¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Dos mujeres, en la portada de EL COMERCIO de hace un siglo.

Sobrevivió a 18 puñaladas

Una joven salvó la vida tras ser atacada por un hombre obsesionado con ella. Otra mujer murió de una fatal caída el mismo día

Jueves, 18 de mayo 2023, 00:33

1923. Hace 100 años.

Venía triste la actualidad hace un siglo. Dos mujeres fueron las víctimas. Una que murió al accidentarse tras descender de un tranvía en marcha en Gijón; otra que se salvó, milagrosamente, de los malos quereres de un pretendiente. Ocurrió, en el primer caso, que una mujer llanerense de 58 años se allegó a Gijón, donde el dentista le pasaba consulta, y aquí, de un traspiés, literalmente, se murió. Nadie la echó en falta, para pasmo de las autoridades que custodiaban el cuerpo en el depósito de cadáveres. «Como no era este el primer viaje que realizaba, y como tiene allí residiendo habitualmente a unos parientes cercanos, creían (sus familiares) que se habían quedado con ellos a pasar unos días». No quiso la buena fortuna que fuera así.

Publicidad

Quizás porque se reservaba toda la suerte, que falta hacía, para la segunda e involuntaria protagonista de la crónica negra asturiana de hace un siglo. María Fernández, de 22 años y residente en Moreda, había sido «cosida materialmente a puñaladas» por un admirador que se sentía burlado. «Porque no le quiere, la apuñala bárbaramente», tituló EL COMERCIO. Y, en el subtítulo: «El amor a la fuerza». El interfecto, un tal Emilio García, había requerido de amores de forma insistente a Fernández durante muchas veces, sin cejar en su empeño por más que la mujer le hubiera repudiado «varias veces, diciéndole que no insistiera en sus pretensiones».

Quería casarse

Siguió. «Creyó que la haría cambiar de parecer ofreciendo casarse con ella inmediatamente», el muy necio, «pero como María continuó en su negativa cada vez con más firmeza, Emilio, contrariado en sus deseos, aprovechó la ocasión para verse a solas con la muchacha, a la cual acometió con furia, asestándole 18 puñaladas en la cabeza, cara y manos». Fue milagroso que no sucediera nada fatal, habida cuenta la saña del maltratador, o, tal vez, más bien, pericia del médico de Moreda, quien practicó las primeras curas a la infortunada mujer antes de enviarla al hospital. «Quedó instalada en una cama de la sala de Santa Rita», dijimos, deseándole una pronta recuperación. Una verdadera lacra la de los del mal perder.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad