García Egea dimite y Casado prepara su salida
El sacrificio de su número dos y la perdida de respaldos deja contra las cuerdas al líder de los populares
Pablo Casado ha perdido totalmente el control del PP. La rebelión, que comenzó ayer en su núcleo duro, se ha extendido a la dirección del grupo parlamentario que ha exigido en una carta al presidente del PP la destitución inmediata del secretario general, Teodoro García Egea, y la convocatoria de un congreso extraordinario para pasar página y elegir un nuevo liderazgo. El presidente del partido ha dado ya ese paso y convocará el cónclave el próximo martes en la reunión de la junta directiva nacional. García Egea, su fiel escudero y persona de absoluta confianza, ha anunciado también su marcha.
El presidente del PP ya estaría preparándose para anunciar su salida «en las próximas horas», según ha podido saber ABC de fuentes próximas al líder popular. En estos momentos, Casado medita con su círculo más íntimo la fórmula con la que comunicar su decisión, motivo por el que se está retrasando la convocatoria formal de la Junta Directiva Nacional anunciada para el próximo martes. Llegados a este punto de presión política y mediática, el presidente del PP ha pedido a su círculo más íntimo que le ayuden a encontrar una salida «lo menos dolorosa posible».
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Una imparable hemorragia de apoyos desde los barones hasta el núcleo duro
El cese del murciano fue la primera demanda de los barones críticos a Casado, por la forma en la que se había gestionado el enfrentamiento con Isabel Díaz Ayuso, pero el presidente del PP se negó a dar su cabeza. Cuando el líder popular se mostró dispuesto a prescindir de su número dos, a los barones ya no les bastaba y exigieron su dimisión y la convocatoria de un congreso extraordinario.
Anoche, después de permanecer atrincherado durante nueve horas junto a su núcleo duro en el cuartel general de Génova, el líder del PP utilizó sus atribuciones al fin para convocar al máximo órgano entre congresos para medir fuerzas contra los barones y el resto de quienes que llevan desde el viernes señalándole la puerta de salida. La avalancha de dimisiones, de deserciones y de pronunciamientos de dirigentes y parlamentarios con los que contaba para resistir le han hecho recapacitar. Casado sabe que sus horas están contadas y tratará de busca «una salida digna».
Tras estallar la guerra con Isabel Díaz Ayuso, los barones fueron los primeros en posicionarse a favor de zanjar la crisis con profundos cambios internos. Alberto Núnez-Feijóo, erigido de nuevo en portavoz referencial ante «el colapso» -así lo definió él mismo- que atenaza al partido, ha mantenido contacto con el resto de presidentes para tomar el pulso del partido y presionar a la direccióna buscar una «salida inmediata» para cerrar la «hemorragia» cuanto antes. El gallego ha recabado el apoyo hasta ahora de doce barones. El último ha sido el murciano Fernando López Miras, íntimo de García Egea, que este martes ha reclamado la convocatoria del cónclave.
Ganar tiempo
Casado ha convocado mañana por la tarde a los presidentes del partido regionales tras la jornada epiléptica de este lunes para abordar la convocatoria del congreso y la agenda de la junta directiva. La posición de los líderes territoriales ya la conoce porque, después de pactarla el domingo pasado, se la transmitió Feijóo: quieren que se aparte y que haya un cónclave extraordinario.
Feijóo le había requerido por la mañana y públicamente a Casado una «última decisión». Lo que se interpretó como una apelación a que dimita y dé paso a un congreso de urgencia que sustituya al ordinario fijado para julio, con el fin de frenar la sangría y buscar un revulsivo con una nueva dirección.
Pero Casado se planteó dar la batalla tras constatar que contaba con un apoyo mayoritario de presidentes provinciales y también regionales y convocó la junta directiva nacional. Los estatutos del partido prevén ese cónclave forzoso si así lo decide la junta directiva por dos tercios de todos los cargos que congrega el órgano: más de 400, aunque medios del partido constatan que raramente suelen superar los dos centenares. «Con esto solo gana tiempo», dicen desde distintos territorios, que no descartan que aquellos cargos que ahora le muestran lealtad, cambien su voto a la hora de la verdad.