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El asesino del profesor sale tapado de la casa el 1 de noviembre de 2001. MARIO ROJAS

«En cuanto pueda salir de Cantabria el temor a que repita está ahí»

La familia de profesor Isaac González lamenta que el condenado ya está en libertad condicional y podrá regresar a Oviedo a partir de 2027

Susana Neira

Oviedo

Domingo, 6 de noviembre 2022, 16:28

A cuarenta y un años de cárcel condenaron en 2004 a José Luis Fernández Alas, autor tres años antes de uno de los asesinatos más atroces que recuerda Oviedo. Mató a hachazos a su exsuegro, el conocido profesor del colegio de Meres Isaac González García, en el garaje de su casa en El Milán y retuvo durante cuatro horas y media al resto de la familia, incluida su exmujer y sus dos hijos de 8 y 2 años. «Ya hice lo que te había dicho, acabo de hacer una desgracia y si no hacéis lo que diga, cometeré otras. Y a ti la última porque te quiero», la amenazó. Era el 1 de noviembre de 2002. Veinte años después, el condenado ya se beneficia de la libertad condicional. En concreto, desde el 26 de julio de 2021, cuando cumplió tres cuartas partes de la pena que vencerá en 2027 -lo máximo que cumplirá, según el Código Penal, son veinticinco años-.

La familia de González teme que regrese a Oviedo cuando llegue la fecha. «Está atemorizada porque ya se había pronunciado sobre quitárselos a todos del medio y luego pasó lo que pasó. Nada es descartable», advierte el abogado Alejandro Riera. Por el momento, el condenado, que en la actualidad tiene 55 años, no puede cruzar las fronteras de Cantabria. Allí fijó su domicilio tras salir de la cárcel de Santander, adonde pidió el traslado tras unos primeros años en el Centro Penitenciario de Asturias. Sus primeras solicitudes de permisos carcelarios fueron denegadas, pero en la comunidad vecina comenzó a disfrutar de estancias de semilibertad. Todo a pesar de los intentos para que se lo denegaran de las víctimas, pero logró la condicional avalado por los informes favorables de la Junta de Tratamiento.

«Mientras tenga prohibido salir de Cantabria no hay problema pero cuando acabe va a tener libertad de movimiento y nada se lo va a impedir. El temor a que pueda repetir está ahí», sostiene el letrado de la familia, que recuerda que los informes psicológicos emitidos tras el asesinato apuntan a persona con un trastorno metal «que tiene obsesión con esta familia». También reprocha que «le van a salir gratis más de catorce años de cárcel» en una condena de más de cuatro décadas.

Aquella trágica tarde

Muchos recuerdan aún a González García, que había sido durante una década jefe del Departamento de Historia y Arte del citado colegio, director pedagógico de la Escuela de Hostelería y responsable de la Escuela de Cine de Noreña. Su hija se había separado un año antes de José Luis Fernández, un mierense de 35 años, pensionista y sin antecedentes penales, que repetidamente le pedía que volviera con él y culpaba de su distanciamiento a los padres de ella. La misma súplica de que regresaran juntos le hizo el 1 de noviembre de 2002, cuando le telefoneó sobre las cuatro y media de la tarde. Ella, que lo había denunciado por malos tratos físicos y psíquicos, refleja la sentencia, siempre lo rechazaba y así hizo ese día, pero Isaac González, de 58 años, notó a su hija especialmente preocupada y acudió a su casa. Con sus dos nietos, los cuatro bajaron a tomar algo a una sidrería de El Milán que solían frecuentar.

El condenado lo sabía y allí acudió, sentándose sin permiso en la mesa con ellos. Para evitar que la discusión fuera a más, el profesor anunció que se marchaban, pero finalmente fue el exyerno quien salió primero aunque siguió merodeando por la zona, según refleja el fallo de la Audiencia Provincial.

Tras desplazarse hasta su domicilio en el coche, la hija de Isaac bajó a los dos niños en la rampa de acceso al garaje y subieron a casa, donde estaban su madre y su abuela. Eran las 19.15 horas y era la última vez que vería a su padre con vida. Porque el condenado se había acercado hasta allí «habiéndose provisto previamente de una bolsa de deporte, donde portaba un destornillador, un cuchillo de veinte centímetros de hoja y un hacha de longitud total de 53 centímetros y un corte de unos diez». Abordó a su exsuegro en la puerta del garaje «tirándole al suelo». En ese momento, varios vecinos, que sabían que Isaac sufría una discapacidad se acercaron a ayudarle al pensar que se había caído. Este les gritó: «Llamen a la Policía que va en serio, que me va a matar. Por favor, no se marchen, este es mi exyerno y me quiere matar». En ese momento, José Luis Fernández cogió el hacha y cometió el despiadado crimen.

«Voy a matar a la mujer»

Se marchó diciendo 'voy a matar a la mujer', entró al portal, abrió la puerta del piso con las llaves que había cogido a la víctima y la cerró. Ahí es cuando, con el hacha ensangrentada en la mano, dijo a su exmujer «acabo de hacer una desgracia y si no hacéis lo que os diga cometeré otras. A ti la última porque te quiero».

Finalmente, la Policía logró acceder al domicilio cuatro horas más tarde, aprovechando que el procesado abrió la puerta para que entrase su padre, y lo detuvieron. En esos momentos, recoge la sentencia, «no padecía, ni con anterioridad, trastorno psiquiátrico alguno». Sí presentaba un estado de ánimo depresivo tras su separación, con una personalidad de tipo «obsesivo compulsivo» si buen «no le impedía conocer perfectamente lo que estaba haciendo y las consecuencias de sus acciones» .

José Luis Fernández fue condenado a dieciocho años por el delito de asesinato, uno por allanamiento de morada y otros veintidós años por detención ilegal de cinco personas. También le retiró la patria potestad de sus hijos y le prohibió acercase con las víctimas y su familia, a las que tuvo que indemnizar. «Él nunca llegó a pagar nada voluntariamente sino que fue a través del embargo de su pensión», explica Riera.

En la actualidad, el condenado tiene su vivienda fijada en un piso de la capital cántabra. Allí seguirá hasta dentro de cinco años si cumple las reglas de conducta impuestas para este periodo de libertad condicional. En caso contrario, perdería el beneficio de la libertad condicional.

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