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La impresionante naturaleza que envuelve Somao regala estampas de postal.

Varios palacetes indianos y dos miradores para otear la costa

A. R.

PRAVIA.

Miércoles, 2 de septiembre 2020, 02:24

La historia de Somao se atisba ya en las siluetas de las torres que se recortan en sus alturas. La emigración marcó esta pequeña localidad praviana y la salpicó de construcciones de arquitectura indiana que hacen inconfundible su pasado y mágico su presente. En el pueblo, pueden verse varios palacetes de indianos emblemáticos, incluso en uno de ellos se ubica su pequeña escuela. Según reconocen los vecinos, en total habrá unas treinta o cuarenta casas con esos orígenes, alguna con firma del prestigioso arquitecto Manuel del Busto. El legado indiano también dejó allí su impronta en la traída de aguas, caminos y fuentes, así como en la financiación de edificios de carácter público, como es el caso de la iglesia.

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A esa esencia que hace viajar al otro lado del charco se une también en Somao la Asturias más tradicional con muchas casas típicas de la región, con hórreo al lado, que demuestran su inquebrantable vínculo con la agricultura y la ganadería.

A la arquitectura del pueblo se une su impresionante naturaleza que regala estampas de postal. Rodeado de verde, se erige como una atalaya desde la que se otea la costa asturiana, aunque para conseguir la mejor vista hay dos miradores: La Peñona y Monteagudo. En ambos, el paisaje parece una fotografía e invita a perder la vista en el horizonte y apreciar cada uno de los rincones que se alcanzan a ver desde sus alturas.

Además, este pueblo tiene la peculiaridad de ser parroquia rural, es una entidad local menor y tiene, por tanto, un gobierno a escala.

La junta de la parroquia se encarga de dar vida a este pueblo y de fomentar su cultura, a través de diversas iniciativas que los vecinos emprenden desinteresadamente. Como la fiesta de Sant' Olaina que debería haberse celebrado este pasado fin de semana, si la pandemia no la hubiera truncado.

Una de cal y una de arena. Porque, lo decían ayer los vecinos, la vida les ha compensado por arrebatarles su romería permitiéndoles celebrar, solo un día después, un premio inolvidable.

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