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«Sudé lo mío haciendo de Don Pimpón»

«Están utilizando el tema de los titiriteros para enmierdar al Ayuntamiento de Madrid ahora que han perdido las elecciones»

azahara villacorta

Domingo, 14 de febrero 2016, 08:56

Si a los miembros de la Generación EGB les dicen Don Pimpón, quizá les entre un ataque de nostalgia. Yde orgullo regional si se enteran de que el actor que encarnaba al personaje de Barrio Sésamo es asturiano:un gijonés del 48 que vivió hasta los 13 años en el viejo Instituto Jovellanos porque su abuelo era el conserje. Pero es que, además, Alfonso Vallejo, un actor como la copa de un pino, ha hecho casi de todo en el mundo de la interpretación. Aviso para fans entre la treintena y la cuarentena:quizá se lo encuentren haciendo senderismo por los Picos de Europa en Semana Santa.

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¿Cómo se metió un chaval de Gijón en esto? ¿Había tradición en casa?

No. Lo más artístico que tenía cerca era mi madre, que siempre cantaba mientras hacía las cosas de casa, y muy bien, por cierto. Quizás me viene de ahí. Incluso me sé de memoria canciones de aquella época y las escucho con la voz de mi madre.

Creo que hubo mucho de casualidad o causalidad. Según se mire.

Sí. Una panda de jóvenes teníamos un club privado (Club Junior) cuya sede era un apartamento alquilado por la zona del mercado de San Agustín. Allí hacíamos recitales poéticos, escuchábamos los primeros discos de los Beatles, Dylan, los Stones... Hablábamos de las películas que veíamos de lo que se llamaba entonces cine de arte y ensayo. Hasta que un mes sucedió que no teníamos suficiente dinero para el alquiler porque no llegaba con las cuotas de los socios y alguien sugirió hacer una función de teatro, invitar a familiares y amigos (previo paso por taquilla) y salir de la mala situación económica. Fue un éxito y solventamos el problema. Nos vio Jesús Urrutia, entonces director del grupo de teatro La Máscara del Ateneo, e invitó a alguno de nosotros a seguir haciendo teatro. Ahí empezó todo.

Y, unos años más tarde, llegó Don Pimpón. ¿Es verdad que el muñeco estaba inspirado en usted?

Sí, es verdad. Don Pimpón era yo mismo hecho muñeco.

Cuente, por favor.

Ya había hecho ya el primer Barrio Sésamo, el de la Gallina Caponata, y, después, La Cometa Blanca con el mismo equipo que iba a comenzar una nueva versión del programa. Entonces, me contrataron para meterme dentro de un muñeco y empezamos a pensar qué tipo de muñeco sería. Ya tenían claro a Espinete y, después de muchas vueltas, llegamos a la conclusión de que podía ser «un oso o algo así como Alfonso», dijo alguien. Los demás lo aprobamos, hicimos una sesión de fotos y se las mandamos al taller de Jim Henson, que, por contrato, construía todos los muñecos de los sésamos que se coproducían por el mundo Así que puedo decir que Don Pimpón era yo.

Tuvo que ocultárselo a su hijo de cinco años y a los escolares de media España para no romperles el corazón.

Claro. Porque el público al que se dirigía este programa eran niños de 3 a 6 años y no había que romperles el hechizo diciéndoles que dentro del muñeco iba una persona. Recuerdo que me encontré con alguien que me conocía e iba con su hijo. Yle dice:«Mira, este señor es Don Pimpón». Yel niño le contestó que no, que Don Pimpón era un muñeco.

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Ha confesado que estar dentro de aquel traje era como meterse en una sauna del calor que pasaba.

Sí. Hacía mucho calor porque era de telas sintéticas y muy cerrado. La verdad es que sudé lo mío.

¿Recuerda alguna anécdota más de aquellos tiempos?

Recibíamos cartas de padres que nos agradecían cosas como que su hijo empezase a comer fruta a raíz de una canción de Don Pimpón que se titulaba Ricas Frutas. Creo que está en Youtube y aquella carta a mí me parece entrañable.

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¿Y qué tal rollo había con Espinete? Aseguran de él (ella, porque era una actriz)que es el único erizo que va desnudo todo el día y se pone un pijama para dormir.

(Risas). Bueno. No tenemos que olvidar que Espinete era el personaje niño, la identificación directa con el espectador, y se le vestía de vez en cuando por motivos diversos: darle colorido al personaje, disfrazarlo o conseguir metas educativas como ponerse pijama en su caso, camisón para dormir.

Encarnó a Astrako después de que liquidasen Barrio Sésamo para no tener que pagar royalties y lo cambiasen por Los mundos de Yupi. Otra vez a sudar.

Esa fue en la época en la que hacíamos un espectáculo de dos horas en directo, cantando, bailando y en verano. Un día hice una prueba, estrujé la camiseta que me ponía debajo del traje y llené un vaso de tubo.

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Y, después, ha trabajado con Aranda, Almodóvar, Bardem, Uribe... ¿Qué le queda por hacer? ¿Algún sueño por cumplir?

Mi mayor sueño, que además se ha cumplido, es poder vivir dignamente de mi trabajo como actor. Me siento un privilegiado cuando hay tanta gente que no tiene trabajo o que trabaja en lo que le interesa poco o nada y, en muchos casos, no les llega ni para vivir. Mi sueño sería un mundo algo más justo.

Y ha estado en casi todas las grandes series de este país y en decenas de obras de teatro. ¿Tiene algún terreno preferido?

No, yo disfruto actuando en cualquier medio, pero he de decir que en el teatro disfruto enormemente porque puedes constatar directamente la emoción que produce lo que haces en el espectador.

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También ha trabajado con Arturo Fernández y la leyenda cuenta que fueron juntos al colegio.

No. (Risas). Eso lo decía él cuando hacíamos La Casa de los Líos, pero eso es imposible. Cuando yo iba al cole, Arturo hacía tiempo que había dejado de estudiar. ¡Me saca casi veinte años!

Y, sin embargo, nunca le vemos en citas como los Premios Goya. ¿Se siente reconocido?

Sí. Me considero reconocido cuando me siguen llamando para trabajar. La parte glamurosa de la profesión me interesa poco. No suelo acudir a esos eventos donde hay demasiada pose.

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¿Y esto de encarcelar a titiriteros cómo lo ve?

Creo que están utilizando el tema de los titiriteros para enmierdar al Ayuntamiento de Madrid ahora que han perdido las elecciones. Ahora es esto como antes fueron los trajes de los Reyes y después será otra cosa. Estos pobres titiriteros pagan el pato porque alguien no se informó de que la obra no era para niños, pero de eso a exaltación del terrorismo, como le he escuchado al impresentable ministro del Interior, hay un abismo. Si se le deja decir barbaridades a un tipo como Jiménez Losantos, debe haber libertad de expresión para todos, aunque no nos guste lo que digan.

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