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Fernando Belzunce, durante la entrevista. Óscar Chamorro

Fernando Belzunce | Periodista

«Desinformación es también que la verdad no nos importe»

La entrevista ·

Un centenar de periodistas, incluidos premios Nobel y Pulitzer, han conversado con el director editorial de Vocento para un libro en el que definen los retos mayores de los medios de hoy

Sábado, 20 de septiembre 2025, 13:05

Fernando Belzunce (Pamplona, 1976) estudió Periodismo en la Universidad Pontificia de Salamanca y cursó el Máster de Periodismo Multimedia de 'El Correo' y la Universidad del País Vasco. Tiempo después realizó también un posgrado de alta dirección en el IESE. Hoy es director general editorial de Vocento y por razones profesionales conoce a muchos de los periodistas más relevantes del planeta. Antes fue reportero y experimentó de primera mano los inicios del periodismo en internet como parte de una carrera muy ligada a la transformación digital. Del oficio, sus problemas y sus retos, en un contexto marcado por la agitación política y tecnológica global, ha hablado con más de cien periodistas de diversos países, incluidos premios Nobel y Pulitzer. Con todo ese material ha elaborado durante tres años 'Periodistas en tiempos de oscuridad' (Ed. Ariel).

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- El periodismo no es necesario. Nos informamos muy bien y de forma más independiente por las redes sociales. Ese mantra circula en no pocos lugares. Rebátalo.

- La información elaborada por organizaciones serias responde a criterios profesionales de calidad. Hablamos de medios independientes dedicados a informar en libertad, vigilar a los poderosos, auditar las cuentas públicas, contar lo que sucede y no se quiere que se sepa o, en definitiva, aportar información contrastada y rigurosa. El periodismo, por tanto, trata de contar al ciudadano lo que tiene derecho a saber. Un medio responde ante los tribunales de lo que publica y si comete errores los reconoce. Y son excepciones. En cambio, en las redes sociales, el algoritmo premia el sensacionalismo. Está comprobado que la mentira se distribuye mucho más que la verdad, premiada por los mecanismos que manejan esas redes que, además, generan burbujas que evitan la pluralidad.

- Otro: los periodistas, en especial los que se dedican a la política, escriben al dictado.

- Un buen periodista es independiente y en realidad no tiene poder sino responsabilidad. Lo más habitual es que cuando hace bien su trabajo no contente a nadie. Incluso puede recibir críticas de todos los políticos, pero eso es lo de menos.

- Y el tercero. No tiene sentido acusar a ningún medio de estar al servicio de un partido. Todos lo están.

- Internet ha facilitado que surjan miniwebs de dudoso comportamiento. Pero yo no las confundiría con organizaciones serias. En el periodismo profesional de hoy conviven dos corrientes. La primera está formada por medios muy transversales, que atienden sus obligaciones informativas con una perspectiva muy abierta. Pasa con muchos diarios regionales. La segunda la integran medios que defienden unos valores y que, en ese sentido, cuentan con una línea editorial muy marcada. Esos valores pueden coincidir con los que defienda una corriente política, pero eso no significa que el medio esté a su servicio. Una cosa es que haya medios progresistas o conservadores, que los hay en todo el mundo, y otra cosa es que sean partidistas. Hablamos de medios profesionales, o sea, independientes.

Campañas

«En las redes hay una intención de atacar a la prensa y cuestionarla en su propia esencia»

- Esta profesión gozó de gran prestigio en todo Occidente en la segunda mitad del siglo XX. Luego empezaron las dudas. En el caso español, a la vista de lo que dicen quienes participan en el libro, ¿cuándo y por qué empezó a caer ese prestigio?

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- En España, el gran auge de la prensa se dio en la Transición. La razón es clara: el periodismo florece en democracia. Lo mismo sucedió con periódicos como 'El Correo' y 'El Diario Vasco' cuando ETA actuaba. Los dos diarios fueron un verdadero faro para la sociedad. El descrédito, en mi opinión, se impulsó en las redes sociales, donde se mezcla información con opinión, hay una saturación de información y se genera un diálogo que muchas veces es tóxico. Hay una intención de atacar a la prensa y cuestionarla en su propia esencia. También creo que ha habido casos de periodistas que se han excedido en ellas y en algunas tertulias. Esos casos aislados llaman mucho la atención y hacen en verdad gran daño a la profesión porque la mayor parte de los periodistas son gente recta y noble. Nadie elige este oficio para hacerse rico. Es vocacional.

- ¿Y los ataques? A juzgar por lo que se lee en las redes, muchos -políticos incluidos- nos odian.

- Son ataques en muchos casos dirigidos por grupos de interés que quieren dañar la credibilidad de los periodistas. Se cuestiona hasta el propio concepto de la verdad. Lo que hace Trump es un caso claro. La desinformación es también que la verdad no nos importe. Muchos prefieren una mentira porque se sienten mejor con ella.

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- Y participan en linchamientos a periodistas. En las redes sociales y fuera de ellas.

- Lo de las redes sociales es deleznable. Ya hay redacciones con psicólogo a tiempo completo, como sucede en 'Folha de Sao Paulo', el gran periódico brasileño. La periodista filipina Maria Ressa, premio Nobel, recibió más de 500.000 ataques acreditados en las redes sociales por destapar los abusos del régimen de Duterte en su lucha contra las drogas. Y a ella, y a muchos periodistas más, los insultan incluso por la calle en una clara maniobra que busca su desgaste para que dejen de escribir. En muchos sitios se han visto campañas orquestadas contra periodistas que han destapado escándalos, y si son mujeres, son aún más cruentas, incluso con montajes sexuales. He descubierto muchos casos en el proceso de elaboración del libro. No conocía tanto esta realidad. Sobrecoge que sean ataques orquestados.

