El perfil de Iván de Santiago Gónzalez: Escribe, defiende y aconseja
Un buen tipo. Miembro del Consejo Cultivo del Principado y escritor. Es sonriente y tranquilo pero nervioso, sensato, peleón y cabezota al estilo de Les Luthiers. Un poco iconoclasta y, sobre todo, familiar e hiperactivo. Escribe libros y disfruta de los viajes como válvula de escape
Sonríe y acepta. Es dialogante pero a la vez necio y muy centrado en lo que piensa. Forma parte de esa saga de hace ya ... unos años con la que se podía negociar en cualquier ámbito de la vida sin la necesidad de claudicar en las propias ideas o con las ideas de los demás. Es una virtud ahora mal vista porque la polarización en la sociedad se ha comido todos los grises y sólo ha dejado blancos y negros, pero que cuando pase este 'maremagnum' significará mucho el haber estado disfrutando de la escala cromática de los grises, que son cientos o miles.
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Tranquilo y nervioso al mismo tiempo. Es incapaz de dejar una cosa a medio hacer ni de sentarse a ver pasar la vida, pese a que este sea uno de los mayores placeres. Familiar, hiperactivo, sonriente, sensato, peleón, cabezota, un punto iconoclasta, nada bohemio, con mucha sensibilidad, padre de familia. Le cuesta enfadarse pero da la sensación de que cuando se enfada puede salir a la superficie el dios del inframundo, Hades, encarnado en Iván de Santiago (Mieres, 1973), aunque sin la sensación de que pueda destruir el universo. Y también es novelista de éxito.
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Es consejero del Consejo Consultivo del Principado de Asturias. Y aunque trabaja en Gijón no ha dejado de ser ovetense bajo ningún concepto.
De profesión abogado, estudió en los Dominicos y vivió de chaval en La Tenderina y El Cristo, «frente a las piscinas». «Tengo muy buenos amigos de los tiempos del colegio, estoy en la asociación de antiguos alumnos y ahora muchos de los que hace poco eran mis clientes pertenecen al entorno colegial». Estuvo en los Dominicos «desde los 3 a los 18 que acabé el COU con matrícula de honor». Hasta el punto de que «aposté con mi padre que si sacaba matrícula de honor en COU, la matrícula del primer año de la carrera que debía ser gratis me la daba en dinero». Resultado: un interrail con sus amigos a República Checa, que pagó de su bolsillo matricular. El detalle marca una de las características de la personalidad de Iván de Santiago. Parafraseando a Les Luthiers, «terco y duro como una pared. ¿Y eso con qué rima? Con usted, Iván, con usted».
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Si se habla de ligar reconoce que el éxito no era generalizado porque «nunca tuve cuerpo pero sí mucha labia» pero conoció a Lorena en 1998 y se casó con ella cinco años después. De ese matrimonio feliz nacieron dos niñas, Martina y Cayetana, y una afición conjunta a no quedarse en casa ni un minuto más del necesario. Veraneos en Luanco y Cádiz «pero luego nos gusta conocer el mundo. No le hago ascos a ningún destino».
Jugó al fútbol, «no era ni mediocre pero le ponía muchas ganas», en el Grisú o el Estadio, y mantuvo la afición con el fútbol sala «hasta casarme. Ahora voy al gimnasio y hago cardio para mantenerme» y también para poder decir a los grandes gurús de la salud que hace ejercicio. Iván es una persona que realmente merece la pena. Una persona enamorada de la literatura, de la ópera, del heavy metal y que cada día ve menos la televisión.
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