«Tenemos que acordarnos todo el año, pero más en esta fecha»
Los ovetenses acuden al cementerio de El Salvador de Oviedo para limpiar las tumbas y recordar con flores a sus familiares
El sol de otoño baña con una luz tenue las lápidas del cementerio de El Salvador en Oviedo. A medida que avanza la mañana, un goteo constante de personas comienza a llenar el camposanto. El día de Todos los Santos es una fecha marcada en rojo en el calendario y una jornada para el recuerdo, la nostalgia y, sobre todo, para el cariño imperecedero hacia aquellos que ya no están. El ambiente es de un respeto solemne, pero también de reencuentro.
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Familias enteras, armadas con cubos, bayetas y flores frescas, se afanan en adecentar las tumbas de sus seres queridos. El sonido del agua al limpiar el mármol se mezcla con el murmullo de las conversaciones, donde las anécdotas y los recuerdos de los difuntos son los protagonistas. Entre los visitantes se encuentra Emma Masip, hija del que fuera alcalde e Hijo Predilecto de Oviedo, Valentín Masip. Perdió a su padre con tan solo 9 años, pero su memoria sigue intacta. Cada año, sin falta, acude a depositar un ramo de flores en su tumba. «Lo perdí muy pequeña y mira, aquí sigo viniendo, obviamente», declara con una mezcla de tristeza, orgullo y lágrimas en los ojos, inevitables en un día así.
Su presencia es un testimonio de cómo los lazos familiares perduran más allá de la vida. No muy lejos de allí, María Luisa Álvarez se esmera en la limpieza de un panteón familiar. Para ella, esta visita anual es mucho más que una simple costumbre. «Perder esta tradición es perderse uno mismo», afirma mientras coloca con mimo un centro de claveles. «Tenemos que acordarnos todo el año, pero venir en esta fecha señalada no está de más y se hace cada vez menos», lamenta, observando a su alrededor el ir y venir de gente.
A pocos metros, Antonio Fernández, un jubilado de gesto amable, frota con delicadeza una lápida en la que descansan sus padres y abuelos. «Vengo todas las semanas, pero hoy es especial», comenta. «Aquí está mi historia, mis raíces. Limpiar su última morada es una forma de decirles que no los olvido, que siguen presentes en mi vida», explica con la voz entrecortada por la emoción. Para Fernández, este ritual es una conversación silenciosa con su pasado, una forma de mantener vivo el legado de su familia.
Para facilitar la llegada al camposanto, la empresa de Transportes Unidos de Asturias (TUA) ha puesto en marcha servicios especiales de autobuses. Hoy, 1 de noviembre, habrá autobuses con inicio y fin de trayecto en la calle Primo de Rivera. En el cementerio se ha habilitado una única parada para la subida y bajada de viajeros, mientras que la marquesina en sentido Oviedo será de uso exclusivo para la línea L2 en dirección a San Andrés.
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