«La reforma laboral debe pensar en el futuro, no en volver diez años atrás»
Florentino Felgueroso Investigador de Economía ·
«La primavera es el momento del año donde habitualmente se produce un crecimiento de empleo, y este año no creo que vaya a ser buena»SANDRA S. FERRERÍA
Domingo, 7 de febrero 2021, 01:50
Reforma laboral, ERTE, teletrabajo, jornada de cuatro horas... Son muchos los planos que están en el punto de mira. La pandemia está dejando una situación muy compleja en la economía de todo el mundo. También en la asturiana, y parece que el futuro no es muy halagüeño. Así, «pesimista», lo ve Florentino Felgueroso (Bruselas, 1966), vecino de Gijón, doctor en Economía e investigador asociado de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
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-Asturias cerró el año con más de 82.000 parados, un 17,3% más que el año pasado. ¿Qué podemos esperar de 2021?
-Es muy difícil de prever. Nuestros indicadores de paro y empleo se han visto muy alterados. Habitualmente el recién acabado enero es un mes malo porque se producen muchas bajas de la campaña de Navidad y también de contratos temporales que acaban. Pero este año la campaña ha ido a bajo ritmo e igual que ha pasado con el resto de meses puede haber habido pocas bajas y pocas altas. El mercado de trabajo está parado. Lo que sí se prevé es que la primavera no sea tan mala como el año anterior, porque fue un shock, muy inesperado, y ahora ya están amortizando muchos de los cambios laborales que se están produciendo. Pero no se espera que sea buena, y eso es lo peor, porque suele ser el momento de año de más crecimiento del empleo, cuando muchos se incorporan a la hostelería y a otros sectores más temporales.
-La región se encuentra inmersa en la tercera ola y las restricciones imponen el cierre de la hostelería y el comercio. ¿Qué efectos tiene para la economía regional?
-La hostelería y el comercio representaron un 27% de la afiliación de la Seguridad Social en febrero del año pasado, antes de la pandemia. Se trata de una parte muy considerable de nuestro tejido productivo, sobre todo en términos de empleo. Y el 34% de los autónomos pertenecen a estos sectores.
-¿Qué le parecen las medidas del Gobierno regional y central al respecto?
-Creo que los autonómos han estado afectados por esta crisis de una manera inusual porque no se les ha dejado producir. Se ha limitado su actividad de una forma muy considerable, no porque hubiera una crisis económica per se, sino que han sido restricciones impuestas por los gobiernos en beneficio de la sociedad. Lo que no me parece correcto, ni eficiente, ni justo, es que los autónomos paguen un coste privado. Las ayudas no han sido suficientes y se les debería compensar por el coste que están asumiendo, que es un coste privado para un beneficio social. Además creo que, igual que los ERTE, estas ayudas deberían haberse gestionado desde el Gobierno central.
-La ansiada recuperación parece que se retrasa. ¿Cuándo cree que podremos hablar de mejora?, ¿hay que ser pesimistas?
-Yo con Asturias soy bastante pesimista por la experiencia que tenemos de anteriores crisis, como la gran recesión de 2008-2013; la de los 80 y la de los 90. Asturias suele entrar con retraso en las crisis, no entra mal, pero tarda mucho en salir, y a veces se enquistan los efectos. Antes de la covid-19 éramos la comunidad que menos empleo había recuperado desde la última recesión. Creo que aquí hay una economía más rígida, sobre todo por los problemas demográficos que tenemos, una sociedad menos joven y ágil en este sentido. Esto se reproduce en los indicadores económicos, sobre todo en el empleo y el crecimiento.
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-¿Estima una fecha de mejora?
-2021 empieza mal. No recuperaremos lo perdido en 2022. No obstante, aquí hay una diferencia con otras crisis y es que el empleo que se destruye se puede regenerar pronto. No por la crisis que hay en la hostelería o el comercio tendremos menos empleo en estos sectores, sino que en el futuro se regenerará. Muchas son micropymes que igual que cierran se vuelven a recuperar. En este sentido podemos ser más optimistas que en otras crisis. Aún así, supongo que será lento porque hemos calibrado los efectos sanitarios pero no los efectos económicos reales, aquellos que dicen cómo se ve afectada la demanda, la renta de los hogares, el cambio en las costumbres de los consumidores... La crisis económica como tal no está calibrada y tardaremos más en salir de ella.
-Entonces para 2023...
-A ver si durante 2023 se puede avanzar. Las previsiones que se hacen cambian cada poco, porque el escenario de la pandemia evoluciona negativamente durante más tiempo de lo previsto. Si tenemos la suerte de que nuestros indicadores sigan por debajo que los demás y que la vacuna empieza a dar efectos, podríamos reproducir lo que ocurrió el verano pasado, cuando Asturias fue la que mejor salió de la primera ola. A ver si podemos llegar a este punto. Si no, habrá que pensar en el otoño.
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-¿Quiénes son los peor parados de esta crisis?
