A vueltas con las carreteras
A mayor progreso, más vías, pero, a la vez, muchos problemas para el peatón. Hace medio siglo ese era el tema de moda en Gijón
Miércoles, 1 de noviembre 2023, 01:14
Hablábamos ayer, y también lo hacíamos hace 50 años, de los difíciles accesos de los peatones al cementerio de Ceares. Por desgracia, ese no era el único problema al que se enfrentaban los viandantes gijoneses. Para muestra un botón: ilustrábamos en nuestro ejemplar de tal día como hoy, pero en 1973, con una foto de 'Nando', el desaguisado que podía verse -el pan nuestro de cada día- a todas horas en la avenida de Fernández Ladreda, hoy, Constitución. «El peatón es el menos favorecido en el tránsito por el tramo de dicha avenida», comentábamos a la foto de una mujer, acompañada por tres hijos de corta edad y otro peatón, agostados todos entre camiones. «Por un lado, un gran camión ocupa buena parte de lo que debiera ser espacio destinado a las personas que marchan a pie y, por otro, también un vehículo voluminoso -debidamente aparcado- completa la imagen de esta inferioridad de paso de los peatones».
Un auténtico sindiós que no acababa de tener fin. Hace 50 años no dejaba de comentarse, en instituciones y en mentideros municipales, sobre la necesidad de un proyecto de ordenación del tráfico en Fernández Ladreda, pero nada. Se comentaba, sí, pero «sin que hasta ahora, cosa nada nueva en este Gijón de nuestros pecados, haya cristalizado el plan, un plan que cada día resulta más apremiante, porque la avenida es todo un ejemplo de lo que no debe ser una vía perfectamente urbanizada y ordenada en el discurrir de vehículos y peatones». Iba la cosa lenta, pero iba, quizás también en parte gracias a las denuncias de EL COMERCIO. El orden, es verdad, no había llegado a El Llano, pero comenzaba a acotarse al menos en la calle Corrida, en el «tramo comprendido entre la plaza de José Antonio y la de Italia», donde, hasta que no se prohibió el aparcamiento de vehículos, había reinado la anarquía. «Primero los automovilistas se estacionaban en cordón; después lo hicieron en batería, ocupando gran parte de las aceras, sin que la acción de vigilancia de la Policía Municipal surtiera el menor efecto, dada la contumacia de quienes infringían las obras». Tanto progreso y tan poco orden, ¡hay que ver!