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Alejandro Portes viaja hacia a Asturias, adonde llegará mañana para recibir su premio. ABC

Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales | «Estamos al inicio de una ola de desplazamientos climáticos en el futuro»

Alejandro Portes Premio de Ciencias Sociales«O frenamos el calentamiento global o vamos a ver cosas más serias que cientos de africanos llegando en patera a las costas de Almería»

M. F. ANTUÑA

Martes, 15 de octubre 2019, 02:29

Alejandro Portes nació en La Habana en 1944 pero lleva más de medio siglo viviendo en EE UU. Este sociólogo empeñado en entender el complejo mundo de las migraciones sabe en propias carnes lo que es abandonar una casa para buscar otra. El viernes recogerá el Premio Princesa de Ciencias Sociales y será mañana cuando llegue a Oviedo y suenen para él las gaitas a las puertas del Reconquista.

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-¿Por qué el miedo al otro?

-Por el temor a lo desconocido, a quienes son cultural, racial o linguísticamente diferentes. Pero no todo el mundo le tiene miedo al otro y además depende de quién es el otro; si el otro es blanco, rubio y protestante no le tienen ningún miedo en EE UU, pero si es hispanohablante y mestizo, la resistencia existe y se apoya en el movimiento nativista.

«La vía española de abrir fronteras a los inmigrantes es demasiado generosa»

-Pero si el mestizo tiene cinco millones de dólares en el banco no hay resistencia.

-Sí, pero hay muy pocos de esos.

-Pero usted sabe que el permiso de residencia y la nacionalidad se dan comprando un piso.

-Eso lo están haciendo todos los países desarrollados, España, Portugal, EE UU. Es vender visas para atraer a los inversores, y también sucede para atraer profesionales. A mí esa práctica no me resusta simpática, estar vendiendo la nacionalidad por dinero es de mercaderes del templo.

-¿Cuál es la política migratoria correcta? ¿Hay algún ejemplo?

-España lo ha hecho bastante bien, quizá con algunas excepciones. El proceso de integración ha sido relativamente suave, mucho más que en otros países europeos, y ya estamos viendo el surgimiento de una generación de hijos de inmigrantes que se han incorporado a puestos profesionales. Hasta recientemente España podría servir como modelo para otros países, aunque la llegada de este flujo que está entrando por el Mediterráneo abre un nuevo capítulo y genera desafíos no resueltos.

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-¿Qué más desafíos se plantean?

-Sabemos cuál es la estructura básica que llevan estos flujos migratorios. La fractura socioeconómica del mundo, el hecho de que frente a una vida sin perspectiva haya muchos jóvenes que se arriesguen para llegar a Europa, no va a cambiar, el desafío es cómo manejar esos flujos, que es imposible que sigan en una forma caótica y descontrolada, sin posibilidades de una integración viable. Ante ese desafío está la vía italiana, tratar de cerrar las fronteras, que no va a funcionar a largo plazo, porque la presión va a continuar y por la resistencia de muchos europeos que lo encuentran políticamente cruel. La vía española de abrir fronteras es demasiado generosa y tampoco funciona. Hay que establecer convenios con los países de donde parten estos flujos para frenarlos in situ, poner en marcha programas organizados de visas temporales. Media España está despoblada, quizá se pueda suplir la implosión demográfica facilitando la incorporación de emigrantes, pero no puede ser a tontas y a locas como está ocurriendo.

-¿Quiere decir que en política migratoria se improvisa siempre?

-No es que improvise el Gobierno, es que enfrenta al hecho consumado de la llegada de jóvenes en patera y no puede permitir que se ahoguen, pero, al dejarles entrar, ni el Gobierno ni la sociedad están preparados para ello y eso crea un problema de integración en el futuro. No se ha llevado a cabo ninguna investigación sobre estas migraciones, en este momento nadie sabe qué está pasando. El desafío requiere investigación detallada.

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-¿A usted qué cuerpo se queda cuando ve las imágenes del 'Open Arms' vagando sin puerto?

-Asombro, compasión, comprensión, pero también alarma. Esto es un éxodo del Tercer Mundo que viene en busca de mejores oportunidades. Hay un continente entero al sur del Mediterráneo en el puede hacerse más común que las personas quieran escapar y el destino es Europa. Si vamos a estar continuamente rescatando inmigrantes hay que generar un programa claro de integración, de incorporación y de retorno a los que no tienen por qué haber venido. No hay razón para que todos los que vienen tengan que ser admitidos por el mero hecho de haber llegado.

-¿Y cómo le deja el cuerpo ver a un niño llorando en un centro de detención estadounidense?

-Lo mismo. Las caravanas que vienen de Centroamérica a la frontera de EE UU conforman un fenómeno muy similar al del Mediterráneo: huyen de la miseria, la inseguridad, la violencia generalizada, pero allí se les recibe con mucha menos compasión, lo más que se hace es ponerles un grillete en el tobillo y se les deja ir por un tiempo .

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-¿Si pudiera decirle un par de cosas a Trump?

-Le diría que se dejara de nativismos y que se comporte como el líder de un país maduro.

-¿Es un país maduro aquel que vota a Trump?

-Estados Unidos debería ser un país maduro, porque es el líder del mundo, y debería dar ejemplo, si no bajamos la Estatua de la Libertad, que está en Nueva York como símbolo de la presencia moral de Norteamérica en el mundo.

-La ultraderecha también pega fuerte en Europa.

-España se ha salvado hasta ahora, pero eso no puede continuar indefinidamente porque los flujos incontrolados y inexplicados tienden a generar resistencia por parte de los nativos que se traduce en movimientos extremistas. En España ya vemos la señal.

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-Hablamos del Mediterráneo y América, pero hay más.

-Están los casos terribles de Birmania, la persecución étnica de los musulmanes en la frontera oeste de China, los desplazamientos dentro de África o en Asia...

-¿Y qué pasa con los refugiados climáticos?

-Todavía no existen en gran medida, pero es posible que podamos ver más en el futuro. Ya hay áreas que enfrentan crisis: la capa permafrost en Siberia, los continuos fuegos en California, los huracanes en el Caribe, la posibilidad de que una ciudad global como Miami desaparezca en el océano en los próximos 50 años... Todo ello nos lleva anticipar una de las consecuencias más graves del recalentamiento global y la urgencia de hacer algo. Los lugares más afectados son las pequeñas repúblicas del Pacífico meridional que, literalmente, se están hundiendo en el mar y muchos de cuyos gobiernos han comprado tierras en Australia y Nueva Guinea para trasladar a su población porque ven el futuro llegar. Esto podría considerarse el inicio de lo que puede ser una tremenda ola de desplazamientos climáticos en el futuro.

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-¿No podemos ser optimistas?

-El mundo enfrenta problemas muy serios y la cuestión climática es una prioridad, hay que ser muy optimista para pensar que todo se va a resolver antes de que ocurran catástrofes. Tenemos que prepararnos para tratar de enfrentarlas o prevenirlas. O paramos el cambio climático o vamos a ver cosas más serias que la llegada de unos cientos de jóvenes africanos en patera a las costas de Almería.

-¿Contento de recibir este premio?

-Es un broche de oro para mi carrera, que llega ya prácticamente a su final.

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