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Luis Pizarro hablará el próximo día 20 en la ceremonia del Campoamor. FOTOS: DNDI
Luis Pizarro. Director ejectivo de la Iniciativa para Enfermedades Desatendidas

«Ganar dinero no puede ser la única razón para decidir qué enfermedades se investigan»

Leerá discurso en el Campoamor en la entrega de los Premios Princesa, en el que reivindicará la salud para todos

M. F. Antuña

Gijón

Domingo, 8 de octubre 2023, 01:32

Será Luis Pizarro una de las personas que pronuncie discurso en el Campoamor el próximo día 20 en la ceremonia de entrega de los Princesa ... de Asturias. Y tendrá contenido y reivindicación lo que diga, porque la organización de la que es director ejecutivo, la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (The Drugs for Neglected Diseases initiative, DNDi), premio de Cooperación Internacional, tiene mucho que exigir a gobiernos, instituciones, empresas y sociedad civil. Es cuestión de salud pública. Estará este médico chileno francés que ha hecho del mundo su lugar en Asturias junto con colegas de distintos continentes, participará en un buen número de actividades y no niega que le inquieta saberse cerca de la gran Meryl Streep o de Haruki Murakami.

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-Es una de las personas que va a pronunciar discurso, con Meryl Streep al lado, así que no será fácil elegir las palabras.

-Le comentaba a un colega hace poco que no me gusta leer discursos porque encuentro que es poco espontáneo, a veces es mejor lanzarse con lo que uno tenga dentro, pero visto que Meryl Streep hace un discurso también, que es una ceremonia formal e impresionante, al final llegaremos con algo bien preparado, porque el Premio tiene una repercusión en España e Iberoamérica súper fuerte y es una suerte para nosotros poder transmitir ciertos mensajes y poder hablar de personas de las que nadie habla.

-¿Habrá reivindicación entonces?

-Nosotros, de alguna manera, somos el portavoz de los enfermos, de las personas que contraen estas enfermedades desatendidas, pero también de todos los trabajadores médicos, enfermeras, que están en el día a día en nuestro equipo con ellas, de modo que cuando se da la posibilidad de tener un espacio para contar lo que viven y lo que los profesionales están haciendo, obviamente, lo tenemos que hacer. Pero más que reinvidicación es explicar también que todo el mundo puede hacer algo respecto a esto, porque a veces se piensa que quizá solo los médicos e investigadores pueden y finalmente todos han de tener en mente que hay personas que están sufriendo estas enfermedades. Empezar por no olvidarlos es un buen comienzo. Si logramos hacer llegar este mensaje sería estupendo.

-Estas enfermedades tienen poca visibilidad. ¿Ya les ha dado alas y luz el galardón?

-Claramente. Desde que se nos anunció, se nos ha dado la posibilidad de charlar con colegas suyos de televisión, radio, de periódico, ha sido muy importante, porque hemos tratado de explicar lo que podemos hacer. Amigos que tengo en España y otros lugares de pronto me dicen 'eso que tú hablabas de la enfermedad de Chagas que no había entendido bien ahora sí lo entiendo, o sea que no solo está en América Latina, sino también en España y es un problema de salud pública para nosotros', o gente que me ha dicho 'yo no sabía que el dengue era una enfermedad desatendida porque se escucha mucho hablar de ella', y yo les digo que no es lo mismo hablar que desarrollar nuevos medicamentos.

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-Venimos de una pandemia mundial. ¿Qué lecciones hemos aprendido y cuáles no?

-Seamos positivos, el ARN mensajero que permitió desarrollar estas vacunas de forma tan rápida -cuyos creadores recibieron el Premio Princesa de Asturias hace dos años y el Nobel esta semana- es una buena noticia, por cuanto significa que cuando queremos es posible desarrollar, en menos de un año, vacunas o medicamentos para enfermedades que ni siquiera conocíamos. Pero lo que todavía no hemos logrado resolver es cómo se puede distribuir el resultado de la ciencia y estos productos de manera más equitativa en el mundo. Eso nos falta. Forma parte de las discusiones que están en curso en la OMS o Naciones Unidas para tener un acuerdo sobre el tratado de pandemia y que permita que haya cláusulas, condiciones, de forma especial cuando hay fondos públicos dados para la investigación, que aseguren el acceso para gente de menores recursos. Esperamos también que la prioridad para desarrollar estos fármacos no solo ocurra cuando hay una urgencia en Europa o EE UU. En algunas enfermedades en las que estamos trabajando, que datan del siglo XV, sería bueno que empezáramos a utilizar estos progresos para desarrollar medicamentos para ellas.

