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Vistas hacia el pico Hurro desde la Ruta de los Lanceros, en el concejo de Les Regueres M.LL
LAS REGUERAS

Ruta de los Lanceros: un recorrido muy especial por Les Regueres

El río Nora con sus espectaculares meandros, trozos de historia, etnografía, paisaje y leyenda: todo esto se conjuga en la ruta de los Lanceros, un oasis de paz senderista muy cerca de Oviedo

Jueves, 18 de enero 2024

Cuentan las crónicas que, allá por 1350, Enrique II de Castilla llegó a Asturias escapando de Pedro I «El Cruel». Que hizo parada en una encrucijada importante de Les Regueres, El Escampleru, donde un hidalgo le dio cobijo y le ofreció un sequito de siete lanceros, que le protegieron y guiaron por senderos escondidos hasta un palacio en Noreña donde se escondió. De aquellos siete lanceros, de las lanzas de los escuderos de entonces, viene el nombre de esta ruta.

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Pero en la ruta de los Lanceros no sólo hay historia -que hay mucha- y leyenda, que también. Este recorrido tan viejo por el concejo de Les Regueres está plagado de etnografía (iglesias, molinos, casonas, lavaderos…), vida rural, naturaleza y paisaje. Y además, como guinda, el camino regala la contemplación de los marcados meandros del Nora, un espectáculo natural singular que semeja enormes culebras acuáticas, brillantes, rodeadas de caliza y verdes.

Meandro Cueto Rañeces desde el mirador de la Peñona, con el Monsacro y la Gamonal destacando en el horizonte M.LL

Datos de la ruta

  • Tipo de ruta: Circular

  • Dificultad: fácil

  • Distancia aproximada: 15,58 km

  • Tiempo aproximado: 3h30

  • Desnivel: 187 metros

En definitiva, este es un paseo sencillo, una circular de 14 kilómetros sin apenas desnivel, que tiene salida y meta en la preciosa iglesia prerrománica de San Pedro de Nora y discurre todo el tiempo por caminos rurales, entre huertos, bosques de ribera, restos de calzadas romanas, ermitas y tramos del Camino Primitivo a Santiago.

La única cosa a tener en cuenta: los numerosos cruces. Conviene estar atento a la señalización y al track. Por lo demás, la ruta de los Lanceros es un trayecto para disfrutar, respirar, contemplar, aprender y caminar tranquilos: todo un oasis para huir del ruido y las prisas a sólo 12 kilómetros de Oviedo.

Las Regueras (Les Regueres en asturiano) debe su nombre a la abundancia de riegas, aguas y riachuelos que están por todo el lugar. Un sitio de agua en el que Alfonso II el Casto, en el siglo IX, mandó construir una iglesia hermana de los templos prerrománicos de la capital asturiana, San Pedro del Nora. Aquí comienza y acaba la Ruta de los Lanceros.

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Iglesia prerrománica de San Pedro del Nora

Se empieza a andar por la carretera AS233, con la compañía del discurrir del Nora, que fluye bajo los puentes de la carretera. Hay que avanzar en dirección Campanal y, una vez allí, tomar un cruce a mano izquierda.

El desvío sirve para subirse a un sendero, cómodo y ancho, que va en busca de Rañeces, núcleo rural de Valsera, donde hay que volver a coger un cruce a la izquierda.

Rañeces y el cruce que hay que seguir a mano izquierda

Siguiendo la carretera, y las indicaciones de una señal que reza «Los Miradores», enseguida se llega a un espectacular balcón, perfectamente ubicado para contemplar la marcada y profunda huella dibujada por los meandros del Nora. Este se llama Cueto Rañeces y luce espectacular rodeado de verde y brillos ,con el Monsacro al fondo redondeando –aún más- la estampa. Digno de una buena pausa. Un poco más allá, siguiendo un sendero entre vegetación, se encuentra la Lladera, otro balcón asomado al Meandro Cueto Tahoces.

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Meandro Cueto Rañeces desde La Peñona
Meandro Cueto Tahoces desde la Lladera

Tras las vistas privilegiadas al río, hay que volver a salir a la carretera, la que une Rañeces con Tahoces. Una vez llegados, hay que atravesar el sitio rural, con casonas dispersas, buscando el Forcón, nueva encrucijada en la que hay que tomar la carretera que viene desde Escamplero. Conviene estar atentos para tomar otro cruce más, ahora a mano derecha, que ya lleva a encontrar la traza del Camino de Santiago Primitivo y abandona la carretera asfaltada para entrar en un remanso natural que es otro de los tesoros de esta ruta.

En sentido contrario a la marcha del camino Primitivo y a la corriente del río, se entra ahora en una zona poblada de vegetación y magia. Tras un puente, un desvío señala dirección para visitar otra joya etnográfica de este recorrido: el molín de Picarín, perfectamente conservado y precioso ejemplo de una industria (la molinera) que dio mucha riqueza a una Asturias pretérita no muy lejana.

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Fachada, presa e interior del molín de Picarin

Desde este punto, impregnado de esa magia boscosa y quieta que tienen los rincones con memoria añeja, hay que regresar a la traza del camino de Santiago para llegar a Valsera, perfecto para recrearse con la arquitectura de palacios y casonas antes de visitar la Ermita de la Virgen de Fátima, un recoveco acogedor y bien cuidado que también se puede conocer por dentro.

Ermita de la Virgen de Fátima, en la parroquia de Valsera

Luego, se sigue por el mismo sendero hasta encontrar el cruce a Escamplero, ese lugar en el que dio a parar Enrique II y por el que pasaban vías tan importantes como el Camino a Santiago o el Camín Real de la Mesa.

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Ya queda poco: a partir de ese punto, se puede seguir el PR para volver a Rañeces o alargar un tramo más la traza del camino tomando dirección a Taheces. Haciendo esto, se pasa por un nuevo desvío que invita a salirse y visitar otro mirador hacia los meandros. Luego, sólo resta tomar un pequeño camino bien marcado que conduce, sin pérdida ni dificultad, hasta Rañeces y la iglesia de San Pedro de Nora, lugar en el que comenzó la ruta y en el que ahora termina tras trazar un cómodo, bello e interesante círculo por un trozo del concejo de Les Regueres lleno de historia, naturaleza y cultura asturiana.

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