Un río de hierro fundido sobre las naves de Uninsa

No hacía ni una semana de la visita de López de Letona a Uninsa cuando ocurrió otro accidente en la factoría gijonesa. Iban unos cuantos; el más grave, con varios muertos, en 1970. El de hace medio siglo no dio lugar a pérdidas humanas, por fortuna, pero sí muchas materiales. Ocurrió a las cinco de la madrugada, «cuando uno de los trabajadores de la nave donde está instalado el mezclador número 1, de la acería LD, en la factoría de Uninsa, en Veriña, vio que ese mezclador se resquebrajaba. Dio la voz de alarma y todos los obreros del turno de noche, que podían ser unos 200, abandonaron rápidamente el lugar de trabajo». No se pudo poner freno a la catástrofe. Se derramaron más de dos mil toneladas de hierro fundido, a una temperatura superior a los 1.200 grados; ardieron los paneles y las instalaciones eléctricas y el arrabio invadió las instalaciones ferroviarias de la zona donde estaban instalados los convertidores, aunque lo peor fue para las zonas afectadas por la onda calorífica. La producción, obviamente, se paralizó. Un palo en las ruedas de la industria gijonesa. Otro más.

Temas

• Momentos de la historia