la que tenían en sus países de origen, principalmente del sur del continente americano, especialmente Venezuela, Colombia y Cuba, y del norte de África.
Publicidad
En esas sesiones se ofrece información sobre los recursos disponibles en la ciudad —asociaciones del tercer sector, ayudas o servicios básicos— y se inicia un acompañamiento personal. El trabajo, sin embargo, se enfrenta a un escenario cada vez más difícil. La denegación de solicitudes de asilo, la precariedad laboral y los altos precios del alquiler sitúan a muchas familias en situaciones de hacinamiento e, incluso, estafa. «Viven en habitaciones con sus hijos, sin posibilidad de acceder a una vivienda. Algunos son engañados por personas de su propio país», señala García.
Habitaciones compartidas
El ropero de la asociación se sostiene con donaciones, pero la demanda es constante. Durante el primer año en Oviedo no pueden acceder a los servicios sociales municipales, por lo que la asociación cubre ese vacío, continúa la presidenta, que cifra en cerca de un millar las personas que pasan por el local de Santullano a lo largo del año. Entre ellos, casos de severa gravedad como el de una madre con dos niños que vive en una habitación compartida y que ya ha sido advertida: si no encuentra otra vivienda, podría perder la custodia; no obstante, el precio de los alquileres no deja de subir. También han detectado desde la entidad «cada vez más menores migrantes con depresión vinculados a problemas de adaptación», por lo que reivindican la necesidad de más programas para los jóvenes.
La Asociación San Vicente de Paúl, que cuenta con una subvención municipal de 2.000 euros y otra del Principado con la que se costean el contrato a media jornada a una trabajadora social, realiza actividades durante toda la semana. Comidas compartidas, próximamente participarán en el ciclo de cine espiritual y también realizan lo que ellos conocen como los 'círculos del silencio', una acción del Secretariado de Pastoral de Migración que persigue «humanizar la mirada hacia los migrantes».
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión