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«Fui lateral izquierdo y comodín para marcar al organizador del equipo contrario». Un marcador nato, rocoso, fajador del fútbol y una lapa para los contrarios. «Me mandaba el entrenador que fue con el jugador al que marcaba que lo siguiera hasta el baño». Futbolista del Real Oviedo, una de las muchas leyendas que ha dado el club azul en el que jugó durante 14 años, de 1963 a 1977. El balompié ha sido su vida, de hecho sigue viendo mucho fútbol en la tele y pese a haber sido profesional no se ha cansado de lo que algunos eruditos futbolísticos definen como «lo más importante dentro de las cosas menos importantes».
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Buena gente, sensato, cumplidor, un paisano de los de antes, Juan Manuel Fernández González 'Juan Manuel' (Aller, 1940) aterrizó en Oviedo en 1959 para jugar en el Vetusta, el filial, y estuvo durante tres años compaginando el fútbol «con mi trabajo en Industrias Fernández». Tres años de aprendizaje futbolístico que culminaron con la encrucijada de salir cedido, irse al Unión Popular de Langreo, que quería ficharlo, o subir al primer equipo.
La solución fueron 14 años de permanencia en la plantilla, ser uno de aquellos que los no tan viejos del lugar recuerdan en las alineaciones con esos jugadores que viven en la memoria de los oviedistas como Carrete, Tensi, Iriarte, Marianín o Galán.
Muchos años de gloria oviedista para un hombre llano y sencillo, hijo de Juan Manuel «que murió en la mina» y de Adelaida y que tuvo dos hermanas mayores, Adelaida, ya fallecida, y Pepa.
«Me casé en 1969 con Elena Menéndez» y fruto de esa unión ha llegado lo mejor de su vida. Sus hijas Elena y Cristina y «cuatro nietas, una que vive en Oviedo y tres que viven en Madrid».
Fueron muchos años de fútbol. Recuerda a Amancio como «el mejor, que tenía un regate que te despistaba» y también que lo suyo era cuidarse y concentrarse en el juego porque «yo no era muy técnico, así que tenía que estar muy bien físicamente». Es decir, «mi vida era trabajar para el fútbol, cuidarme, alimentarme bien y estar preparado siempre porque yo viví por y para el fútbol».
Cuando el fútbol se acabó, a los 35 años, ahora tiene 85 y mantiene un planta muy envidiada, «tuve una tienda de electrodomésticos, un taller eléctrico y abrí una tienda de trajes y de alquiler y chaqués y esmóquines en la que se han vestido de gala la mayor parte de los novios e invitados a bodas en Oviedo durante los últimos 30 o 40 años.
Desde hace años está jubilado y utiliza su tiempo con mesura, sin prisa. «Madrugo, hago una tabla de ejercicios, me voy de paseo un par de horas, voy a la compra, como, reposo un rato y, por la tarde, paseo con mi mujer, cenamos y luego para la cama hasta el día siguiente». Eso sí, el fútbol no lo deja ni de broma. Evidentemente ya no juega pero «veo en la tele todo el fútbol que puedo».
Juan Manuel se considera «razonablemente feliz, sin grandes altos ni bajos». En el imaginario colectivo ha hecho feliz a mucha gente perteneciendo a aquel gran Oviedo.
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