El eje comercial de Madrid pierde el 80% de sus ventas por el coronavirus
Establecimientos comerciales y hosteleros del centro de la capital sufren una caída drástica en el número de clientes, aunque se dan unos días de plazo para que la situación mejore
Plaza Mayor, Puerta del Sol, Preciados, Gran Vía: el eje de compras de Madrid, los lugares más populares y populosos donde las grandes franquicias de comida y ropa dominan el paisaje, aparecía este jueves por la mañana como un erial, con un puñado de paseantes que apenas entraban en las tiendas. Los comerciantes de la ciudad calculan que las cajas registradores han perdido el 80% de la recaudación habitual y del vacío no se libra ni Doña Manolita.
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«Tenemos muy pocos clientes, nunca habíamos vivido nada parecido», explica Concha Corona, gerente de la emblemática administración de loterías de la calle del Carmen 22, que igual que el resto de las dependientas, cubre sus manos con unos guantes morados de latex. «Manejamos monedas y billetes y debemos tomar las máximas precauciones», agrega.
La temporada alta para Doña Manolita llega a partir del verano y, sobre todo, en noviembre y diciembre, cuando los compradores hacen colas de cinco o seis horas para llevarse los décimos. «No sabemos cuánto va a durar esto. Por ahora vamos día a día», apunta Corona. La próxima cita en el calendario de sorteos es el del día del Padre, el 21 de marzo, y las ventas han caído drásticamente desde el lunes. «Antes iban muy bien, pero se ha parado todo», dice la gerente a las puertas de una administración casi vacía. «Pero ahora da igual que vendamos más o menos, lo importante es la salud», asevera.
Ochenta años de historia tiene El Danubio Azul, un establecimiento textil situado en la calle Preciados que ha resistido a los Zaras y los Stradivarius y al que ahora le ha salido un enemigo al que resulta casi imposible combatir, el coronavirus. «Nuestra clientela es gente mayor, precisamente a quienes se les ha pedido que no salgan de casa«, afirma Jorge Lorenzo, encargado de la tienda, que ha notado desde el lunes pasado una caída drástica de las ventas y del número de clientes que entraban al establecimiento.
En 'El Danubio Azul' se dan «diez días para que esto mejore», esgrime Lorenzo, que sin embargo, ve nubes en el horizonte. «Estamos en época de ceremonias, que representan una parte importante de nuestras ventas, y ya vamos sabiendo que muchas bodas y comuniones se están suspendiendo, así que la situación puede empeorar«, pronostica este empleado con 26 años de experiencia que »nunca«, ni en lo peor de la crisis de 2008, había visto algo semejante a lo que ahora está ocurriendo. »Esto puede ser la puntilla«, subraya.
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Pero no sólo los pequeños y medianos están sufriendo las consecuencias del virus. En Gran Vía, los establecimientos de las grandes cadenas muestran imágenes poco comunes. Primark, centro neurálgico de las compras compulsivas, recibe a una mínima parte de los clientes de un día normal, y algo parecido sucede en Zara y H&M.
Hostelería
No están mejor las cosas en la hostelería. Un paseo por el centro de la ciudad permite observar cómo los locales en los que de costumbre resulta difícil encontrar una mesa libre están ahora prácticamente vacíos. «La gente está en pánico», cuenta Jean Carlo Ríos, encargado de DCorazón, un restaurante situado en una de las esquinas de la Plaza Mayor, con más de quince mesas desiertas, que lamenta que el coronavirus esté acabando con una de las temporadas altas de turismo en la capital.
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«Habitualmente, podemos hacer unos 2.500 o unos 3.000 euros de caja al día. Ahora estamos haciendo 400 o 500«, cuenta Ríos, que ha visto cómo se desplomaba el turismo internacional. »Tenemos muchos clientes chinos e italianos, y ya no hay ninguno, y los españoles han llenado sus carros en los supermercados y ya no salen de casa. ¿Quién va a querer venir al centro?«, explica este responsable hostelero, que junto con el propietario del establecimiento, se da de plazo el fin de semana y el comienzo de la que viene antes de tomar medidas respecto al empleo, como pueden ser la reducción de horas de los camareros o, más drásticas, los despidos.
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