Decididamente, nos gusta el debate. Y que no nos falte, porque debatir nos hace más libres. Y no hace falta ni tener razón, lo dice ... la Constitución, que ampara la libertad de expresión. Solo hace falta tener mesura, respetar al discrepante y sacar conclusiones. O ni esto último.
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Como saben, Camela ofrece concierto en San Mateo. El Ayuntamiento de Oviedo anuncia que es gratuito, y que pueden obtenerse cuatro invitaciones por persona. Se abre su entrega el pasado miércoles 19 a las 11 horas, bien de modo presencial en las taquillas del Teatro Campoamor, bien en la página web municipal destinada al efecto.
Y la gente se queja amargamente porque se agotan en una hora y porque la web se bloquea. No hace falta tener razón, insisto, pero hay que contar los datos.
A las 8.30 la cola delante del Campoamor bajaba por delante de la puerta de la oficina principal de Correos y llegaba hasta la Delegación de Hacienda. Es decir, el que madrugó y esperó, consiguió su objetivo. Creo que cabe poca interpretación. El recinto tiene un aforo y hay que respetarlo.
Vamos a lo ocurrido en la web. Cierto que se bloqueó. Cierto que era difícil el acceso. A las 10.45 la página indicaba que uno esperaba 'en cola' para la apertura de la entrega de invitaciones. Y advertía que de conectarse una misma IP con varios dispositivos, en lugar de acelerar el proceso, podría dilatarlo. Pese a ello, el español, con orígenes en la picaresca del Lazarillo, ignora dicha recomendación y espera con su PC, su móvil, su Tablet y un portátil conectados, confiando en obtener rédito de su maniobra.
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Y esto, realizado por muchos, bloquea la página, como es obvio. Y entonces comienzan los reproches a la gestión (municipal) del modo de entrega de invitaciones. Porque al parecer hay que dotarse de un medio mágico que asegure que todo el que quiera invitaciones pueda obtenerlas.
Pero a muy pocos se les ocurre pedir una o dos, que son las que necesitan, sino que todo aquel que, presencial o telemáticamente, logra llegar a obtenerlas, pide cuatro. Ese 'por si acaso' que tanto daño nos hace, aunque no lo sepamos.
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Y lo que ocurre en la web no es algo distinto a lo que ocurre siempre. Uno, que ha comprado entradas para los Rolling Stones en Milán o que las ha comprado para U2 en Estocolmo, además de pagar por ellas cantidades ruborizantes (solo explicables porque los artistas, que ya no venden discos ante el auge de las plataformas, solo pueden obtener algo con sus conciertos) ha preparado esa conexión, ha hablado con su familia para aguardar la espera paciente (cada uno con un IP, por supuesto) y ha logrado comprarlas con mucho esfuerzo o, en ocasiones, se ha quedado sin ellas. Porque las páginas se bloquean cuando miles de personas demandan un servicio al mismo tiempo. Porque en los fuegos artificiales de Montecerrao era imposible hablar por teléfono ante la demanda de miles de personas del mismo servicio.
Nada distinto a lo que ocurre en el mundo. No nos alarmemos.
La próxima vez, quizá haya más suerte. Y si no, Camela volverá por Asturias, no lo duden.
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