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Sara Correia, una de las artistas que ha actuado ya en el Auditorio. A. P.
San Mateo 2021

El nuevo San Mateo levanta el telón

Un nuevo modelo. Todo está listo para que comiencen las fiestas, que estrenan casetas y se conjuran para volver a la calle y celebrar a pesar de las restricciones

GONZALO DÍAZ-RUBÍN

Viernes, 10 de septiembre 2021, 01:45

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Ya empieza el nuevo San Mateo, y levanta el telón con más ganas que nunca, con la intención de disfrutar y salir a la calle para celebrarlo. Tras el deseo del alcalde, Alfredo Canteli, de «unas muy felices fiestas» para todos, locales y visitantes, los festejos por excelencia de la capital arrancan hoy con un modelo renovado, una nueva apuesta después de treinta y siete años de reinado de los chiringuitos. Los sustituyen cuarenta casetas, la mayoría para los hosteleros y cuatro de ellas para colectivos sociales. Es la principal novedad de unas fiestas que cumplen 583 años, los mismos que tiene la Perdonanza, porque San Mateo ni es patrón ni era fiesta mayor. Oviedo despedía a los peregrinos que venían a ganar la indulgencia plenaria por el Jubileo de la Cruz.

El origen de San Mateo está en las dificultades surgidas durante la construcción de la nueva catedral gótica. Iniciada por la sacristía y el claustro por el obispo Gutiérrez de Toledo, la sede episcopal pronto se quedó corta de fondos para el proyecto. El avance de la Reconquista hizo el Camino Francés mucho más seguro y la llegada de peregrinos a Oviedo decreció. Sin dinero, las obras se pararon. Para reactivar el ciclo, el Papa Eugenio IV, en el año 1438, concedió indulgencia plenaria a los que visiten la Catedral de Oviedo el día de la Exaltación de la Santa Cruz, (14 de septiembre) o los ocho días anteriores o posteriores los años en que la fiesta sea viernes, y entreguen limosna para la fábrica de la Catedral. Y el santoral quiere que el 21 sea San Mateo, pura coincidencia. Concluida la Perdonanza, a los peregrinos siempre se les despedía con sidra y algo de gaita. El origen de la fiesta, de los chiringuitos y, ahora, de las casetas.

Pandemia

Lo que empezó siendo fiesta menor, acabó con el tiempo por ser la principal de Oviedo. Incorporó a su programa el «pan de los pobres», que se repartía en todas las fiestas de la ciudad, desde Santa Eulalia hasta la inauguración del teatro Campoamor, tal vez a imitación de la tradición, más antigua, de la Balesquida. El reparto le toca ahora a la Sociedad Ovetense de Festejos, que cumplirá el día 21 en la plaza de España. Lo hará distribuyendo socios por horas para evitar aglomeraciones y alargando el reparto. La pandemia, que dista de ser la única que ha visto San Mateo, todo lo trastoca.

Los tiempos han sido, son, difíciles. Para los hosteleros y para los ovetenses. El virus deja además unas fiestas sentadas, postradas y sin baile. Solo se podrá consumir en las mesas de las terrazas de las casetas y al ocio nocturno, reabierto por fin, le tocan las mismas limitaciones y cerrar a las tres de la madrugada. Con esos límites, el botellón puede ser el verdadero protagonista de las fiestas como ha sucedido en cientos de localidades españolas sometidas a restricciones similares durante los últimos meses. Para la Policía Local las fiestas también serán distintas.

La iluminación mateína en el campo piña

Auditorio

Lo que no ha cambiado es la apuesta de la Concejalía de Festejos por celebrar los conciertos en el Auditorio. Por las salas de Cámara y Principal desfilarán y han desfilado, porque los primeros recitales fueron hace ya una semana, todo tipo de músicas: flamenco, jazz, pop y rock. Figuras locales, grupos emergentes y veteranos de dilatada carrera conforman un completo cartel de conciertos, todos de pago y con restricciones de aforo, para apenas a 850 personas. Algunos nombres -Fangoria, M-Clan...- agotaron el papel en horas. Para ver a Lori Meyers este miércoles se ofrecían cientos de euros a la puerta de un Auditorio que se queda escaso de papel con algunos artistas.

La exhibición del Santo Sudario en la Catedral p. ll

Pregón y niños

El pregón de esta tarde, que este año honrará el diseñador Pelayo Díaz, también será distinto. Dos centenares de vecinos tan solo lo podrán seguir en directo desde la plaza del Ayuntamiento a las siete de la tarde. Para compensar, se dispararán 400 efectos pirotécnicos, que la pólvora es alegría.

Con límites, Festejos quiere potenciar las actividades en la calle. En el paseo del Angelín del Campo San Francisco habrá talleres de alfarería, manualidades y experimentos -de 17 a 20 horas entre semana- y también en horario de mañana -de 12 a 14 horas-, fines de semana y festivos y espectáculos de títeres, circo, magia y humor en el estanque de Covadonga.

Niños en los juegos tradicionales del Truébano a.p.

También habrá conciertos para animar los distintos escenarios festivos -El Truébano, La Herradura, El Bombé y Porlier- con pases a la hora del aperitivo los fines de semana (de 13 a 14.30 horas) y de noches (de 20 a 21.30) todos los días.

El esfuerzo en iluminación tratará de unir los distintos escenarios de unas fiestas que suman un tren turístico escoltado por la Policía Local con el mismo fin y un carrusel de caballitos clásico a los pies de la torre de la plaza de la Catedral. Suma por segundo año consecutivo a los feriantes que, tras algunas dudas, han optado por instalarse en Los Prados y sumarse a las celebraciones.

Festejos ha tirado la casa por la ventana pese a las restricciones. Lleva hechas más de 70 contrataciones, desde artistas a un scalextric gigante que llenará una sala entera del Calatrava. Todo pagado por el Ayuntamiento, todo en una apuesta a medio plazo. El San Mateo que nace este año debería ser distinto al que viene, con bailes y abrazos. Lo dicho, que dentro de lo que se pueda, a disfrutar San Mateo.

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