Llegó el circo a Gijón
La compañía de Enrique Díaz llegó al Obdulia con una variada oferta de espectáculos, desde acrobacias a animales amaestrados
Miércoles, 11 de octubre 2023, 01:01
Eran tiempos, hace 125 años, en que el circo seguía siendo el espectáculo más grande del mundo; y aquí, en España, el de Enrique Díaz lo era aún más. Venía cada año a Gijón, siempre con lleno de público expectante por ver números nunca vistos, «no obstante lo difícil que es presentar novedades en esta clase de espectáculos, principalmente en Gijón, donde hemos visto lo mejor de lo mejor». Así lo decíamos en EL COMERCIO tal día como hoy, para dar cuenta de que, una vez más, los de Díaz habían vuelto a brillar. «Afortunados estuvieron los 'clowns' que abrieron plaza en el conocido número de los sombreros volantes; la educación del caballo inglés árabe presentado por el director de la Compañía confirma la fama de este profesor; los hermanos Wulf, casi unos niños, nada tienen que envidiar en agilidad, fuerza y destreza a los más renombrados acróbatas maduros que por nuestro circo han desfilado».
Todo en el Teatro Circo Obdulia, que luego conoceríamos como Campos Elíseos. Aquella noche el público se desharía en aplausos ante los números de baile de la señorita Domínguez, con un «movimiento continuo de pies»; las acrobacias en barra fija de Jover, Arola y Toni, y la sesión musical de los hermanos Zelis. Pero, sin embargo, nada hubo comparable al verdadero punto álgido de cualquier circo de aquellos años: los animales, amaestrados, y los 'fenómenos humanos' al más puro estilo Barnum. Vieron los gijoneses, así, gatos y perros duchos en trucos y piruetas, «e hizo reír mucho el liliputiense Antonett con su burro Rigoleto, de bastante más talla que él, pues es un hombre minúsculo cuya sola presencia basta para excitar hilaridad». También équidos, aunque más nobles, trajeron consigo las 'ecuyéres' Miss Kailes y Díaz, y el jinete don Eduardo, quienes, «montando tres briosos caballos, se disputaban la rosa que cada cual llevaba en el lado izquierdo. No debe echar en el olvido don Enrique que estos números de caballitos siempre tuvieron gran aceptación en esta villa, y que aunque haya pasado de moda el saltar por aros y dar piruetas en caballo, nuestro público está todavía por lo antiguo y ansía ver en la pista 'ecuyères' y 'jockeis'». Al final, lo clásico siempre triunfa. También en el circo.