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Urgente Prisión para el acusado de robar en gasolineras de Asturias
La denuncia se publicó en la sección de cartas al director.

Schulz en versión callejón

Mercadillos, restos de pescado y fruta en el suelo, charcos , gentíos y un depósito de carros y burros confluían en apenas unos metros

Viernes, 18 de agosto 2023, 01:45

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No tuvo ni perdón ni compasión, ni falta que hacía, el lector que hace hoy 75 años escribió, airado, a nuestra redacción. El motivo lo merecía, aunque fuera el de siempre; el mal, casi endémico ya, de un Gijón que no acababa de remontar en el sostenimiento de sus calles, máxime en tiempos de posguerra. «La avenida de Schulz (carretera de la Carbonera) y en el trozo comprendido desde la carretera de Oviedo hasta la avenida de Calvo Sotelo», decía Macario Menéndez, que así se llamaba nuestro opinador, «es una verdadera calle de la Amargura». Por decirlo finamente. Ocurría que, en esa misma esquina, «a las puertas de las casas de don Víctor Fernández, se forman unos mercadillos de pescado, frutas y otros productos que, unido a la gente que allí se estaciona a la espera del tranvía del Llano, hace de todo punto imposible el tránsito».

Y eso solo para empezar. A última hora de la tarde, el pavimento acababa lleno de escamas de pescado, pellejos de frutas «y otras inmundicias que son una continua exposición de romperse la crisma». Como las desgracias nunca vienen solas, a pocos metros de aquel percal existía, según Menéndez, «un depósito de carros y burros que, aparte del mal olor que despiden, muchas veces interrumpen el tránsito con carros y burros parados en la acera».

Focos de infección

Háganse cargo de la situación: mucho ha cambiado, a Dios gracias, Gijón desde entonces. Había, por ejemplo, en la calle Santa Justa «una charca pestilente y permanente todo el año, que es un verdadero foco de infección, máxime ahora en época de calores, pues son aguas estancadas y putrefactas mezcladas con orines del ganado que frecuenta una herrería allí existente, cuya charca obliga al transeúnte a salirse a la calle, expuesto a ser atropellado, dado el mucho tráfico que allí existe». Poco más allá, «una nube de pobres y lisiados enseñando sus lacerías y lanzando unos ayes lastimeros (...) Más hacia el Llano, y al llegar a la esquina de Calvo Sotelo, hay un solar sin vallar que sirve de depósito de basuras para todo el vecindario»... Y todo eso, solo para empezar. Una auténtica Corte de los Milagros (como las de los barrios marginales de París), en el corazón de Gijón.

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