«Me dio un chupito y perdí el control de mi cuerpo. Me violó en su casa»
Una joven narra cómo fue agredida en Valencia. No ha denunciado. «Por miedo, estoy sola». Y sigue destrozada: «Un año después aún me quiero arrancar la piel»
Arturo Checa
Lunes, 1 de diciembre 2025, 07:56
«Ese abril, me arrancaste todo y te lo llevaste. La fuerza, la valentía, la alegría y la sensación de sentirme mía. Me cambiaste, sin ... consultarme, la plenitud por vulnerabilidad y miedo». «Esa primavera, me quitaste la confianza para ser yo y te llevaste mi voluntad de creer en la bondad de las personas, de pensar que los hombres cuidan». «Ha pasado un año desde aquel día, y a veces quiero arrancarme la piel para evitar recordar tus manos sobre ella; y otras veces quiero evitar mi mirada en el espejo para dejar de sentir la vergüenza escondida en la culpa que me recuerda que nunca debí ir, ni hacer, ni confiar, ni estar». «No me persigas más con esa máscara de culpa, Deja de aparecer en mis noches eternas, No te hagas presente en cada paso que doy, Sal de mi mente, hombre innombrable».
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Son versos de Angie. Una poesía de liberación y de rabia. La que esta joven de 28 años, llegada hace dos años de Colombia para ganarse la vida en Valencia, dirige al demonio que hace un año la violó. Lo hizo tras drogarla con algún tipo de droga en una bebida. «Le di un sorbo al chupito, apenas la mitad, y enseguida empecé a darme cuenta de que estaba mal. No recuerdo muchas cosas. Perdí el control de su cuerpo».
Angie se arma de fuerza para hablar con LAS PROVINCIAS del horror vivido. Es su nombre verdadero. No tiene miedo en decirlo. Ni que se gana la vida como teleoperadora. Un oficio con el que manda dinero a su familia en Colombia. Allí viven amenazados. Y ella, angustiada, acongojada. Prefiere no mostrar su rostro. Pero cuenta con todo detalle lo ocurrido aquella tarde de abril. Precisamente ese temor por su familia fue la debilidad que aprovechó su 'verdugo'. «Yo estaba muy decaída, no dejaba de llorar. Yo lo había conocido a él de un grupo de amigos hacía un par de meses. Cuando uno llega aquí se siente muy sola y busca apoyo. Me dijo que estaba tomando una cerveza y que fuera a hablar. Confié en él. Me duele tanto que aprovechara eso como lo que me hizo».
Angie aceptó la cerveza en una terraza de Valencia. Pero cuando estaba con él le ofreció «algo en un vaso pequeño». Aquella fue la puerta al infierno. Lagunas de memoria, no sentir que su cuerpo fuera suyo. El agresor le dijo que la llevaba a casa. «Pero en su coche noté que iba hacia fuera de Valencia». Le dijo que la llevaba a casa de él, que durmiera allí y al día siguiente la llevaba a su piso. La dejó en una habitación. Esperó a que se durmiera. «Entonces noté que empezó a hacerme el acto. Le decía que no, pero mi cuerpo no me respondía. Yo lloraba. Incluso vomitaba. Él me puso una bolsa de plástico en la cara y siguió».
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Angie ha necesitado asistencia psicológica de Cavas, dedicada a asistir a víctimas de agresiones sexuales. «Intenté quitarme la vida tres veces». No ha denunciado. «Me da miedo. Estoy sola. Y el sistema no te protege y te expones a revivir una y otra vez lo sucedido. Total por una pena mínima para él». Angie es valiente pero está desprotegida. Como tantas otras víctimas.
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