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Razones por las que su hijo muerde y cómo evitarlo

Razones por las que su hijo muerde y cómo evitarlo

Hay que ser contundentes desde el primer mordisco y ver por qué lo hace. Responder con otro bocado nunca es la solución: hay otras maneras

Berta Muñoz Castro

Martes, 27 de diciembre 2016, 15:20

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Tenía clarísimo que iba a escribir sobre pomadas para el culete del bebé (he dado con una buena fórmula después de meses de desesperación), pero este reportaje tendrá que esperar porque acabo de leer un testimonio que me ha dejado tan ojiplática que necesito compartirlo con muchos padres, cuantos más mejor.

La 'culpable' del cambio de planes es vanesaalejandra, una madre que consiguió quitar a su bebé la manía de morder y de escupir la comida en cuestión de segundos. Y así lo explicaba el 13 de junio de 2008 en el foro de En femenino. Ojo a la solución, que no tiene desperdicio. Va textual:

«Mi hija tambien mordia hasta que... se q va a sonar mal pero a mi tambien me tenia frita y un buen dia me mordió con tal gana q yo le mordi tambien no muy fuerte claro pero a partir de ese momento dejo de hacerlo y lo mismo con escupir la comida llené mi boca con papilla y se l tiré. no le gusto nada y otra cosa q dejo de hacer».

No quiero ni imaginar lo que llegaría a hacer esta madre si a su hija le diera por soltar guantazos, pellizcar o jugar con los excrementos, una etapa por la que pasan muchos niños.

Dicen en la web Crianza Natural que «si respondes rápidamente al primer intento de morder, con claridad y amabilidad, no habrá una segunda vez» y que si tu hijo «repite un mordisco, puede ser por dos cosas: que tus respuestas no han sido lo suficientemente claras o que la razón por la que ha empezado a morder no se ha resuelto».

Pero, ¿por qué nuestro retoño hinca los incisivos?

Los expertos aseguran que cuando cumplen el primer año de vida y hasta los tres, los pequeños muerden para expresar necesidades, deseos o sentimientos. Unos muerden para comunicar frustración (cuando no pueden decir que algo o alguien no les gusta). Otros sueltan bocados cuando están agobiados, por ejemplo, al jugar en grupo. Los más cucos suelen utilizar los mordiscos para ver qué efecto provocan y aprenden rápidamente que producen una reacción grande tanto en los niños a los que muerden como en los adultos que lo presencian.

Para los niños más pequeños (8 a 24 meses) morder es un estímulo oral (les gusta esa sensación) y la mayoría, durante la etapa de la dentición, muerden porque les alivia el dolor. Seguro que habéis oído a alguna mamá decir que su hijo le mordía el pecho cuando estaba mamando (en la noticia adjunta tienes algún truquillo para estos casos).

Pongámonos en lo peor, no hemos frenado el primer bocado y nuestra criatura muerde por sistema. Estamos desesperados, avergonzados, nos sentimos culpables y, cada vez que le recogemos de la guardería, vamos rezando para que solo haya usado los caninos en el almuerzo. Si ya estamos por estos lares, es el momento de pararse a pensar.

¿Qué podemos hacer para que deje de morder?

Observar para comprender el propósito de los mordiscos y la necesidad que satisfacen. Hay que cargarse de paciencia hasta corregir esta conducta y no olvidar que los resultados llegan a largo plazo.

1. Piensa en cuándo y por qué tu hijo muerde. ¿Es cuando juega con otros niños? ¿Muerde cuando otro niño le quita un juguete? ¿Sucede cuando otros niños lo agobian?

2. No debemos perderlo de vista ni un segundo cuando el niño esté en una de esas situaciones (en el parque, en un cumpleaños, con sus primos...). Quédate siempre cerca o túrnate con alguien para evitar que suelte un bocado, nuestra presencia le dará seguridad y podrás intervenir rápidamente. Además, si ves que las emociones de tu hijo están subiendo de nivel, puedes llamar su atención a otra actividad como bailar, pintar o jugar algo.

3. Si ha mordido, a pesar de nuestros esfuerzos, lo aconsejable es mantenerse tranquilo y no castigar al niño. Asegúrate de que ambos niños están bien y aparta a tu hijo para explicarle de forma calmada que lo que acaba de hacer no está bien. Los niños, por muy pequeñines que parezcan, saben perfectamente que lo que han hecho no es lo correcto. Hablar con ellos funciona, de verdad.

Los expertos indican que los castigos causan resentimiento que, con el tiempo, pueden hacer que el niño siga con comportamientos inadecuados.

4.Hable con todas las personas que rodean al retoño (abuelos,tíos, profesores...) y escucha las estrategias que usan cuando el niño muerde e intenta que todo su entorno actúe de las misma manera después de que muerda. Mención especial tienen los profesores del pequeño. Si te parece que tienen la situación controlada, pregúntales cómo abordan los mordiscos. Los maestros suelen atesorar trucos ingeniosos para resolver problemas de comportamiento que merece la pena probar también en casa.

5. Desmitifica el acto de morder. Habla acerca de morder y explícale que se muerden los alimentos, no a las personas. Además, cuando resuelva una de esas situaciones sin morder alaba su conducta una y mil veces.

6. Lo más importante es tener siempre una actitud amorosa, aunque te den ganas de gritarle o castigarle. Nos debemos poner en el lugar de los niños y ser conscientes de que en muchas ocasiones el no poder expresar sus sentimientos deriva en este tipo de impulsos.

Eso sí, si pasado un tiempo y poniendo toda la carne en el asador no conseguimos que mejore o acabe con la manía de morder, es aconsejable trasladar el problema al pediatra y, si fuera necesario, acudir a un psicólogo infantil.

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