-¿Es posible una regulación internacional que obligue a compartir patentes para salvar vidas humanas? ¿Que se obligue a priorizar la salud global sobre el beneficio económico?

-Evidentemente, están las reglas, pero está también la voluntad de vivir en una sociedad en la que tenemos ganas de ayudarnos los unos a los otros y eso va más allá de las normas de Naciones Unidas. Se trata de cómo los ciudadanos nos comprometemos. Y nosotros, en los programas que trabajamos, vemos que hay laboratorios farmacéuticos que se unen a nosotros, fundaciones filantrópicas, ministerios de salud... Lo cual quiere decir que, sin una regla internacional, simplemente dándose el espacio y la voluntad, somos capaces con gente muy diferente y de muchos lugares de crear un bien público que va a poder resolver el problema de los más pobres. Se puede si nos damos las ganas y el compromiso.

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-Sí, pero parece que no es suficiente.

-Sí, y por eso se está tratando de llegar a un acuerdo sobre pandemia y nosotros esperamos que en él haya elementos reguladores para que, cuando las vacunas o los medicamentos se desarrollen, lleguen a todo el mundo. Hay que empujar hacia ahí. Si un laboratorio gana dinero con el medicamento que desarrolló, no es problema. El problema es que solo las ganas de hacer provecho te llevan a hacer investigación y desarrollo, porque todas estas personas que no son rentables no van a ser incentivo. Todo es cuestión de equilibrio. Las farmacéuticas son industrias que buscan ganar dinero y sí, de acuerdo, pero no podemos dejar que sea la única manera de decidir para qué enfermedades vamos a hacer investigación y desarrollo. Y esperamos que ahí los gobiernos tomen sus responsabilidades. Viendo todo el dinero público que se da para investigación, deben exigir saber para qué va a servir.

-¿En qué niveles de voluntad empresarial, gubernamental y ciudadana estamos?

-Desde un punto de vista político, es súper heterogéneo. Están los países occidentales, Europa y América del Norte; están todos los emergentes, que se sitúan al lado y que tienen una producción pública muy fuerte en cuanto a ciencia, Brasil, China, India, y después los de más bajos recursos, que están ahí esperando a ver qué les va a llegar de lo que ocurre fuera. En los del norte, no todos tienen la misma perspectiva, algunos, como es el caso de Alemania, defienden la industria local, la consideran una riqueza nacional; y otros, como Noruega, que fueron víctimas de una dificultad de acceso a las vacunas, están totalmente conscientes de la necesidad de transformar el sistema de investigación y desarrollo que tenemos hoy en día. Ya dentro de estos países hay diferencias, pero si los comparas con India, Brasil o China, tenemos posiciones muy diferentes.

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-¿En cuanto a la industria farmacéutica?

-Le diría lo mismo. Hay algunas con las que colaboramos de manera muy cercana y que tienen proyectos de salud global en los que están muy comprometidos, y se lo agradecemos, y hay otros que nos han, simplemente, cerrado la puerta y nos han dado a entender que no les interesa nada invertir las ganancias para desarrollar medicamentos para los más pobres.

-¿La sociedad civil?

-Hay gente muy comprometida y otros que consideran que hay otros problemas. A mí hay quien me dice: «Muy interesante tu amigo latinoamericano, pero yo aquí en la esquina tengo gente que se está muriendo de hambre y me preocupo de ellos primero». Yo les digo: «Espérate un poco, porque el dengue está llegando y te está tocando la puerta en el Mediterráneo y en el sur de Europa». En España hoy el chagas es un problema. Los años que están por venir será una de las mayores causas de trasplante cardiaco en España. Esto quiere decir que ocuparse de un problema no es solo hacerlo de la gente pobre, si no hacerlo de problemas de salud global que nos van a tocar a todos.

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-Ahí el cambio climático marca el camino.

-Absolutamente.

-¿Pero en el fondo a ustedes les va a venir hasta bien?

-Un poco sí, desde la perspectiva de que podamos hablar de esto y crear conciencia sobre estas enfermedades.

-La reciente salida de la nueva vacuna contra la malaria y a un coste bajo, ¿significa que hay esperanza?

