El atleta que aprendió a vivir sin colon, sin recto y sin estómago: «Estoy vacío por dentro»
Juan Dual vive sin varios órganos y su cuerpo no genera hambre
el comercio
Sábado, 17 de julio 2021, 11:37
Juan Dual es un joven valenciano que vive sin varios órganos, pero eso no ha disminuido nada sus ganas de superación. Este corredor de ultra distancia ha estado a punto de perder la vida en 3 ocasiones y ha sido la práctica del deporte lo que le ha salvado.
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«Me faltan el colon, el recto, el estómago y la vesícula biliar», explica con naturalidad este ultramaratoniano.
A los 13 años le diagnosticaron poliposis familiar múltiple, una enfermedad hereditaria que le dejaba un 99,8% de probabilidades de desarrollar cáncer en el aparato digestivo. Una abuela y un tío suyo fallecieron por adenocarcinoma de colon.
Para evitar que el cáncer se desarrollara en su cuerpo, la única salida era una operación en la que se retirara el órgano enfermo. Juan sobrevivió a una dura operación y le extirparon no solo el colon sino el recto también. A los 20 años, empezó a subir de peso y llegó a los 106 kilos y vinieron más operaciones. La más fuerte a los 28, donde le extirparon el estómago, sufrió un fuerte derrame y casi muerte en la cirugía.
Al poco tiempo una bacteria se adueñó de su vesícula biliar y no quedó otra alternativa que extirparla.
Entonces todo empezó a cambiar. Con 4 órganos menos y la necesidad de obligarse a comer porque ya no tenía la capacidad de sentir hambre, la vida asumió un valor completamente distinto: «Cuando has jugado tan de cerca con la muerte, dos o tres veces, te das cuenta de que la escala de valores... Estamos aquí muy poco tiempo».
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«Perdí el 50 % de mi masa corporal y me quedé completamente sin fuerzas». ¿La salida? Mudarse a Japón.
«Estábamos en plena crisis económica, así que en cuanto estuve un poco recuperado decidí aprovechar la oportunidad que me dieron unos amigos de mis padres e irme a vivir una temporada a Japón».
«No hablo una palabra de japonés, no entendía nada en televisión, así que me dediqué a pasear una perrita a diario hasta que un día ella tiró de mí y me di cuenta de que podía trotar».
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Meses después surgió la posibilidad de trabajar en Inglaterra, «en un pueblo bonito, pero sin más entretenimiento que unas colinas preciosas, así que empecé a correr. Ahí conocí a un grupo de deportistas con los que empecé a salir, y algunos de ellos se quedaron sorprendidos por lo hecho polvo que quedaba tras cada salida».
«Les conté lo que me pasaba y alucinaron, y ahí nació la idea de enfocar mi vida a motivar a otros». Volvió a España y comenzó a unir sus dos pasiones: correr y ayudar a otros a salir adelante.
Con el apoyo de su nutricionista, reaprendió a comer. La ausencia de estómago coarta la aparición del hambre. El cerebro no recibe la señal de que necesita comer. En su día a día tiene fijados los momentos para alimentarse.
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«Puedo digerir, pero no conservar demasiado la energía, así que debo estar comiendo todo el día; es complicado, pero lo tengo aprendido», describió sobre los problemas que debe afrontar a diario.
«El deporte me ayuda mucho y me lo ha dado todo. Cuanto más corro o pedaleo, más como. Si como, tengo más energía y fortaleza. Mi familia se tranquiliza porque me ve mejor. Además, sirvo de motivación para mucha gente que conoce mi historia. Me mandan mensajes que son un empujón para seguir adelante. Siempre necesitas aferrarte a algo».
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