¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
La presidenta del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló. Efe

La presidenta del Supremo reivindica la independencia de los jueces tras la condena al fiscal general

Perelló subraya que solo con esa premisa habrá «Estado de derecho» y «democracia representativa», al tiempo que lanza «un mensaje de serenidad, de moderación y de confianza»

Miércoles, 26 de noviembre 2025, 22:11

En los tensos días transcurridos desde la condena al dimitido fiscal general, Álvaro García Ortiz, por revelar información reservada sobre el novio de Isabel Díaz ... Ayuso, sujeta a la polarización que marca el debate político español, no se había escuchado un pronunciamiento oficial en el seno de la Magistratura. Lo ha protagonizado este miércoles por la noche la presidenta del Supremo -el tribunal sentenciador de esta causa- y del Consejo General del Poder Judicial, quien ha aprovechado su presencia, como galardonada, en una entrega de premios para lanzar «un mensaje» a la ciudadanía de «serenidad, de moderación y de confianza» en el funcionamiento del sistema y hacer un canto a la independencia de la Judicatura porque sin ella, ha proclamado, «no hay Estado de derecho ni democracia representativa». No ha habido mención expresa a la histórica inhabilitación de García Ortiz, en una medida e institucional intervención. Pero quien escuchara a Perelló conocía el delicado contexto en el que estaba efectuando su defensa de los togados como ella misma.

Publicidad

Perelló fue reconocida, precisamente, con el Premio a la Independencia de Confilegal horas después de encabezar el pleno del CGPJ que avaló por unanimidad la elección por el Gobierno de Teresa Peramato como nueva fiscal general. Una elección que, más allá de las reservas derivadas de un contexto convulsionado por la inédita causa que colocaba al jefe de la Fiscalía ante los magistrados del Supremo y de las acusaciones contra el Ejecutivo de Sánchez de intentar controlar la institución, ha ejercido un efecto balsámico al menos en estos primeros compases; apaciguamiento al que ha contribuido el espaldarazo del Consejo a Peramato, cuando su predecesor había sido el primero en democracia en ser evaluado como «inidóneo» para el cargo antes de que se desatara el caso sobre la pareja de la presidenta madrileña.

Perelló, de orientación progresista y que desde que asumió el cargo hace 14 meses no ha eludido la discrepancia con el Gobierno cuando el presidente y sus ministros han censurado la actuación judicial en las causas que los afectan, ha salido al paso de la tormenta provocada por el fallo de la Sala de lo Penal del Supremo que ella preside con una alusión implícita a la polémica. Las decisiones judiciales, ha dicho, «pueden -y deben- ser objeto de crítica y someterse al escrutinio pública»; es más, «la crítica razonada contribuye a perfeccionar el sistema y, lejos de debilitarlo, lo fortalece». Pero la «legítima» divergencia, ha advertido, ha de expresarse con «respeto» a la «función constitucional» de la Magistratura, «a la complicada labor de juzgar», a un «difícil cometido que requiere estudio, reflexión, serenidad y prudencia y que se desarrolla en unos tiempos necesarios para dictar resoluciones motivadas y razonadas». Que los juzgadores de García Ortiz emitieran el pasado jueves su veredicto sin el contenido, aún, de la sentencia se sitúa entre los factores de reproche al tribunal comandado por Andrés Martínez Arrieta.

En su alocución y citando un artículo del historiador británico Timothy Garton Ash sobre la defensa de las democracias frente a los populismos, Perelló ha hechos suyo que ese propósito convierte en «necesidad vital» la existencia de un Poder Judicial independiente sometido, en el caso de España, «al imperio de la Constitución y de la ley». Y ha citado también el discurso de uno de los padres de la Carta Magna, Miquel Roca, en el 50º aniversario de la restauración de la Monarquía tras la muerte de Franco para decirse convencida de que «todos» a los que se dirigía ella comparten el mismo «mensaje de serenidad, basado en tres pilares fundamentales: la defensa del ordenamiento constitucional, la fidelidad y lealtad a las instituciones y el respeto a la discrepancia, siempre desde comportamientos constructivos».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad