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La Plata. En Argentina hay diecinueve Centros Asturianos.

«No habrá folixa, pero Asturias siempre va con nosotros»

Centros Asturianos. Repartidas por todo el mundo, estas «embajadas emocionales y socio-culturales» de la región tampoco pueden celebrar el 8 de septiembre, aunque prometen vivir el día «con la misma emoción»

AZAHARA VILLACORTA

Martes, 8 de septiembre 2020, 02:27

Sostiene una teoría bastante extendida que, vayas a donde vayas y pase lo que pase, siempre encontrarás a un asturiano y que, por lo tanto, resulta de todo punto imposible que seamos un millón cada vez más escaso. Y la prueba es que, de Melbourne a Barcelona, Torremolinos, Tres Cantos o Torrevieja, pasando por Ginebra, Miami, Pekín, Chile, Uruguay, México o Costa Rica, hay una casa regional con sus grupos folclóricos y sus boleras donde, si este no fuese el año más extraño de nuestras vidas, tal día como hoy, 8 de septiembre, estarían organizando una folixa por todo lo alto con sidra y fabes con su compango para celebrar con todos los sacramentos el Día de Asturias. Un festejo que este 2020 no podrá ser por la distancia social que impone la pandemia en ninguno de los setenta Centros Asturianos repartidos a lo largo y ancho del planeta. Auténticas «embajadas emocionales y socio-culturales» de la región, como defiende Valentín Martínez-Otero, presidente del Centro Asturiano de Madrid, el decano, además la más antigua de las casas regionales españolas, a punto de cumplir 139 años de vida y que agrupa nada más y nada menos que a 3.000 personas. Más que habitantes suman muchos concejos.

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«Será la primera vez que no hagamos nada desde la Guerra Civil», explica Martínez-Otero con un deje de pesadumbre en la voz. Ni pregón -del que iba esta vez a encargarse el exministro Gustavo Suárez Pertierra- ni palabras institucionales, ni misa de campaña ni procesión. Y a «esa tristeza de no poder honrar a Asturias y a la Santina en un día tan especial se suma la que sentimos por la crisis sanitaria que estamos viviendo», resume el presidente de los asturianos en la capital, tocado también porque han sufrido «varias pérdidas entre gente muy cercana», de algunos socios muy queridos. Así que, cuando todo pase, tienen previsto «organizar un homenaje a las víctimas del coronavirus». Un tributo «humilde, pero muy sincero», apunta desde su sede social en la calle Farmacia, donde, a pesar de todo, se ha reunido con algunos de los trece trabajadores del centro (algunos de ellos, todavía en ERTE) para brindar con un culete.

También tiene «una pena muy grande» Elena Hidalgo Prado, presidenta del Centro Asturiano de Zaragoza, donde por estas fechas es tradición nombrar a una Xana, una Xanina y un Xanín y organizar una comida de hermandad «con fabes, compango y arroz con leche traídos desde Infiesto».

«Esto está cerrado por la puñeta del covid, mi amor», explican a miles de kilómetros de allí, en el Centro Asturiano de La Habana, corazón de esa América que tantos emigrantes acogió y continúa acogiendo cuando la necesidad apretó y obligó a miles de asturianos a dejar su hogar para asentarse en otras latitudes. Allí donde las casas regionales siguen erigiéndose como redes de apoyo, escapes de nostalgias y puertos de atraque «donde pasar buenos ratos con los paisanos», recuerda José Manuel García, presidente del Centro Asturiano de Mar del Plata, con trescientos socios y más de un siglo.

Este gijonés que hizo las maletas rumbo a Argentina con solo dieciséis años sigue sintiendo que, a pesar de las décadas transcurridas, Asturias es eso que algunos llaman patria, donde se queda atrapado para siempre el corazón, «el amor por la tierrina»: «Gijón es mi lugar en el mundo. Cada vez que voy lo disfruto todo, lo recorro todo. Para mí no hay ninguna ciudad como esa. Estuve en Oviedo hace dos años, cuando nos entregaron la Medalla de Oro del Principado que se otorgó a los Centros Asturianos centenarios, y en aquella ocasión tuve el honor de salir en la tapa de EL COMERCIO, algo muy especial, porque todos los días os leo por internet, así que estoy al tanto de todo, de mi querido Sporting, de mi Gijón y de mi Asturias, que lo son todo en mi vida».

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Aquella distinción, la máxima otorgada por el Gobierno regional y que reconocía a unas entidades que «se constituyeron en espacios emblemáticos para el encuentro, la acogida y la integración en los lugares de llegada», sigue teniendo hoy más sentido que nunca para «unos socios cada vez mayores que, si no fuera porque están encerrados en sus casas, estarían en el centro, jugando a las cartas».

Solidaridad que continúa siendo de ida y vuelta, afianzando esos lazos de asturianía invisibles capaces de cruzar océanos y que hicieron que, el pasado mes de marzo, el Centro Asturiano de Hong Kong donase 10.500 mascarillas al Principado para hacer frente a la covid. «Una maldita pandemia que también nos está destruyendo económicamente, porque no tenemos ingresos por los alquileres de los salones, pero los gastos siguen estando», lamenta García.

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Y, a pesar de todo, en el Centro Asturiano de La Coruña celebrarán hoy el Día del Bollu, que repartirán «con sumo cuidado» en su local social y sus jardines, además de entregar «unos donativos a la Cocina Económica de la ciudad y a la Asociación Renacer, presidida por un asturiano», mientras que el de Buenos Aires (con más de 3.500 socios) organizará una 'Fabada de Covadonga' virtual, «enseñando a cocinarla por internet».

Y aunque «este año no habrá folixa ni gaitas ni espicha en Long Island y todo está en 'stand-by», concluye José Agüera desde el Centro Asturiano de Nueva York, donde este belmontino apenas lleva 49 años, allí lo vivirán «con la misma emoción, porque Asturias va siempre con nosotros. Un asturiano siempre hace patria allá por donde va y sabe bien que nunca llovió que no escampara».

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