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Martes, 10 de noviembre 2020, 11:20
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La segunda ola del coronavirus está atacando a buena parte de Europa —donde ha provocado nuevos confinamientos— y ya son más de cincuenta millones de personas en todo el mundo que han padecido la covid-19, una enfermedad que se ha cobrado la vida de más de 1.200.000 personas en el planeta. Frente a estos datos, la esperanza llega tras el anuncio realizado el lunes por la farmacéutica Pfizer, que asegura que su vacuna —en fase III— tiene una eficacia del noventa por ciento.
Pero la de la estadounidense Pfizer no es la única vacuna que se encuentra en la tercera y última fase antes de su aprobación (una vez aprobada su distribución se tendrá que llevar a cabo la cuarta fase, que tiene el objetivo de evaluar cómo funciona en el mundo real). Los proyectos que se han activado en todo el mundo en busca de una vacuna eficaz y segura contra la covid-19 suman ya 249; los ensayos que han avanzado hasta la fase III son ya veinte; y las que se han posicionado como firmes «candidatas» a convertirse en vacunas son diez. Estas son las vacunas más avanzadas en la carrera contra la covid-19
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olga esteban / lucía r. lorenzo
LAURA MAYORDOMO
Esta vacuna en dos dosis, desarrollada por BioNTech y Pfizer, está formulada con ARN mensajero sintético. En mayo hicieron ensayos con dos versiones de la vacuna y finalmente apostaron por la denominada BNT162b2, que producía menos efectos secundarios. Este 9 de noviembre han anunciado que la vacuna tiene un 90% de eficacia, conseguida siete días después de la segunda dosis (28 días después del inicio de la vacunación). Fecha prevista: 50 millones de dosis a finales de 2020 y 1.300 millones de dosis a finales de 2021.
Se basa en un virus del resfriado común o adenovirus llamado Ad5 con genes del coronavirus que desatan la respuesta inmunitaria. En su desarrollo está implicado el Instituto de Biología de la Academia de Ciencias Médicas Militares, y a final de junio fue aprobada por el Ejército chino para uso de sus soldados.
Es una combinación de dos adenovirus (Ad5 y Ad6) diseñados con un gen de coronavirus. Rebautizada como Sputnik V, fue aprobada por el Gobierno ruso a comienzos de agosto pasado, antes de que comenzaran incluso los ensayos en la fase III.
Está hecha a partir de una versión debilitada de un virus del resfriado común del chimpancé. Sufrieron un parón en los ensayos al toparse con un caso grave que podría estar asociado al fármaco. A mediados de octubre, el fallecimiento de un paciente que estaría tomando placebo volvió a poner en jaque el estudio, pero sigue de nuevo adelante. Por el momento, la Comisión Europea se ha asegurado el suministro de 300 millones de dosis. El Gobierno de España ya anunció que recibirá 30 millones, tres de ellos en diciembre.
Johnson & Johnson ya había utilizado el adenovirus 26 o Ad26 para desarrollar una vacuna para el ébola y ahora lo usa con el coronavirus. Prevén 1.000 millones de dosis en 2021.
La CoronaVac, denominada así por sus desarrolladores, es una vacuna de virus inactivado. El Gobierno chino la aprobó de emergencia el verano pasado. Se espera a principios de 2021.
La empresa estatal china Sinopharm tiene dos vacunas en esta fase. Se desarrollan a partir del propio coronavirus, el cual se desactiva y deja de ser infeccioso, pero al entrar en el organismo produce una respuesta inmunitaria. Ya están aprobadas para uso limitado en Emiratos.
Este fármaco introduce material genético del coronavirus (ARN) directamente en las células, y estas lo usan para generar proteínas virales que provocan la respuesta inmunitaria. En sus estudios han encontrado que la vacuna protege a los monos del coronavirus. España formará parte de su proceso de producción y será en el envasado. Prevista para principios de 2021.
Es la única que utiliza subunidades de proteínas del virus, que son las que provocan la respuesta inmunitaria, pegadas a otro tipo de partículas. Prevé las primeras dosis a comienzos de 2021.
Hasta la fase III sólo llegan las que han superado las tres fases anteriores: una primera y pre-clínica que se realiza en animales de laboratorio para comprobar posibles efectos adversos, dosis e interacciones con el sistema inmune antes de probar en humanos, y las posteriores I y II.
En los ensayos enmarcados en la fase I comienza a probarse la vacuna en pequeños grupos de voluntarios sanos para tener datos más precisos sobre la dosis adecuada, la seguridad y la respuesta inmunitaria que produce, y en la fase II se amplía a grupos de miles de personas (voluntarios y sanos) para avanzar en el conocimiento sobre la seguridad y la eficacia de la vacuna en grupos de población más amplios y variados.
La fase III, anterior a la aprobación, implica un notable aumento en el número de personas que prueban el fármaco, ya que se trata de demostrar la seguridad y la eficacia de éste en condiciones naturales de la enfermedad y que se corresponden con las condiciones reales con que se va a administrar en caso de obtener la licencia.
Las diferentes vacunas que se están tratando de desarrollar utilizan diferentes estrategias para combatir y anular al virus responsable de la covid-19 (como usar partículas víricas completas; versiones atenuadas del virus; o versiones del virus que han sido modificadas en el laboratorio).
Previsiblemente las primeras vacunas que llegarán serán las que están desarrollando las grandes farmacéuticas y consorcios internacionales, y aunque la comunidad científica mantiene que todas las que superen la fase III serán seguras y eficaces, está también convencida de que llegarán una segunda y después una tercera generación de vacunas que serán mejores que la primera, ya que los laboratorios dispondrán de mucha más información sobre la respuesta inmune que produce.
En España hay doce proyectos financiados con fondos públicos en busca de esa vacuna, y varios de ellos cuentan ya con sus «prototipos» o «candidatos».
Se basan también en metodologías muy distintas entre sí, ya que algunos tratan de «reutilizar» los virus que se usaron para erradicar otras enfermedades (como la viruela); otros pretenden eliminar del genoma del coronavirus los genes responsables de su virulencia y obtener derivados «atenuados»; y otros ensayos utilizan un gen de un antígeno del propio virus para estimular la inmunidad del receptor.
Además de los ensayos con vacunas dirigidas específicamente a combatir el SARS-Cov-2, en varios países se está probando el efecto de vacunas que no habían sido diseñadas contra esta enfermedad; y en ese sentido hay en marcha dos ensayos (también en fase III) para evaluar el efecto beneficioso de una vacuna que se desarrolló originalmente contra la tuberculosis y determinar si su administración reduce el riesgo de contraer la covid-19, aunque la Organización Mundial de la Salud de momento no la recomienda.
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