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La cabalgata de Oviedo sale bajo la lluvia y dos de los caballos de la carroza de Baltasar terminan en el suelo
Melchor, Gaspar y Baltasar se dan un baño de masas con paraguas a pesar de la mala climatología, que aceleró el desfile como en pocas ocasiones se ha visto
Alberto Arce / Pilar Gutiérrez
Viernes, 5 de enero 2024, 21:09
Una hora. Eso fue lo que ha durado la cabalgata de Reyes de Oviedo. Al menos fue el tiempo que tardaron los primeros figurantes del desfile en realizar todo el recorrido, que comenzó y finalizó en la calle Independencia, previo paso por las calles del centro de la ciudad, a la sombra nocturna del Campo San Francisco, y que estuvo marcado por una cosa muy concreta: la lluvia, con chubascos intermitentes que daban paso a momentos de calma, pero lluvia al fin y al cabo, y por los miles de paraguas de un público multitudinario, a pesar de la mala meteorología, que no quiso faltar a su cita con Melchor, Gaspar, Baltasar y los más de 1.700 figurantes que participaron en la cabalgata de la capital.
Una cabalgata en la que se vivieron instantes de tensión justo antes de comenzar. El reloj marcaba las seis y media de la tarde pasadas, hora estimada de inicio, y un fuerte chubasco obligaba a muchos de los figurantes a guarecerse en el interior de la Escuela de Minas. Los pastorcitos, fuera, resguardados de la lluvia bajo el saliente del edificio, esperaban impasibles a que llegase su turno. «¿Vamos a salir o no vamos a salir en la cabalgata?», les jaleaba una de sus mayores. El sí, a gritos, fue totalmente unánime.
¿Es esto necesario? Hoy en la cabalgata de Oviedo @aytoviedo pic.twitter.com/6PNMw0ZNg7
— Paula (@PaulaPichel) January 5, 2024
Mientras tanto, en el interior, la concejala de Festejos y la de Economía, Covadonga Díaz y Leticia González, respectivamente, echaban un vistazo al parte meteorológico junto a los responsables de Protección Civil. «Llueve diez minutos y para. ¡Vamos con todo!», exclamó la primera. Y así fue. A las 18.46 comenzaron a sonar los instrumentos de la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo al son de 'Campana sobre campana', custodiando al séquito de Aliatar. Capitaneados por José Manuel Fernández Gutiérrez 'Guti' se granjearon más de un «¡valientes!» desde el público. Tras ellos, las clásicas comitivas de Damasco y Basora, la banda de música de Meira, las medidas cabriolas sobre el pavimento mojado de los jinetes de Palmira y los exóticos pajes de Rajastán. Como novedad, los pastorcitos y su tradicional rebaño de ovejas estuvieron acompañados por dos vacas.
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En esta ocasión, las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar fueron juntas, una detrás de otra, justó al final de la comitiva, que estuvo formada por veinticinco agrupaciones de pajes de los lugares más recónditos, nueve agrupaciones musicales y el antiguo camión de regalos, cerrando el desfile junto a la Banda de Música Ciudad de Oviedo.
Una marea de niños los estaban esperando a todos ellos pertrechados con chubasqueros, abrigos, gorros y bufandas bajo una hilera inmensa de paraguas que sujetaban pacientemente sus padres en función de si paraba o volvía a llover. Las calles del centro, a pesar de la mala climatología, ya lucían a rebosar desde las seis de la tarde, más de media hora antes de que tuviese lugar el pistoletazo de salida.
La lluvia no fue el único motivo de preocupación. La de Oviedo es una de las pocas cabalgatas de España sin tracción mecánica, ya que son animales los que tiran de las carrozas. Lo que la hace casi única ayer también jugó en su contra, y mucho. Dos de los caballos de la carroza de Baltasar resbalaron y cayeron al suelo hasta en dos ocasiones momentos antes de llegar a la plaza de la Catedral, justo a la altura de Porlier. Esto hizo que el recorrido se interrumpiese durante varios minutos para atender a los equinos, mientras algunos de los miembros del público increpaban a la organización. En la vecina ciudad de Gijón, por ejemplo, el Ayuntamiento decidió en el último momento prescindir de los caballos para la cabalgata por el mal tiempo.
A raíz de este incidente, el tercero de los Reyes Magos llegó andando a la adoración del niño Jesús, que tuvo lugar una vez más a los pies de la «Sancta Ovetensis». Allí, Sus Majestades de Oriente fueron recibidos y acompañados por una amplia representación del equipo de gobierno de la capital asturiana. Veneraron la figura y le entregaron, uno por uno, sus cofres de oro, incienso y mirra frente al deán, Benito Gallego; y el alcalde, Alfredo Canteli, a quienes saludaron antes de arrodillarse en los reclinatorios para rezar una oración.
Afortunadamente, ambos caballos pudieron levantarse sin que pareciese, a priori, que hubieran sufrido heridas graves. Los pajes los ataron de nuevo y pudieron continuar con el recorrido, aunque «un poco nerviosos», según comentaron desde Protección Civil, cuando tocó embocar la bajada por la calle del Águila para realizar el camino de vuelta. Uno de ellos, eso sí, llegó cojeando de nuevo a Independencia.
Ilusión a raudales
Lo que no faltó fue ilusión. Tampoco familias llegadas de los lugares más insospechados. Fue el caso de la familia O'leary, de Nueva Zelanda. «Estamos de vacaciones en Oviedo y no nos podíamos perder la cabalgata, es muy especial», manifestó Noelia O'Leary, junto a su marido Clint y sus hijos Mateo y Nico. Desde más cerca, las familias Maañón Piñeiro y Ledo Álvarez, de Foz, destacaron que, «aunque llueva, esto no nos lo podemos perder».
También hubo caramelos, aunque sólo en las carrozas de los Reyes Magos y repartidos a mano por sus pajes entre los niños. Uno de ellos, Saúl Fernández, de 8 años, les pedía apenas cuatro cosas. «Quiero que me traigan chocolate, la equipación del Athletic, un rubik game y unos rotuladores». ¿Te has portado bien? «Bueno..., creo que sí». Sus padres, Jorge Fernández y María José Coira, asentían a su lado con mirada de orgullo.
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