Los patrones de la costera
Tras partir a principios de junio, a través de las radios, los teléfonos vía satélite y en los corrillos de los chigressolo se habla de lo escasa que arranca este año la costera del bonito
PABLO ANTÓN
Martes, 27 de junio 2017, 04:56
Son las siete de la mañana en la sala de subastas de la Rula de Gijón y Aritz Miguel, patrón del bonitero de Bermeo Canalechevarria, observa, desde la puerta que comunica el local con la zona de control y pesaje, la pantalla en la que acaban de salir a puja los lotes de los 3.500 kilos de Bonito del Norte (Thunnus alalunga) que acaban de desembarcar en El Musel. Aparenta tranquilidad y saluda con un sonriente «Bai» a alguien que le acaba de dar los buenos días en eusquera. Tampoco se detecta una especial agitación entre quienes asisten a la subasta del primer bonito de la costera en la capital marítima del Principado, algo así como el campanu de esta especie y que sirve como referencia de precio en el arranque de la temporada.
La puja no se alarga mucho y en apenas diez minutos se cierra con un precio de 11,05 euros para las piezas mayores y 4,08 para las pequeñas. Aritz sonríe de nuevo, la cifra le da por segunda vez el «Egun on» (buenos días) en un precio que, confiesa, «no esperaba, no está nada mal para lo que hay». Es una buena noticia para comunicar a los cuatro tripulantes del Canalechevarria que esperan en el barco, a los que se han sumado otros tres marineros y el propio armador, llegados desde Bermeo para ayudar en la descarga. Han traído a Gijón el primer bonito del año y ya tiene precio, mejor de lo que se preveía.
Aunque el reinado del campanu de los bonitos es efímero, no lo desconoce el patrón bermeano, que lleva desde 2003 haciendo la costera. «La próxima semana estará a la mitad», vaticina. Los 11 euros por kilo conseguidos servirán para que vuelvan a zarpar, esa misma mañana, hacia los caladeros de Azores con algo más de moral en el inicio de una temporada que no ha sido demasiado positivo. «El año pasado en estas mismas fechas descargamos 7.000 kilos», recuerda.
Desde que en los primeros días de junio zarpara la mayoría de la flota bonitera del Cantábrico, por las radios, los teléfonos por satélite y los corrillos de los chigres y tabernas, desde San Juan de Luz a Camariñas, no se habla de otra cosa que de lo escasa que ha arrancado la costera este año. Ya la del verano anterior no fue especialmente buena, lo que ha provocado que muchos barcos se hayan retraído este año de salir a la mar. Lo cuenta José Emilio Fernández, patrón del Nuberu de Cudillero, que se adelantó en un día a los bermeanos del Canalechevarria en traer bonito a Asturias, en el caso de los pixuetos destinado a la rula de Avilés. Estuvieron al Noroeste de las Azores, la zona donde se suele ir en las primeras mareas y allí, relata Fernández, «había unos veintitantos barcos, faltaba mucha flota que no va ir este año, los barcos grandes de Galicia el año pasado pescaron muy poco y este no van, retira mucha gente El año pasado fue una costera muy mala».
En todo caso, tomar de referencia lo sucedido en otras temporadas no es necesariamente indicativo ya que, como explica el patrón pixueto, «en la costera nunca se sabe y el que más sabe ye el que más miente, porque hoy no hay nada y mañana no se para de sacar. De aquí a octubre, que solemos tar nosotros, hay meses peores y meses mejores: si hay menos pescao suele tener más precio, todo se compensa, uno por otro». El Nuberu llegó a puerto el pasado martes con una carga de entre 3.500 a 4.000 kilos, una cantidad insuficiente a juicio del patrón: «Si no aumenta estamos jodidos», lamenta.
De la misma zona de Azores y en la misma fecha llegaba a Puerto de Vega el bonitero Siempre San Pablo con otros 4.000 kilos de pexe. El kilo se pagó en la Rula de Avilés a 8,25 euros, una cifra, unida a la cantidad de capturas obtenida, que le hacen contemplar con moderado optimismo el inicio de la temporada: «No hubo queja, fue lo normal en esta primera marea» y, aunque reconoce que «de pescao está bastante flojo», augura buenas expectativas para el momento en que los bonitos se vayan acercando desde las Azores al Cantábrico ya que este año abunda el bocarte (anchoa) y su experiencia le dice que «el bonito es un depredador de bocartes, es muy fácil que se meta para acá y cuando se mete suele ser en gran cantidad. Algunas de las mejores costeras que se hicieron fue pescando aquí en el Cantábrico, en la zona del Golfo de Vizcaya», afirma.
Saturno Álvarez, el patrón del Siempre San Pablo, con 21 costeras emprendidas y el tercero de una generación de marinos pixuetos afincados en Puerto de Vega, tiene un motivo añadido para empezar la temporada con optimismo: lleva barco nuevo «con ducha y todas las comodidades» especifica en detalle y con él, una costera más, al hijo que le acompaña a bordo desde hace diez años y que ahora tiene 27. «Me metí en un barco nuevo por él, por dejarle un futuro. Le gusta, es de los pocos, por no decir el único de los que conozco», declara orgulloso de que su chaval siga el oficio de la pesca, que en el caso del bonito «los rendimientos son altos, se paga bien Si no lo encontramos, sabemos que un poco más aquí o un poco más allá lo vamos a encontrar Desde que tengo memoria, siempre fuimos a más, nunca a menos», afirma.
El patrón de Puerto de Vega defiende además la modalidad mayoritaria que practica la flota asturiana en la costera, la denominada cacea o curricán: anzuelos con señuelos que se arrastran por popa y en los que se pesca pez a pez, alzándolo a bordo para darle muerte. «Es la pesca más artesana que hay, muy limpia, no se maza, no es como el arrastre ni mucho menos, no destrozas nada, es selectivo», apunta. Saturno es vehemente en señalar la importancia que ha tenido y tiene el bonito en la vida económica asturiana: «Quitó mucha hambre, se hicieron muchas cosas con él, muchas obras. Hay puertos que prosperaron con el bonito y sigue produciendo mucho movimiento», sostiene, y recuerda el tiempo en que los campesinos de las aldeas cercanas a Puerto de Vega «se embarcaban en verano para llevar dinero físico a casa, porque tenían huevos, leche, papas, fabas pero dinero no manejaban», dice Saturno, que se aventura a pronosticar: «Creo que va a haber buena costera este año».
Será la segunda a la que no va Juan Eduardo Riesgo, de Gijón, que desde su primera salida en el 81 hasta hace un par de años ni una costera se quedó en puerto. Una inoportuna dolencia de la espalda lo apartó de marchar al bonito. «Ahora sé lo que me cuentan los compañeros y me da envidia no poder ir», confiesa con sincera nostalgia por un trabajo que en su dureza: estar veinte días lejos de casa, las horas de espera si no hay pesca o el tiempo es adverso, promueve una sabia filosofía aplicable a la vida. «Unos díes pesques bien, otros tas de fallu. Hay veces que con poco haces mucho y otras que con mucho haces poco. Ye así», argumenta y extiende la reflexión a la propia fortuna o no en la búsqueda del caladero migrante: «Lo fundamental ye el buen tiempu, tando buen tiempu el pescao ya se encontrará, la mar ye grande». Y un año más nos permite arrancarle un poco de sus tesoros la costera del bonito, seguramente con la condición de que no olvidemos el valor de nuestras capturas ni que esos tesoros también se pueden agotar. Disfrútenlos.