Por respeto a los muertos
El periodista Arturo Arias, de cara a Todos los Santos, reclamaba ensanchar el acceso al Sucu y construir aparcamientos
Martes, 31 de octubre 2023, 01:18
Nunca había tanta asistencia a los camposantos, aquí y en toda España, que en el día de los Fieles Difuntos y en el de Todos los Santos. Al menos, hace 50 años. Eran aquellas, según decíamos hace ahora medio siglo, «fechas de entrañable significado que los gijoneses celebran siempre con el más recogido fervor», aunque los trámites municipales no fueran a la zaga. Según decía EL COMERCIO, las deficiencias en los accesos a los cementerios, especialmente en el caso de Ceares o El Sucu, hacían que cada año «millares de personas» que a él acudían en estos días lo tuvieran difícil.
A saber, y en primer lugar: El tramo que iba desde la Cruz de Ceares hasta la puerta del recinto «es evidentemente una dificultad tremenda sobre la que tratan de abrirse paso coches y personas que suben a pie». Una vez completada la odisea, y ya en la explanada, tres cuartas partes de lo mismo. Allí los vehículos se estacionaban «a la buena de Dios, produciendo trastornos increíbles a la hora de abandonar el aparcamiento. Aunque en estos señalados días funciona un servicio de tráfico servido por la Policía Municipal, las previsiones son a veces desbordadas por el exceso de automóviles, que han de buscar sitio a lo largo de la misma carretera y en cuantos recodos encuentren».
Estrangulamiento
Para paliar el problema, Arturo Arias proponía desde nuestras páginas ensanchar aquel tramo, «y a la vez buscar el modo de hallar zonas inmediatas para los aparcamientos», pero eso aún tardaría en venir. Cosa aparte eran los problemas generados a la otra parte, la correspondiente a El Llano y Pumarín, a nuestro juicio «una auténtica calamidad» que estaba de cara, además, a un núcleo poblacional en expansión. En aquella zona, habida cuenta del crecimiento natural del cementerio, era donde se celebraban, además, la mayor parte de enterramientos; ceremonias que se veían afectadas no solo por el estrangulamiento del tráfico sino también por la presencia próxima de los poblados chabolistas de La Kábila y La Santina. Algo, aún tan «lejano y nebuloso» que costaba verlo, tendría que hacerse. Nosotros solo lo avisábamos.
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Ayer Ulpiano Álvarez, guardia municipal, «interrumpió el discurso que en plena calle estaba pronunciando, no sin grandes ropiezos, un fervoroso adorador de Baco». Se trataba de S.P., quien «a fuer de castizo habita en las casas de 'Meterio'», en la calle Canga Argüelles.
«En la costa decreció la marejada, saliendo a la mar las lanchas de bajura, que regresaron a puerto con importantes cantidades de sardina».
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