Un hombre «muy tímido y retraído» que «no sabe relacionarse con las mujeres»
La familia del presunto asesino confirma que «nunca fue a ningún psicólogo o psiquiatra» y que «no tenía relación con su padre»
A. ARCE
OVIEDO.
Martes, 12 de abril 2022, 00:44
La madre de Igor Postolache, según ha podido conocer este diario, «nunca había advertido ningún tipo de comportamiento en su hijo» que hiciese pensar que podía llegar a cometer un acto tan atroz como el asesinato de Erika. Sí veía en él a un «chico tímido y muy retraído» desde pequeño y, ya en la edad adulta, a un hombre «que no sabía relacionarse con las mujeres ni ligar». Pero solo eso.
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Además, señalan las mismas fuentes del entorno familiar del supuesto criminal, este «no tenía relación con su padre», quien, desde hace ya algún tiempo reside en Moldavia y habían perdido el contacto. También, que a pesar de conocer sus denuncias previas por acoso «nunca fue a ningún psicólogo o psiquiatra».
Los que lo conocen de una forma mucho menos cercana o se han cruzado en algún momento con el acusado de matar a la pequeña Erika lo describen como un hombre «solitario», «muy alto» y «fuerte», siempre de negro, con ropa deportiva, rapado, «demasiado callado» y con la mirada perdida. Sus presuntas víctimas de acoso callejero, como todo lo contrario, como un hombre que no dudaba en cruzar la calle para acercarse a una chica y decirle cosas como: «se me turba la razón al verte, me estoy poniendo nervioso al mirarte: me gustaría ponerte una bolsa de plástico en la cabeza».
Al mismo tiempo, los expertos que han ido analizando los rasgos de personalidad de Postolache a través de las páginas de este diario -a falta aún de que hable para despejar las incógnitas alrededor de su figura- ya han planteado una cierta dicotomía. Por un lado, tal y como explicaba a EL COMERCIO el catedrático de Derecho Penal Javier Fernández Teruelo, se trata de un hombre «impulsivo» cuya personalidad se alejaría de la del «depredador sexual al uso» y vendría a estar determinada por la presencia de «un posible trastorno mental severo». Esto es, exhibiendo una conducta más brutal que la de un agresor con rasgos psicopáticos, inteligente, sin patologías mentales y que prepara sus ataques para no ser descubierto.
Eso, debido a las propias circunstancias del crimen y al hecho de que se asestase una veintena de puñaladas para tratar de quitarse la vida después de cometerlo. Según recalcaba Fernández Teruelo, los depredadores seriales intentan salir impunes, de ahí la preparación.
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Otros, como el catedrático de Psiquiatría Julio Bobes, apuntaban a la posibilidad de que pudiese tratarse de un «lobo estepario», un desarraigado de la sociedad y solitario que no dudaría en asesinar a una persona de la manera más brutal.
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