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Dos mujeres en el tren. Fotografía de Valentín Vega, sobre 1940.

Inmoralidades en el tren

La carta de una lectora, denunciando escenas poco recatadas en la línea Oviedo-Gijón, nos hizo pedir seguridad en los coches de la Renfe

Sábado, 9 de septiembre 2023, 01:57

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Nunca llegamos a concretar exactamente qué era lo que había llamado la atención, para mal, de aquella lectora que hace 75 años nos remitió una carta firmada con el seudónimo de 'una viajera horrorizada'. Tan descriptivo como terrible tuvo que ser «lo que oyó y advirtió en el viaje de regreso desde Oviedo, que el pasado domingo realizó» y que definía como «verdadero pasaje por el infierno». Pero lo podemos intuir. Decíamos, a raíz de la nota de aquella mujer, que «es triste tener que hablar de estas notas de incultura, pero vale más exponer el mal y buscar remedios para él que no dejar pasar las cosas despreocupadamente».

«La Renfe puede contribuir mucho a cortar tan bochornosas notas poniendo la debida luz en sus coches», dijimos. Que ya se sabe que en la oscuridad todos los gatos son pardos, y, además, en 1948 la luz costaba ya menos que el poner seguridad física en todos los coches. Y ni aún así. «Ya sabemos lo difícil que es, (...) pero estimamos que si en el recorrido que se hace, al acto de presencia acompaña una advertencia a los viajeros e incluso la pregunta acerca de si se ha producido algún hecho de incultura, las personas que tuvieron que aguantar disputas y blasfemias, actos de gamberrismo o de inmoralidad o cosas parecidas, seguramente, al verse asistidas por quienes pueden poner remedio al mal, dirán lo que vieron y oyeron».

¿Les suena la vaina? Sí: ya hablábamos de concienciar contra agresiones y abusos haciendo valer el sentir de la víctima... hace 75 años. Entre líneas, pero se hablaba. «Llega ahora una época de aglomeraciones en trenes y líneas eléctricas: Noreña, Candás y Oviedo en sus fiestas harán que sean muchas las personas que se desplacen hacia tales sitios. Extrémese la vigilancia en esos días. El castigo con mano dura a los ineducados y cerriles que ofendan con su lenguaje grosero surte los más beneficiosos resultados». Consistía la cosa, simplemente, en hacer saber «que una palabrota puede acarrear la detención y una multa», para que se contuvieran quienes tuvieran intenciones de sobrepasarse de palabra o de obra. Así de sencillo... y de antiguo.

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