José Ramón Castañón, 'Pochi', en la iglesia de Nuestra Señora de Covadonga de Teatinos. MARIO ROJAS

«Hay una crisis de fe y la Iglesia debe hacerse presente, estar en la calle»

José Ramón Castañón, 'Pochi'. Párroco de Teatinos y capellán del HUCA ·

«Existe un problema en la Iglesia con la pederastia, pero no todos sus miembros han cometido ese delito; hay que atajarlo con dureza»

COVADONGA DEL NERO

OVIEDO.

Lunes, 28 de noviembre 2022, 01:19

José Ramón Castañón, 'Pochi', lleva ya diez años, contanado este curso recién iniciado, como párroco del barrio de Teatinos y, a la par, como capellán ... del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Además, también da clases en la facultad Padre Ossó y en el Seminario. Sobre todo, es el párroco de una comunidad «viva», en la que comenzó como «un cambió difícil» para el que fuera cura de la iglesia de los Santos Apóstoles de Buenavista. Ahora, una década después, está feliz con su parroquia y su gente, aunque lo que le falta es precisamente tiempo libre.

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-Usted es el párroco de Teatinos, imparte clases en la Padre Ossó y el Seminario, y es capellán del HUCA. ¿Cómo compagina toda la labor pastoral?

-No voy a mentir, con mucha dificultad. Esa combinación entre el trabajo en la parroquia y las clases es difícil tener tiempo para mucho más. Por ello, mis compañeros de la capellanía del HUCA me facilitan el trabajo, ofreciéndome las guardias en el centro hospitalario, distribuidas en horarios que pueda tener. Es decir, si por las mañanas tengo clases, intentan facilitarme que pueda acudir al Hospital durante la tarde, en pequeñas tandas y demás. También hay ocasiones en las que voy por las noches. Gracias a Dios, somos más de un capellán para ejercer la labor en el Hospital, junto a los enfermos.

-¿Es en la parroquia donde dedica la mayor parte de su tiempo?

-Efectivamente. Dedico más tiempo a la parroquia, que sumado al tiempo en la facultad, ocupa el noventa por ciento de mi día a día, más o menos. Es complicado sacar adelante una parroquia si no se dedica la mayor parte del tiempo posible, y de la mejor manera.

-¿Cuál es la situación en la parroquia de Teatinos?

-Es una parroquia muy viva y unida. La gente del barrio se mueve muchísimo y toma la iniciativa para seguir. Hay que tener en cuenta que podemos estar hablando de unos cuatrocientos niños en catequesis, más ciento y pico jóvenes, grupos de ancianos, Cáritas, la hermandad y cofradía... Es muchísima gente colaborando en la parroquia. Esta parroquia recuerda a aquellas típicas de los años 80 del siglo pasado, con mucha actividad y vida de barrio.

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-¿Son necesarias algunas mejoras?

-A nivel de infraestructuras, la principal demanda es recuperar la capilla del HUCA, la de La Cadellada. El uso de la capilla y la capacidad de tener más espacios para poder multiplicarnos. Estamos faltos de espacios. Teniendo en cuenta que es imposible que tengamos un templo nuevo porque no hay dinero, creo que necesitamos el espacio de la capilla.

-Las subidas de los precios de la electricidad, el gas..., ¿qué suponen para la parroquia?

-Lo notamos particularmente en Cáritas. Observamos que las necesidades han aumentado, la pobreza energética o la dificultad del pago del alquiler son dos realidades que llegan a cada vez más personas. Muchas de ellas nunca habían acudido a la parroquia a pedir ayuda. Eran familiar que antes podían cubrir estas necesidades. En lo que se refiere a los gastos de la parroquia, no son algo significativo ni exagerado. Lo notamos a nivel de barrio, lo está pasando peor que nunca, ahora hay familias ahogadas.

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-Es capellán en el Hospital, ¿cómo es el día a día allí?

-Nuestra labor allí es acudir cuando te llaman, tanto los enfermos como sus familias. Nuestra tarea es humanizar, muchas veces están solos y necesitan que alguien les escuche. Ese papel humanizador en los peores momentos es crucial.

-¿Cualquier sacerdote puede ser capellán?

-Requiere tener una capacidad para sobreponerte al dolor. Me resulta difícil enfrentarme al sufrimiento y la enfermedad. Lo interiorizas y lo haces tuyo. Muchas veces me voy a casa con esa tristeza.

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-Fueron su único contacto con la realidad durante la pandemia.

-No dejamos de asistir en ningún momento. Recuerdo el miedo, no se sabía mucho sobre el coronavirus, pero teníamos que estar allí. Y estuvimos.

-En rasgos más generales, ¿se está viviendo un momento de crisis de fe?

-Sí. Hay una crisis de fe porque vivimos en un tiempo postcristiano. La sociedad está abandonando toda referencia y relación con la Iglesia. Hay una crisis de desesperanza, y creo que exige que la Iglesia vaya cambiando con urgencia, hacia otro lenguaje. Hacerse presente, estar en la calle. Creo que es uno de los secretos de esta parroquia, estamos en contacto con los vecinos, nos saludamos porque nos conocemos. Es una de las claves. Los vecinos se sienten acogidos.

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-¿Parte de esta crisis se debe a la lejanía de los jóvenes y la Institución?

-Cada vez están más lejos. No se sienten identificados porque no hablamos su lenguaje ni respondemos a sus expectativas. Los jóvenes están desconectados de todo, pero especialmente de la Iglesia. No soy capaz de conectar con ellos. Es un problema cultural, no van a acudir, para ellos no existe la Iglesia.

-¿Cree que los escándalos de pederastia, por ejemplo, tienen parte de la culpa?

-Sí. Por supuesto. Hay un problema que atajar con dureza en ese aspecto, pero a nivel social, nos ha hecho muchísimo daño. Me han llegado a llamar pederasta a mí. Hay un problema en la Iglesia con la pederastia, pero no todos los miembros de la Iglesia han cometido ese delito.

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-¿Es irremediable ese alejamiento de la juventud?

-No tengo la solución para acercarlos. Pero tengo esperanza en que la Iglesia se renueve. Los hombres siguen necesitando algo que les devuelva la esperanza. Y para ello hay que vivir con la gente, escuchar sus preocupaciones y cambiar la manera de ser Iglesia. Así, volveremos a estar presentes.

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