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La soprano navarra Sabina Puértolas. E. C.

«No pretendo gustar a todo el mundo»

La soprano navarra Sabina Puértolas afronta la segunda función de 'Luisa Fernanda' como en casa, porque su marido es de Mieres: «Soy yo más asturiana que él»

AZAHARA VILLACORTA

Viernes, 21 de junio 2019, 06:05

La soprano navarra Sabina Puértolas iba para bióloga y, de hecho, empezó la carrera en Pamplona, pero cuando estaba en segundo una beca se cruzó en su camino para llevarla a Italia a seguir estudiando canto y convertirse en una de las voces más sobresalientes de nuestra lírica. Mañana, esta mujer que desprende entusiasmo y que ya hizo la 'Luisa Fernanda' de Sagi en el papel de la Pantalonera en La Scala, vuelve a subirse a las tablas del Campoamor para interpretar a la Duquesa Carolina. Y está como «en casa».

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-No todos saben que está casada con un mierense...

-¡Sí! De hecho, tengo una tía política allí y mis suegros, que son de Mieres, viven en Gijón. Creo que soy más asturiana que él y tengo muchos amigos aquí. El Cabrales y la sidra me vuelven loca y cada vez que vengo, engordo. No paro de comer. ¡Así que es imposible no engordar! ¡Qué horror! (Ríe).

-Sé también que él es piloto y que usted odia hacer maletas y tacha los días que pasa fuera de casa en un calendario.

-Lo bueno es que ahora es piloto de largo destino y vuela mucho menos que antes. Y lo de las maletas cada vez lo llevo peor. No sé si será por la edad o porque mi hijo ya es mayor, pero metí ropa pensando que era verano y mi amiga (la soprano Ana Nebot, que hace el papel de Rosita) ha tenido que dejarme un plumífero. ¿Cómo podía yo pensar que en junio iba a ponerme un plumas? (Ríe)

-Además de abrigarse, ¿cómo anda de voz?

-La verdad es que estoy contenta. Tengo salud vocal y física en general y pido que todo siga así. Mientras haya salud en las cuerdas vocales, a disfrutar, que es a lo que salgo al escenario. A lo mejor, me cambió un poco cuando estaba embarazada, pero no lo he notado mucho.

-De hecho, ya hizo 'Luisa Fernanda' embarazadísima.

-Debuté la Pantalonera en La Scala y luego la canté en Washington. Mi hijo nació el enero de 2005 y yo la hice en noviembre de 2004. ¡Me dejaron volar por los pelos porque estaba gordísima! La prueba es que Pepa Ojanguren, al mando del vestuario, cada vez tenía que meter más tela en el vestido porque aquello iba rapidísimo (Risas).

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-¿Cómo es esta Duquesa Carolina vocalmente?

-Pasa lo que pasa siempre con las sopranos en la zarzuela: que tienen que tener un centro y, después, tener agudos. Y deben sonar, tanto el centro como el agudo, limpios y sueltos. Eso es complicado. Aunque sea un papel que no tenga un aria ni sea aparentemente difícil de cantar, sí reviste una dificultad importante, que es que todo suene igual de limpio y de puro. Tienes que dar tanto graves como agudos y eso es muy complicado siempre.

-¿Se pone nerviosa antes de salir a escena?

-Si pienso que me voy a poner nerviosa, igual ocurre. Así que soy una experta en engañar a mi mente. No: lo que voy a hacer es disfrutarlo, porque, además, considero a los que están en el escenario una gran familia. Y a los técnicos, maquilladoras, vestuario... Nos conocemos de años y salimos siempre a pasárnoslo bien. Únicamente no conocía a Davinia Rodríguez (Luisa Fernanda) y nos hemos caído fenomenal. Juan Noval-Moro, Ana Nebot... Óliver Díaz en la dirección musical... Encuentro mucho cariño y me siento muy a gusto.

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-¿Nunca se pone diva?

-Eso se lo tienes que preguntar a ellos, pero yo creo que no. Me gusta mucho sonreír, bromear y que la gente se lo pase bien, porque así es como me lo paso bien yo también. Dicen que soy un poco chula, eso sí. Pero creo que eso va en los genes (Risas).

-¿Sagi es muy exigente?

-Tiene las cosas muy claras y te ayuda a llegar al punto exacto donde él quiere que estemos.

-Tengo entendido que no lee las críticas.

-Siempre te llega alguna, pero no pretendo gustar a todo el mundo. Solo pretendo hacerlo bien y creo que, mientras que tenga la voz sana, tampoco lo estaré haciendo tan mal. Somos como un atleta al que, cuando descansa y se tomas las pausas necesarias, su cuerpo le responde. La voz es igual. Hay que mimarla.

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-La perdió cuando volvió de Italia por un disgusto amoroso...

-Sí. ¡Cosas que pasan en la vida! No sé si llamarlos problemas amorosos o idiotez, pero eso fue antes de conocer a mi marido (Ríe).

-¿Y el mundo se ha perdido a una gran bióloga y cantante de jotas?

-Bióloga no lo sé, pero cantante de jotas la verdad es que sí. Hasta los catorce o quince años, solo cantaba jotas. Conservo una grabación de cuando tenía nueve y ahora flipo de cómo podía tener esa voz y tanta picardía.

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