-Los jóvenes y los parados de larga duración. Entre febrero y diciembre el paro de jóvenes aumento un 30%, y los parados de larga duración aumentaron un 34%. Uno de los deberes que teníamos pendientes era tener políticas activas eficaces, planes de formación eficaz, de intermediación eficaces. No se puede seguir como antes de la crisis. La gran duda es que se pueda realizar en unas circunstancias con tanta presión y tantos demandantes de empleo.
-¿Ha sido adecuada la respuesta del Gobierno para mantener la crisis?
-Respecto a la sanitaria, el balance a nivel autonómico dentro de la calamidad que nos ha caído encima es de cierta satisfacción, porque he visto un Gobierno bastante eficaz en este sentido. Hemos pasado un verano libre de covid, con bajos identificadores, en vacunación estamos en cabeza...
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-¿Qué papel cree que están jugando los ERTE?, ¿se pueden extender sine die?
-Los ERTE tienen una 'T' que significa temporal, y eso no es indefinido. La investigación económica que tenemos sobre los ERTE siempre se ha dado sobre esa 'T'. Tenemos evidencia científica de que es positivo para el empleo, para que no se rompan las relaciones laborales y que se preserve el capital humano. Esto funciona a corto plazo, pero no tenemos claro que funcione para periodos largos.
-¿Por qué?
-Porque se han bloqueado todos los flujos de mercado. De la misma manera que no se contrata, no se despide. Cuanto más alejemos en el tiempo la vuelta a la normalidad, más ineficientes seremos con estas medidas. Es probable que, cuando se acaben los ERTE y los periodos para no despedir, se produzca un despido masivo o haya más cierres de empresas. Para tanto tiempo habría que buscar alternativas, y más ahora que se intenta que los ERTE sirvan para circunstancias que no sean de crisis, que estén ahí permanentemente. Entonces, sería una medida estructural y no coyuntural.
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Regulación del teletrabajo
-El Gobierno sacó una ley del teletrabajo. ¿Es suficiente?
-No. La ley se sacó con urgencia y habrá que reconsiderarla en cuanto haya más normalidad. La ley se centra en los que ya están trabajando, pero deja un vacío grande para nuevos trabajadores. No se puede imponer a una persona que pase de presencial a telemático, pero pueden contratar directamente solo para el modelo telemático, y eso no estaría cubierto por esta ley.
-El diálogo social ha sido fundamental para algunas cuestiones, pero cada parte mantiene sus reivindicaciones. Los sindicatos, por ejemplo, exigen una subida del salario mínimo. ¿Es asumible?
-El salario mínimo ha aumentado mucho. En los últimos cuatro años ha aumentado un 45%. El salario mínimo está cada vez más cerca del salario convenio, y es algo que habría que analizar. Hay que analizar toda la estructura salarial, no solo a los salarios bajos. En una empresa en la que aumentan el salario un 45% a las categorías profesionales menos cualificadas es muy probable que toda la estructura acabe pidiendo más. El efecto no hay que buscarlo solo en la parte baja, sino en toda la estructura salarial. Y esto es lo que nos falta por entender y estudiar. Y, sobre todo, falta analizar si ha sido efectivo, si logra lo que se pretendía: reducir la desigualdad salarial en España.
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-También está sobre la mesa la derogación de la reforma laboral. ¿Es el momento de abordarla?
-No creo que sea el momento de reformar en el sentido de derogación. Una reforma tiene que mirar hacia el futuro, y, sobre todo, teniendo en cuenta que el mercado de trabajo ha cambiado mucho en los últimos años, y cambiará aún más. El cambio técnico ha sido muy importante a todos los niveles, no solo por el teletrabajo, sino en la búsqueda de empleo, en contratación, están surgiendo nuevas formas de relaciones laborales como los falsos autónomos... Si hay una reforma laboral, debería incorporar estos cambios. Tiene que ser una reforma laboral pensando en una década hacia adelante, no para atrás. Y el que quiera derogar una reforma piensa que sigue viviendo en el año 2011 y estamos en el 2021. Hay que tener en cuenta todos esos cambios en el mercado de trabajo y reformar mirando al futuro, no al pasado.
-Otro planteamiento que se puso sobre la mesa fue la posibilidad de reducir la jornada laboral a cuatro días. ¿Qué le parece?
-No me parece razonable que se pretenda reducir la jornada laboral una quinta parte así de repente. Creo que la jornada de cuatro días llegará en el tiempo si es necesaria, pero hacerlo así de esta manera no me parece lo más razonable. Se basa en una premisa falsa, que es el reparto del trabajo: aunque tengamos el mismo nivel de horas trabajadas, habrá más gente trabajando. Esto no es así. En cada empresa pueden ser distintos los efectos de una reducción de la jornada laboral tan grande. Si hay un aumento de la productividad y compensa este aumento de coste puede ser una buena solución, pero no es así. En el Parlamento hubo una iniciativa de Más País de que se hiciera una evaluación experimental con unas cuantas empresas para ver cómo funciona. Y esto no se aprobó. Creo que es muy importante que medidas tan radicales se evalúen de forma experimental. Uno de los grandes problemas es que se toman medidas a veces muy radicales sin evidencia y sin una evaluación previa del alcance que pueden llegar a tener.
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