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La Guardia, en plena actuación, en la que no faltaron 'Mil calles hacia ti', muy aplaudida. FOTOS: PABLO LORENZANA

El triunfo de los años ochenta

La Frontera, La Guardia y Danza Invisible llenan de nostálgicos la Losa y obligan a la organización a cerrar los accesos a la plaza al superar el aforo de 6.600 personas

IVÁN GARCÍA

OVIEDO.

Sábado, 21 de septiembre 2019, 02:27

La penúltima jornada de conciertos en la Losa pareció una suerte de salto temporal a treinta años atrás. La Frontera (1984), La Guardia (1986) y Danza Invisible (1981) ofrecieron un viaje a los ochenta que disfrutó enormemente un público que llenó la plaza. No cabía un alfiler. El equipo de seguridad, por primera vez este San Mateo, cerró los accesos a la Losa, al filo de las once de la noche, al superarse el aforo permitido de 6.600 personas.

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La Frontera abrió la jornada de conciertos cuando aún pegaban los últimos rayos de sol. Al son de 'Mi dulce tentación' y de '4 rosas estación' introdujo al público en la escena rock y con 'Pobre tahúr', de su primer álbum, encendió a los más fieles.

Minutos antes Javier Andreu había anunciado «un pequeño repertorio» de su dilatada trayectoria. No era momento de bajar La Guardia, aún. Todavía quedaba que sonase el tema que da nombre a la banda, 'La Frontera', antes de despedirse diciendo 'Viva Las Vegas' y obligando a algún miembro de la banda, como a Toni Marmota, a volver al escenario para decir adiós a San Mateo.

Fue pasadas las nueve y media de la noche cuando saltaron al escenario los intérpretes de La Guardia y Manuel España le dijo al público aquello de que se olviden de él 'Cuando brille el sol' en medio del griterío de la Losa, que hizo las veces de coro y vocalista. La célebre banda madrileña actuó ante una plaza en la que no cabía ni un alfiler. Los fans corearon otros temas como 'Mil calles llevan hacia ti' o 'La carretera', «nuestra residencia habitual», según el vocalista. Se despidieron con 'Mueve tus caderas', mientras que 'Como un fantasma' abrió su concierto.

La competencia se la hizo el tercer invitado de la noche, Danza Invisible, que pisó el escenario de San Mateo pasadas las once, a ritmo de 'Amanece' y con un mensaje claro para el público que pronunció Javier Ojeda: «Los asturianos sois nuestros favoritos del norte». Incontrolable y desprendiendo una energía impropia de los 55 años que atesora, pero no aparenta, reconoció tener «muchos amigos» en Oviedo. Ya había actuado varias veces en la tierra este año. La locura llegó a tal punto que, por primera vez en este San Mateo, la organización cerró los accesos a la Losa al superar el aforo. Antes incluso de que sonase el mítico 'Sabor de amor'. Entre el público, gente de todas las edades, aunque la media de edad era superior a la de otros días. No se veía ni un teléfono móvil en las primeras filas. A más de uno debió entrarle la duda, al abandonar la plaza, de en qué año vivía y si habían vuelto las pesetas

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