«La crisis del PSOE la viví con sonrojo, no fue una gran aportación a su historia»
Jesús Sanjurjo Secretario general de la FSA en la Transición ·
«Barbón está siendo un referente de liderazgo, tengo la percepción de que tiene una larga trayectoria por delante en este país»Jesús Sanjurjo (Abres, Vegadeo; 1954) fue elegido secretario general (secretario político en la terminología del momento) de la Federación Socialista Asturiana en 1975, ... en vida de Francisco Franco y por lo tanto en clandestinidad. Ocupó el cargo hasta 1988, salvo el obligado paréntesis para cumplir el servicio militar. Considerado una de las figuras claves del socialistamo asturiano en la Transición, hace un repaso de los tiempos convulsos que le tocó vivir y de la situación actual del partido con motivo del 120 aniversario de la federación.
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–¿Cómo recuerda aquellos años?
–Los recuerdo como una vivencia importantísima por ser un momento político de extraordinaria relevancia y en el que asumo con 21 años la hoy denominada secretaría general de la FSA en la clandestinidad y la ilegalidad, aunque con una fuerte convicción y certidumbre de que, antes o después, la prolongación del régimen sin Franco era inviable. Pero eran momentos complejos en los que al riesgo personal se unía la esperanza de conseguir una sociedad mejor y más libre.
–Además de las dificultades propias de la época, en clandestinidad, aquella etapa marcó un cambio generacional en el partido y una sacudida ideológica. ¿Era necesaria?
–El traslado de las direcciones del partido del exilio al interior de España implicó, no solo un relevo generacional drástico, sino mucho más. Creo que fue la clave del éxito del PSOE en la salida de la dictadura porque las personas que asumimos la responsabilidad de gestionar la estrategia política del partido éramos gente que estaba en España, en contacto con las vivencias y demandas de la sociedad española.
–Salvando las distancias, ¿se puede encontrar un paralelismo entre aquella etapa y la que vive ahora el PSOE, con un nuevo cambio generacional y de sacudidas internas ideológicas?
–Paralelismos siempre se pueden establecer, pero entiendo que son escenarios muy distintos. En aquella época luchábamos contra la dictadura y después por la redacción de una Constitución y la consolidación de unas libertades. Ahora la situación política es diferente, aunque nunca se puede perder de vista la defensa de la democracia.
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–¿Cómo vivió usted la última crisis del PSOE?
–Honestamente la viví, si bien desde fuera de la batalla, con mucha preocupación y en algunos momentos con cierto sonrojo, para qué voy a decir lo contrario. Espero y confío que no volvamos a repetir este tipo de situaciones porque no fue una gran aportación a la historia del partido. Pero lo pasado, pasado está. Las instituciones orgánicas del partido funcionaron, los militantes decidieron y ahora hay una dirección elegida por el conjunto del partido.
–¿La damos por superada?
–Quiero pensar que sí. El tiempo todo lo cura.
Oficialidad del asturiano
–Usted, que formó parte de la comisión encargada de la redacción del Estatuto de Autonomía hace ahora 40 años, ¿se imagina en estos momentos de crispación política tener que alcanzar algún tipo de acuerdo de ese calado?
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–Es difícil imaginárselo porque ahora la dificultad de llegar a acuerdos, incluso en asuntos de una importancia mucho menor, es enorme. Imagino que aquellas circunstancias obligaban a alcanzar acuerdos y también, quizá, la personalidad de los propios dirigentes políticos lo facilitaba.
–¿Estamos ahora ante un perfil político diferente al de entonces?
–No sé si son perfiles radicalmente distintos, lo que sí es verdad es que la dificultad de salirse de lo simple, de la consigna fácil, la frase corta y el impacto en las redes sociales condiciona mucho la acción política de hoy.
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–Dice que en su época las circunstancias obligaban a buscar acuerdos. Hoy vivimos una pandemia y una crisis sin precedentes. ¿No le parece que son suficientemente graves las circunstancias como para que los actuales políticos alcancen acuerdos?
–La verdad es que cuesta trabajo entender cómo se puede polemizar sobre casi todo. Pero creo que hay responsabilidades y responsabilidades en la polarización y la tensión. No todo el mundo está en el mismo plano. Las culpas pueden ser repartidas, pero no de forma igual.
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–¿A quién está señalando?
–Hay un fenómeno mundial del populismo que tiene encarnaciones concretas en España con la irrupción de Vox, que tracciona de manera clarísima y casi violenta al PPhacia posiciones radicales y poco responsables. Ver a la presidenta del PPde Asturias, alternativa al Gobierno, encadenada esta semana al Parlamento del que forma parte fue algo absolutamente grotesco. Las responsabilidades pueden ser generales, pero hay quienes tienen mayor protagonismo.
–Volviendo al Estatuto de Autonomía. ¿Es el mejor momento para abordar su reforma e introducir la oficialidad del asturiano?
–No sé si es el mejor momento. No tengo una posición muy favorable hacia esa reforma, pero por respeto a los actores políticos actuales no debo hacer ninguna valoración demasiado concluyente.
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–Usted convivió políticamente con el otrora dirigente sindical José Ángel Fernández Villa. ¿Se hubiera imaginado en algún momento que se estuviera quedando con el dinero del SOMA?
–Fue una gran decepción. Nunca fui capaz de imaginar semejante práctica de corrupción y de deslealtad con la propia organización que lideraba.
–¿Es Villa el único responsable de lo ocurrido en el sindicato?
–Quien haya conocido el modo de liderar el sindicato minero de José Ángel Fernández Villa tiene pocas dudas de que, si algo se hacía en el SOMA, pasaba por su decisión personal.
