Un culín para los Reyes

Dos días de visita real. Más que suficiente para que los monarcas a la sazón, Juan Carlos y Sofía, se empapasen de la vida y obra del ilustrado gijonés Gaspar Melchor de Jovellanos, a quien hace cinco lustros se homenajeó, por medio de una exposición, en su ciudad natal. Lo hicieron acompañados por Álvarez-Cascos, vicepresidente del Gobierno que se presentaba en los foros como impulsor de la muestra, y por las autoridades pertinentes, a la cabeza de ellas, el presidente del Principado, Sergio Marqués. «Con el cielo aún encapotado por las nubes», contó EL COMERCIO, «los Reyes llegaron al barrio de Cimadevilla para cumplir con los primeros actos oficiales previstos en el programa de su visita a Asturias. Un cerco formado por cientos de gijoneses esperaba para recibir con júbilo a Sus Majestades, mientras las autoridades del Gobierno de la nación, del Principado y municipales recibían a Juan Carlos y doña Sofía a las once y media de la mañana».

Los monarcas visitaron la Casa Natal acompañados «de los representantes de la Fundación Jovellanos del Principado de Asturias (antes Foro) y del Ateneo»; bromearon con la coincidencia de la fecha de nacimiento de ambos protagonistas del evento (tanto Jovellanos como Juan Carlos nacieron un 5 de enero) y probaron la sidra asturiana mediante sendos culinos escanciados en la plaza del barrio alto que viera nacer al ilustrado. Por supuesto, visitaron también el Centro de Cultura Antiguo Instituto, en cuyas instalaciones se desplegaban los contenidos de 'Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia'. Allí, para rematar la jornada, fueron obsequiados con un ágape «durante el que tuvieron la oportunidad de conversar con todos los invitados y conocer a amigos personales del vicepresidente Francisco Álvarez-Cascos, cuya vinculación directa con la exposición ha sido, explicó una vez más Anes» -el director general de Bellas Artes ya lo había dejado caer días atrás, en la inauguración de la muestra- «esencial para el logro de los objetivos». Saludaron a Pepa Osorio, «que recordó a Su Majestad la relación mantenida antaño con su hermano fallecido», y, en las calles, se apiñaron los gijoneses para ver pasar al séquito real.

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