Errores y ataques

- Hablemos de los errores propios. Hemos aceptado que llamen periodistas a gente que no lo es, sentarnos a debatir con políticos, situarnos en mesas de debate ordenados a derecha e izquierda… Nos hemos dejado etiquetar.

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- Muchas tertulias merecen otro nivel. En ellas hay periodistas que saben mucho de un tema junto a otros que no y que se prestan a acciones insospechadas. Tampoco puede ser que el espectador no sea capaz de distinguir entre el político y el periodista. Son excepciones pero, de nuevo, lo llamativo puede eclipsar la normalidad.

Noticias falsas

«Una mentira se desmonta fácilmente, una verdad a medias es más complicada»

- ¿Hay alguna relación entre los ataques a la credibilidad de los periodistas y el auge de los populismos?

- Los extremismos políticos se potenciaron en las redes sociales porque supieron utilizar mejor que nadie su tremendo potencial algorítmico, a menudo mediante oscuras campañas de manipulación. Pasa aquí y en otros muchos lugares de Occidente. El caso de Cambridge Analytica, destapado por la periodista británica Carole Cadwalladr, es paradigmático. Su testimonio en el libro es tremendo. Los discursos de estos movimientos extremistas respecto de los medios y los periodistas se parecen mucho en los distintos países. Es curioso que cuando se generan campañas de desinformación se multipliquen con las mismas frases, traducidas y multiplicadas hasta el infinito. No sé si hay conciencia de esto en la sociedad.

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- El factor económico: la audiencia y la publicidad permanecen más o menos estables y cada vez hay más medios que reclaman su parte. ¿Nos hace esto más débiles a todos?

- La mayor parte de la publicidad va a las plataformas, que no tienen personal para hacer contenidos pero han sido capaces de hacer negocio sobre informaciones que no generan. Muchas empresas invierten muchísimo dinero en campañas en redes sociales sin ser conscientes del todo de que se asocian a contextos que son propicios para las estrategias de desinformación y alteración democrática. En ese ambiente todo se cuestiona: la justicia, los medios, las instituciones. Hay interés en desestabilizar las democracias, es un ataque global y esto se debe conocer.

Grandes egos

- Esta es una profesión en la que abundan egos de muy buen tamaño. Dar importancia a la propia firma por encima del reconocimiento del trabajo en equipo, ¿es bueno para la profesión y para su aceptación social?

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- Los egos a veces responden a inseguridades. La humildad, en cambio, es muy saludable, y en un momento en el que la profesión tiene que hacer un esfuerzo por explicarse, por ser más transparente, por acercarse a la sociedad, ayuda mucho. Además, salvo que seas un Kapuscinski, que iba por libre haciendo grandes libros, el trabajo de un periodista responde a un proyecto colectivo. ¿Cuántos periodistas que se consideraban estrellas han abandonado el medio en el que trabajaban y han descubierto entonces que sin él, sin sus compañeros de redacción, no son nadie? De cara a la sociedad, es positivo que se sepa cómo trabajamos. Es algo que se aprecia en las visitas de suscriptores a las redacciones: les asombra la organización, el trabajo de coordinación, supervisión, relación entre distintos equipos para producir un resultado más atractivo. Los mejores periodistas que he conocido no destacan por sus egos.

Distopía

«¿Podemos imaginar un país en el que no hubiera periodismo?»

- ¿Es peligroso difuminar ciertos límites? Cada vez que sale en las redes la foto de uno o más periodistas en una comida con algún político arrecian las críticas. En la Transición hubo incluso historias de amor entre periodistas y políticos y no se produjo ese rasgado de vestiduras.

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- Esas fotos son sospechosas si alguien quiere que lo sean. Pero es ridículo. No saben de qué están hablando, pero les acusan simplemente de hablar cuando es intrínseco a su trabajo. Están en espacios públicos y no están urdiendo una conspiración a escondidas, como se quiere dar a entender. Un periodista debe hablar con muchos políticos para hacer su información. ¿De qué iba a escribir si no lo hace así? El gran asunto es que una mentira se desmonta fácilmente, pero una verdad a medias es mucho más complicada de despejar. Y quien maneja esas medias verdades sabe que hace mucho más daño.

- Conclusión final: ¿el periodismo sigue siendo necesario?

- Hay una frase de Elon Musk que me parece que nos sitúa: es esa en la que decía: 'el medio eres tú'. Eso es pretender que cada persona funcione como un medio de comunicación en internet, sin intermediarios, con las redes sociales como contexto. Es una idea libertaria muy peligrosa que abre la puerta a un incremento de la desinformación. La frase la pronunció después de las críticas que hicieron algunos medios a un modelo de Tesla, su empresa. Siempre pasan estas cosas. El periodismo profesional es mejorable, por supuesto. Comete errores, claro. Es que hay personas detrás. Pero nadie puede cuestionar la inmensa aportación que hace a la sociedad. Basta con imaginar que en un país no hubiera periodismo. ¿Podemos imaginar cómo sería ese país?

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