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Una doctora copia de un panfleto el modelo de labios elegido por una paciente. AFP

De amputar piernas a quitar patas de gallo

Talibanes de la estética ·

La demanda de retoques crece en Afganistán, donde los cirujanos curtidos en sanar las heridas de la guerra se han reciclado hacia un negocio que va a más

Izaskun Errazti

Sábado, 18 de octubre 2025, 07:26

Diez millones de personas pasan hambre en Afganistán y un tercio de la población carece de acceso a la atención médica básica, según los datos ... que maneja la Organización de Naciones Unidas (ONU). Los efectos de más de una década de guerra perduran y el país continúa inmerso en la pobreza. Pero, por sorprendente que parezca, hay un sector que escapa a esta realidad y vive su época más dorada, como ya ocurre en todo el mundo, por el culto desmedido a la imagen. En Kabul, en un universo que nada tiene que ver con la austeridad y el conservadurismo propios de los talibanes, las clínicas de cirugía estética se reproducen a velocidad de vértigo apenas dos años después de que el régimen prohibiera las peluquerías y los salones de belleza en un nuevo golpe a los derechos de las mujeres.

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Sólo en la capital abren sus puertas una veintena de locales de este tipo, donde los rellenos labiales, las inyecciones de bótox y los trasplantes de cabello son el pan nuestro de cada día. ¿Y cómo se explica tal permisividad cuando las autoridades talibanes prohíben a la gente alterar su físico por la interpretación que hacen de la ley islámica? Por la consideración de servicio médico que el gobierno otorga, al parecer, a estos establecimientos, según apuntan profesionales del gremio.

Sólo personal femenino atiende a las mujeres. AFP

La demanda de retoques se ha disparado en el país de tal forma que médicos extranjeros viajan con frecuencia a Kabul, principalmente desde Turquía, para formar a sus homólogos afganos, quienes también hacen pasantías en Estambul. Profesionales llegados desde Asia o Europa componen la mayor parte de los equipos médicos que operan en la actualidad. Y eso a pesar de que la guerra curtió en mil batallas a muchos galenos de la nación y les proporcionó las destrezas necesarias para tratar las lesiones sufridas durante los conflictos bélicos; también para lidiar con cirugías de reconstrucción de la piel en víctimas de quemaduras y otros traumas. Así, muchos de estos cirujanos plásticos han acabado por adaptar sus técnicas a la nueva realidad con el fin de atender una demanda de arreglos estéticos que no para de crecer.

Sala de espera de una clínica de belleza en Kabul. AFP

El patrón de Bollywood

Llama la atención que preocupe tanto el aspecto físico en un país donde los talibanes han borrado del espacio público a las mujeres, les han quitado la voz fuera del hogar y les han impuesto un estricto código de vestimenta, cubiertas de los pies a la cabeza. Muchos se preguntarán para qué. ¡Si no se las va a ver! Silsila Hamidi, una joven de 25 años decidida a estirarse la piel del rostro por segunda vez, convencida de que ha sufrido el estrés de ser mujer en Afganistán, explica lo evidente. «Aunque otros no puedan vernos, nosotras sí nos vemos, y lucir bellas delante el espejo nos da energía», manifestó la joven en declaraciones a AFP antes de entrar al quirófano para estirarse la parte superior de la cara que, lamentaba esta mujer graduada en Medicina, se le empezaba a caer.

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«Aunque otros no puedan vernos, nosotras sí nos vemos, y lucir bellas delante el espejo nos da energía»

Precisamente los estiramientos faciales, las operaciones de nariz y las liposucciones, además de la eliminación del vello que crece en zonas no deseadas, son las intervenciones que con más frecuencia se practican las afganas, que a menudo han cogido como modelo a estrellas de Bollywood, la industria cinematográfica india. En esto también los tiempos han cambiado y Afganistán ya ha sucumbido a los 'influencers'. «Muchos pacientes vienen sin problemas reales, pero quieren someterse a una cirugía porque han visto tendencias en Instagram», declaró a la agencia Lucky Jaan, de 29 años, codirector de la clínica Negin Asia, que registra decenas de nuevos pacientes a diario.

El trasplante capilar es la técnica más demandada por los hombres. AFP

Pero no sólo de mujeres viven las clínicas de estética, que llenan las calles de la capital y sus páginas web con imágenes del 'antes y después' de sus pacientes. En Afganistán hasta los talibanes se hacen retoques, trasplantes capilares fundamentalmente, porque allí no tener cabello o barba se considera un signo de debilidad. Esta intervención ha ganado popularidad desde que los islamistas radicales «ordenaron a los hombres dejar crecer sus barbas al menos a la longitud de un puño», explica Bilai Jan, un médico ruso de origen afgano que luce sin arrugas.

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Rinoplastias en Irán; liposucciones y cirugías de mama en Egipto

El furor que vive la cirugía estética en Afganistán lleva años alimentándose en los países árabes fruto de los cambios sociales y culturales; de las redes sociales y del ejemplo de celebridades y figuras públicas que con frecuencia hacen gala de sus retoques. Grandes capitales como Beirut, Dubái, Estambul y Teherán han emergido en la última década como centros internacionales de este tipo de operaciones que se nutren de clientes locales y turistas de los países vecinos. Sólo en Líbano se practican cada año más de un millón y medio de intervenciones y en los Emiratos Árabes Unidos una mujer puede someterse a varios procedimientos a lo largo de su vida para mejorar su aspecto. Las intervenciones más solicitadas varían según los países. Así, mientras Irán, Turquía y Líbano lideran la demanda mundial de rinoplastias, la cirugía mamaria y las liposucciones baten récords en los Emiratos, Arabia Saudí y Egipto. Los menores de 35 años se decantan mayoritariamente por el bótox, los rellenos faciales y las técnicas con láser, mientras que a las mujeres de clase media y alta les preocupa mantener la imagen juvenil y se inclinan por las blefaroplastias y los liftings. El fenómeno se ha hecho global.

Dicen los profesionales del sector que operan en este estado islámico que sus métodos son los mismos que se emplean en cualquier clínica del mundo, a precios, eso sí, sensiblemente más bajos: entre 43 y 87 dólares para un tratamiento de bótox y de 260 a 509 dólares por los implantes capilares. No todos los clientes tiene recursos, admite Jan. Pero eso no supone un problema. «El que no tiene dinero lo pide prestado». Lo que sea con tal de lucir una buena mata de pelo «antes de su boda».

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