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CECILIA PÉREZ
OVIEDO.
Miércoles, 13 de septiembre 2017, 00:27
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Dicen que cada maestrillo tiene su librillo y que cada mago su truquillo. El del Mago Julianini es «la ilusión». Lo confesó ayer por la tarde minutos antes del espectáculo que ofreció en el paseo del Bombé y que puso final al ciclo veraniego de 'Las bobliotecas en verano salen a la calle'. Un programa que jugó con la magia, los libros, la poesía y, sobre todo, con los más pequeños.
No quisieron ni pudieron perderse un detalle del espectáculo de magia. Los hubo exigentes: «Yo al mago le pongo de nota un siete y medio porque hace demasiado el tonto», apuntó Óscar Morilla de siete años. Otros vieron en el Mago Julianini pura inspiración. «Si yo fuese mago enseñaría un sombrero y luego desaparecería», explicó Lucas García. Con sus seis años, a la pregunta de cómo lo haría desaparecer, Lucas respondió con contundente claridad: «Lo guardaría en mi culo». Nada que decir porque ya se ha comentado en este reportaje que cada mago tiene su truco. Más clásico se mostró Hugo Mayo, también de seis años, que se vio capaz de reproducir cualquier truco. «Haría desaparecer un conejo diciendo a la gente que cierre los ojos y ya está», explicó.
La jornada de magia llenó de risas y miradas cómplices el paseo del Bombé. La de los niños, la del propio mago Julianini y la de los padres. «Los espectadores más complicados de convencer y engatusar son los niños», señaló el Mago Julianini. Pero ayer lo tuvo fácil solo le hizo falta confesar que no le gustan los 'fetuccini' y que no usa 'bikini' para arrancar las sonrisas de un público entregado al arte y al misterio de la magia.
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