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El cardenal Donald Wuerl. Afp
La archidiócesis de Washington desvela los nombres de 31 curas acusados de pederastia

La archidiócesis de Washington desvela los nombres de 31 curas acusados de pederastia

Todos los sacerdotes mencionados en la lista ya han sido apartados de la Iglesia y 17 de los señalados fallecieron | La archidiócesis intenta cerrar capítulo tras la jubilación del cardenal Wuerl

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 1 de enero 1970

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Hay investigaciones que parecen pensadas más para servir de coartada que para descubrir la verdad. Es el caso de la lista de 31 sacerdotes que enfrentaron acusaciones «creíbles» mientras servía en la diócesis de Washington, 17 de los cuales ya han fallecido. Su publicación, tres días después de que el papa Francisco aceptase la renuncia del cardenal Donald Wuerl, viene a ser el epílogo que éste quiere escribir a su carrera episcopal, salpicada por las acusaciones de haber encubierto a los abusadores sexuales cambiándolos de parroquia mientras los enviaba a tratamientos psiquiátricos y les prestaba dinero para cubrir sus deudas.

La diócesis destaca que los casos se remontan hasta 1948, pero eso es sólo parte de la historia. El título del informe que encargó el propio cardenal Wuerl -«Ningún incidente por sacerdotes de la archidiócesis en casi 20 años»- no sugiere ningún acto de contrición. Es más, roza la falsedad al incluir de por sí al padre Dan Stallings, detenido en 2007 por incesto y abuso sexual. Su primera víctima fue su hijastra, de la que empezó a abusar a los 5 años mientras le decía que mantuviese su relación en secreto «por amor» y le aseguraba que eso hacía «sonreír a Dios».

Mientras estaba en la cárcel a la espera de juicio, la policía grabó una conversación en la que suplicaba a una de sus víctimas que se apiadara de él, porque con 72 años moriría en prisión si era declarado culpable. «No puedo compensarte. Yo no tuve piedad de ti y sin embargo ahora te la estoy pidiendo».

El padre Stallings se declaró culpable de cinco cargos y murió en la cárcel en 2015. Todavía durante sus primeros dos años en prisión disfrutaba de los beneficios del clero, como muchos de los sacerdotes en la lista. Al padre Thomas Chleboski lo condenaron en 1991 por siete cargos de abuso sexual de los que él mismo se declaró culpable para minimizar la sentencia, pero la Iglesia no lo expulsó hasta 1996. Un año después de que Mary Burns clamase furor en las páginas del Washington Post por haberse sentido tan agradecida de que el sacerdote le consiguiera una beca a su hijo de 12 años al poco de separarse de su marido.

Le daba clases particulares cuando suspendía una materia, lo metió en el coro de la iglesia donde recibía propinas por cantar en bodas y funerales, lo sacaba a montar en bici, lo invitaba a cenar y lo llevaba al cine. «Tardé un año en descubrir que el hombre que veía como una bendición era en realidad un depredador que se aprovechaba de las vulnerabilidades de mi familia. Para mi espanto y conmoción, el padre Tom llevaba meses abusando sexualmente de mi hijo regularmente».

Detrás de muchas de esas decisiones y de tantas otras que salieron a relucir en agosto con el informe de un gran jurado de Pensilvania se encontraba el cardenal Wuerl, que fue obispo de Pittsburg. El cardenal justifica su retiro, que solicitó por primera vez a los 75 años, por cuestiones de edad, y no miente al agradecer las «cariñosas palabras» que le ha dedicado el Papa Francisco a su «venerable hermano» al concederle el deseo de una vejez tranquila. «Soy consciente de que tu solicitud descansa en dos pilares que han marcado tu ministerio: buscar en todas las cosas la gran gloria de Dios y procurar el bien de las personas que se han confiado a tu cuidado», le escribió el Pontífice.

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