La Pilarica quiere ser asturiana
La imagen de la Virgen que preside la Basílica de El Pilar, en Zaragoza, se volverá a vestir con el manto azul en la tarde del Día de Covadonga, gracias a la labor del Centro Asturiano de la capital maña
Que quede claro. Virgen María no hay más que una, advocaciones, a centenares. Pero la Madre de Jesús es la misma en todas y cada una de ellas. Dicho esto, cada uno de las diversos nombres que recibe María representa una vinculación con la tierra y con el sentir del terruño en la que se asienta con la que no puede competir santo alguno. Ni la Santísima Trinidad logra ese amor de madre, ese amor de hijos que despiertan, por ejemplo, la Pilarica o la Santina de Covadonga.
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Por eso, cuando el Centro Asturiano de Zaragoza, allá por 1951, quiso bordar un mantón para la Pilarica, labor en la que se atarearon buena parte de las mujeres que, nacidas en Asturias, habían buscado un futuro con sus familias en la capital aragonesa, lo que acabaron cosiendo fue un nuevo lazo de unión entre Asturias y Aragón. Se generó la tradición de que cada tarde del Día de Covadonga, la Pilarica se vista con los colores de Asturias (porque además, el escudo del Centro Asturiano de Covadonga es amarillo. Fue diseñado por el recordado socio Pepín Fernández, quien creó con las iniciales del centro el símbolo de un hórreo). La Pilarica, hoy, viste un mantón diferente cada día -algunas jornadas, incluso dos-, casi siempre en honor y como vinculación con alguna otra parte de España o de los territorios de la Hispanidad a lo ancho y largo de lo que fue el Imperio Español en todo el Orbe.
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El año pasado llevó a los pies de la Pilarica el mantón la xanina del año, Sara Baños García, quien también tuvo el gusto de encabezar, poco después, la delegación asturiana en la Ofrenda de Frutos, que la Federación de Casas Regionales y Provinciales en Aragón organiza cada 13 de octubre, el día siguiente a la fiesta del Pilar. Un desfile con el que Zaragoza pone ante su patrona, y la toda España, los frutos de la tierra y del trabajo de los hombres y las mujeres, convertidos en los manjares con los que cada territorio, también, marca su carácter. Y los asturianos escancian sidra por toda la capital aragonesa.
Ese día, Asturias demuestra la potencia de un Centro Regional de larga tradición y raigambre en Zaragoza, pero compuesto por personas que, como Olvido Miguel Prada o Sabina Baños Casanueva, «no nos olvidamos de nuestra Asturias y venimos varios meses todos los veranos». Olvido, a Gijón, muy cerca de su playa de San Lorenzo y de su estadio de El Molinón, «porque Gijón y el Sporting, ser de aquí, ye una enfermedad de la que no quiero curame, aunque llevo más de cuarenta años en Zaragoza». Sabina, por su parte, pasando los veranos en Piloña y muy vinculada a Los Collaos de Arriondas, recuerda sus veranos en La Calzada, «cuando todavía estaba La Algodonera», dice quien es vicepresidenta del Centro Asturiano de Zaragoza.
Ambas, al igual que la hija de Sabina, Dolores García Baños, o que la presidenta del Centro Asturiano, Elena Hidalgo, y un buen número de familias asturianas de Aragón estarán el próximo Día de Covadonga ante la Pilarica, que, con un renovado mantón asturiano, será más Santina y más asturiana que nunca. Sin dejar de ser maña.
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