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–Sus primeros contactos con la política están ligados a las visitas a su tío en la cárcel, preso político del franquismo. ¿Cómo digiere ahora el uso del término 'preso político' por parte del independentismo catalán?
–Me molesta mucho. Me parece absolutamente una falsedad porque no son presos políticos, sino políticos presos por haber subvertido de manera evidente el orden legal siendo responsables de una institución política como es el Govern de la Generalitat. No se pueden hacer comparaciones entre los presos políticos y exiliados del franquismo con los políticos presos y los llamados 'exiliados' del 'procés'. Por eso las recientes las declaraciones de Pablo Iglesias en este sentido no fueron desafortunadas, sino execrables.
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–Hablando de Podemos. ¿Qué valoración hace del primer Gobierno de coalición en España, PSOE-Podemos?
–Es un hecho. Evidentemente es una realidad con la que hay que convivir. El Gobierno de coalición ha sido el resultado de una aritmética parlamentaria que no tenía alternativa, máxime después de que tras las anteriores elecciones no fueran capaces de formar coalición con Ciudadanos, que hubiera imprimido otro tipo de Gobierno. La posición de Albert Rivera, que pagó las consecuencias de manera abrupta, encaminó a este otro este tipo de acuerdo. Yo hubiera preferido un Gobierno monocolor socialista.
–Eso parece evidente, pero ¿hubiera preferido una coalición PSOE-Cs?
–Hace cuatro años hubiera dicho que sí. Pero hoy, visto lo visto, tengo muchas dudas de que fuera un socio adecuado para un Gobierno del PSOE.
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–¿Quiere decir que, como socio de coalición, el PSOEtiene ahora, de lo malo, lo mejor?
–Digamos que estamos en lo posible.
–Hay dirigentes históricos del PSOE muy molestos con el pacto presupuestario con Bildu. ¿A usted también le incomoda?
–Hay dos planos. El ético y emocional, desde el que se nos hace difícil entender y comprender que Bildu sea un actor aceptable en el juego parlamentario y democrático. Y después otro plano que, pensando en el futuro, es igual o más importante, el de la normalización de la vida política en el País Vasco. Bildu tiene una representación relevante en la sociedad vasca y debe ser tenida en cuenta. Otra cosa es que sean absolutamente exigibles cosas que aún no ha hecho, como el repudio claro y sin matices a la violencia de ETA.
–¿Cómo valora la figura de Adrián Barbón?
–Está siendo claramente un referente de liderazgo en Asturias, no solo en el ámbito del PSOE, sino en la gestión como presidente del Principado y, sin ninguna duda, tengo la percepción de que es un dirigente que tiene una larga trayectoria por delante en este país.
–¿Se refiere a nivel nacional?
–Sí, por qué no. Creo que tiene una gran capacidad de liderazgo, muy buena capacidad comunicativa y que es una persona con virtudes que le permiten llegar a muchos sectores sociales con bastante naturalidad.
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–Usted que vive en Madrid estará al tanto de sus enfrentamientos con Isabel Díaz Ayuso, por la política fiscal primero y por la gestión de la crisis sanitaria ahora...
–Ayuso tiene polémica con todo el mundo. Es la representación más genuina del nacionalismo madrileño. Su frase es 'Madrid es España y lo demás no se sabe'. Como contribuyente que vive y paga sus impuestos en Madrid, evidentemente, sufro diariamente esa Administración autonómica no se puede imaginar hasta qué punto.
–¿Puede sacar pecho Asturias por la gestión de la pandemia?
–La verdad es que ha sido un referente tanto en la gestión de la primera ola como ahora en el proceso de vacunación y, en general, en toda la adopción de medidas a lo largo de la pandemia. La gestión es adecuada, entre otras cosas, porque pone de manifiesto el fortalecimiento de los servicios públicos, que es lo que la administración debe ofrecer.
–¿Cómo está viendo el papel de Adriana Lastra como número dos del PSOE?
–Si bien Barbón tiene una proyección institucional, desde el punto de vista interno del partido, aunque sigo siendo afiliado, no tengo demasiada información porque no estoy participando en cuestiones internas. Pero, indudablemente, su papel es muy relevante.
–Si hay un punto de fricción entre el Gobierno central y el asturiano es la política industrial. ¿Está haciendo el Gobierno central todo lo posible por la industria asturiana?
–No tengo una opinión muy fundada en relación al debate sobre la industria electrointensiva, pero entiendo que si desde Asturias se está haciendo un planteamiento reivindicativo de que la normativa debe ser otra y de que las medidas de apoyo deben ser más claras y más fuertes que las que se han aprobado, seguramente su posición sea la adecuada. Sin duda la actividad industrial es clave para sostener una sociedad avanzada y en el caso de Asturias la actividad industrial fue un vector esencial en el pasado, lo es en el presente y debería serlo también en el futuro. Hay una cultura industrial de muchos años y de larga tradición en la que convive el saber con la voluntad de hacer.
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–Los profesionales se van de Asturias buscando una mejor proyección laboral. Usted es ejemplo de ello.
–Los asturianos como media tienen una formación muy cualificada y eso tiene que ver con su sistema educativo potente. Es verdad que algunas potencialidades que genera el sistema se van a otros lugares, pero es un proceso difícil de enmendar y que no es estrictamente asturiano, aunque está claro que en el Principado hay un problema demográfico grave. Pero la pandemia puede generar nuevas oportunidades y nuevas visiones para afrontar este problema, y el teletrabajo y todos los procesos de digitalización de la actividad económica van a permitir que lugares tan atractivos para vivir, como es Asturias, puedan generar atracción para quedarse e incluso para que otros se instalen.
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