-Sí, por eso cuando le hablé de la covid planteé lo positivo que nos ha traído. Pero hay un mensaje que es súper fuerte: la ciencia hoy en día es capaz de hacer mucho más de lo que hace y si no lo hace es porque no nos hemos dado la prioridad. Desarrollar medicación contra la enfermedad del sueño, que transmite la mosca tse-tse, que genera un desorden mental, luego el coma y la muerte, por ejemplo; nosotros creamos una pastilla que permite la cura total y esperamos con el último tratamiento que está saliendo resolverlo en un día y poder eliminar completamente la enfermedad. Tenemos todas las herramientas para hacerlo y podríamos hacer lo mismo con el chagas o la leishmaniasis, si no lo hacemos es porque no hay voluntad ni política ni financiera. Sabemos cómo, como pasó con las vacunas de la covid o la malaria, porque la ciencia nos dio los útiles, la idea ahora es que los políticos y financieros den los recursos. Veamos el vaso medio lleno.

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-Pero también lo podemos ver medio vacío y pensar 'cómo podemos ser tan mala gente de dejar a otros morir'.

-Sí, tiene que haber la conjunción de tres elementos para que las personas quieran hacer algo. Está el sentimiento de emergencia, como ocurrió con la covid; saber que es racionalmente posible, y, en tercer lugar, está la parte moral. Tú puedes pensar 'esto no puede ser, los niños se están muriendo de hambre', pero lo que hay que hacer es que llegue a tu ministro de finanzas y hacerle entender que es menos costoso actuar ahora que después. La idea es unirlo todo: el cambio climático trae el dengue, que es una urgencia, y si invertimos ahora lo que vamos a ahorrar en costos en el futuro es mucho dinero. Es insostenible que teniendo todos los instrumentos no nos ocupemos de ellos. Es posible, es urgente, es costo eficaz y humanamente no podemos no hacerlo.

-¿Los españoles qué tal nos portamos?

-Hemos tenido relación con varias instituciones en España, pero también con AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo), que interviene en muchos países de Latinomérica y vamos a firmar un acuerdo que renueva esa colaboración. Estamos viendo si fundaciones españolas, como Telefónica, BBVA, la Caixa, aceptan sumarse a este esfuerzo.

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-Han desarrollado un buen número tratamientos, ¿pero cuáles son los siguientes? ¿Cuáles son sus retos?

-Hay doce tratamientos que han sido desarrollados estos veinte años. Le contaba el de la enfermedad del sueño, y el reto es ir a la erradicación de la enfermedad. En el caso del chagas, hemos mejorado los tratamientos que existían, pero todavía no son tan óptimos, y ese es otro desafío. En la leishmaniasis, que es una enfermedad que en España ustedes la conocen porque afecta a los perros, pero en Asia, África y América Latina toca a los humanos, hemos logrado mejorar los tratamientos pero no son óptimos. En cuanto al dengue tenemos muchas esperanzas de venir con un buen tratamiento.

-Eso en términos concretos, ¿pero de forma más global?

-Buscamos que todos estos tratamientos beneficien a todas las poblaciones. Los niños, por ejemplo, porque a veces son tratamientos para adultos no adaptados para ellos, porque no tienen buen sabor y no se lo toman, o porque no hay jarabes o los efectos secundarios... Tratamos de tenerlos en mente, al igual que a las mujeres, que se dejan de lado en ensayos clínicos y eso para nosotros es inaceptable, no podemos olvidar a la mitad de la población mundial. Es un desafío que los medicamentos salgan y estén adaptados a toda la población.

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-Tienen faena, no se van a aburrir.

-No, en absoluto.

-Tampoco se van a aburrir en Asturias.

-Para nosotros es muy importante ocupar este espacio para mostrar el trabajo de los equipos y la realidad de las personas que lo sufren, de modo que vamos a tener en Asturias colegas que van a venir de India, Colombia, Kenia, españoles también, y de manera colectiva vamos a participar en las diferentes actividades. Uno se siente pequeñito al saber que vienen Murakami, que me encanta, o Meryl Streep, nunca se me ocurrió que me iba a encontrar en el mismo lugar que ella... Y a mí que me gusta correr un poco, imáginese encontrarme con el campeón del mundo de maratón... Vamos con mucha humildad, muy felices de estar ahí, sabemos que las estrellas son otras, pero si podemos comunicar todo esto que le he contado será estupendo.

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