De la tristeza a la tradición
Innumerables ciudadanos paliaron sus ausencias familiares en los cementerios, con los homenajes de Todos los Santos en El Sucu
Jueves, 2 de noviembre 2023, 01:03
Era cuestión de la tradición. Hace 25 años, aunque también pudo haber sido ahora o tiempo atrás, las gijonesas y gijoneses rindieron tributo a sus muertos en los cementerios de la ciudad, y nosotros lo contamos tal día como hoy. Aún eran muchos, especialmente en El Sucu, donde esos días se instalaron más «tenderetes de venta de ramos de flores (claveles, crisantemos, moñas, jardineras y algunas rosas)» que nunca. «Se diría que había una flor para cada bolsillo», contamos. Eran jornadas ineludibles para las floristerías, también las de la ciudad. Sin embargo, según EL COMERCIO, la tradición comenzaba a decrecer. «La festividad de Todos los Santos fue ayer menos congregadora que en años anteriores». Eso sí, «no porque los fieles cristianos hayan captado que la Iglesia honra la memoria de los difuntos el día 2 de noviembre, es decir, hoy mismo, sino porque el largo 'puente' de fin de semana permitió a cada cual hacer una buena distribución del tiempo».
«Una parte para la honra y otra parte para el ocio», decíamos. Que no todo iban a ser penas. Ocurría, además, que las incineraciones estaban ya a la orden del día, y cada vez menos gente se enterraba en los nichos de El Sucu. Aquel año, a pesar de la tradición, «no hubo aglomeraciones». «Numerosos deudos rindieron presencia durante la jornada del pasado sábado y otros lo hicieron ayer. Otros, tal vez más avisados en lo que es la liturgia católica, lo harán hoy, que es la propia celebración de la festividad de los Fieles Difuntos».
No vayan a pensar que el relativo descreimiento de aquel 'fin de siècle' del XX respondía a cosas de la modernidad. Según explicábamos, la propia costumbre estaba más ligada «al calendario laboral que a las disposiciones de la Iglesia. Se acudía a los camposantos en esa fiesta porque coincidía con su declaración como descanso en el trabajo, lo que liberaba a las familias de sus obligaciones laborales y les permitía reunirse con sus familiares en torno a sus parientes más próximos fallecidos». Así, al menos, lo creían algunos. Miles de flores comenzaban a marchitarse ya en los camposantos. Y hasta hoy.