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«Te agradecemos tu abnegación en los años difíciles y tu cariño a lo largo de toda nuestra vida»

Fallece la madre de Antonio Trevín, expresidente del Principado, que quiso despedirse con una emotiva carta que subió a su perfil de Facebook

PPLL

Jueves, 23 de febrero 2017, 06:57

Carlota Lombán Rodríguez, madre del diputado nacional del PSOE y ex presidente del Principado Antonio Trevín, ha fallecido en Gijón a los 88 años de edad. El funeral se celebrará hoy, a las cinco de la tarde, en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Fátima. Trevín, en la imagen, recibió ayer las condolencias de amigos y compañeros de la actividad política.

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El expresidente regional quiso despedirse de su madre con una emotiva carta que colgó en su perfil de Facebook.

Carlota, del Kiosco y de Santalla

Carlota Lombán, mi madre, acaba de morir a los 88 años. Perteneciente a la generación nacida antes de la cainita guerra y criada en la intolerante posguerra fue capaz de sobrevivir a una y otra sin perder dignidad ni sensibilidad.

Hija de republicano represaliado, pasó angustiada niñez y juventud por la suerte de su padre en Santa Eulalia de Oscos. Su casa natal, el Tombo, construida por su abuelo paterno, José María, un notable herrero, trabajador y muy habilidoso, fue para ella un faro de referencia a lo largo de toda su vida.

Casada a la edad de 28 años con un transportista, Antonio Trevín, de a Ponte Nova, con el que se sumó a la corriente migratoria de la Asturias rural al Aviles de la naciente Ensidesa. Tras algunos años por la Villa del Adelantado, Raíces Viejo y Salinas, llegó a la Calzada en 1968.

El fallecimiento por cáncer de su marido, mi padre, y por atropello del suyo, con un mes de diferencia, le obligaron, a cambiar radicalmente su vida en 1972. Con 44 años, viuda, con dos hijos menores y una madre mayor a su cargo, se vio obligada a buscar medios económicos para mantener a todos ellos. Así nació el Kiosco Carlota de la calle Brasil.

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En el bajo que todavía hoy lleva el mismo nombre y en el que se ejerce la misma actividad, encontró respuesta a sus problemas económicos y , en muchas ocasiones, modo de expresar su sensibilidad social. Eran años duros para muchas familias del barrio de la Calzada, al que quedó ligada para siempre por vecindad y agradecimiento.

No le resultó fácil. Jornadas al público de hasta 16 horas, largos itinerarios por talleres periodísticos y distribuidoras para recoger revistas y diarios y hasta algún atraco en años de plomo por las calles del barrio : "Pobres yo creo que eran conocidos y la pistola seguro que no era de verdad", repetiría muchas veces después, pensando internamente que quizás fuera alguna de las de juguete que ella misma vendiera.

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Los clientes, familias de la calle Brasil y adyacentes, la acompañaron ya el resto de su vida. Sobre todo los que siendo niños encontraron en su Kiosco el deseo de sus ilusiones o un lugar de refugio mientras sus madres tenían que trabajar. No hubo espacio gijonés, desde el hospital de Jove al Paseo de Begoña, en el que alguno de ellos la saludara recordando sus años infantiles.

Nosotros, mamá también te lo agradecemos, Miguel y yo, Lara y Luisa. Tu abnegación en los años difíciles y tu cariño a lo largo de toda nuestra vida. Te vas tranquila, con la satisfacción de una vida plena y la serenidad de quienes saben que han cumplido con los suyos, la familia y todos aquellos que en algún momento necesitaron de tu humanidad. ¡Hasta siempre!

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